XV

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–¿Donde... estoy? –dijo en un susurro inaudible.

Estaba muy confundido al despertar en una habitación que nunca había pisado en su vida, lo único que recuerda es dormir en esa cama tan incómoda y ahora está acostado en una cama suave con sábanas color morado pastel. Observa con curiosidad su entorno intentando descifrar si ese chico lo había llevado a otra habitación, pero dudó ligeramente al ver los colores tan vivos que le hizo parpadear varias veces por estar varios días encerrado en una habitación donde la oscuridad y el color salmón era lo único que se podía apreciar.

También todo estaba perfectamente decorado, había una especie de escalera pequeña que colgaba en la pared que sostenía algunos libros y debido a la lejanía de la cama a la pequeña escalera no pudo leer que libros que hallaban, una mesa de noche pequeña de roble oscuro a un lado suyo que sostenía una pequeña lampara azul pastel que daba luz a la habitación, aquella habitación era un poco pequeña pero era bonita a su parecer, un armario cerca de la pequeña escalera era de color rosa pastel con varias calcomanías de superhéroes puestas sobre este y las paredes eran de un pálido magenta.

Descartó la posibilidad de que esto era obra del chico pero eso no alivio el miedo que crecía dentro de él al imaginar que había sido vendido por alguien más mientras dormía, alguien que le gustaba mucho el color pastel. Intentó bajarse de la cama pero al hacerlo sus piernas no reaccionaron y cayó de rodillas al suelo, puso sus manos en el suelo para evitar darse en la cabeza pero un dolor punzante en las muñecas le obligó a quitarlas ocasionando que se golpeara la cara.

–Agh... ¿Qué es esto? –se preguntó a si mismo al notar que tenía otra ropa puesta.

Se levantó con ayuda de sus codos para ver mejor la ropa que llevaba puesto y era una pijama de color rosa pastel con pequeños lunares de color blanco y unos shorts negros que resaltaban sus muslos.

–Mm, no está mal pero el rosa no es mi color --levanta una ceja comenzando a pensar que a la persona que le pertenece esta habitación tiene una obsesión con el color pastel.

Se apoya en la mesa de noche para poder levantarse con cuidado de no volver a caer y se sentó en la cama para revisar sus muñecas, empezó a quitar las vendas con cuidado sintiendo cuánto dolía pero antes de quitar por completo la venda una voz lo detuvo.

–Si yo fuera tu no haría eso, cariño --dio un pequeño salto al escuchar esa voz femenina y dirigió su mirada hacia la puerta donde una chica de facciones delicadas estaba apoyada en el umbral--. Me costó mucho curarte, no tengo idea con que te hiciste eso amiga.

–Uh, ¿Tu me trajiste aquí? --pregunto con algo de desconfianza, algo que notó y sonrío con burla.

–Sí, estabas tirada en el segundo de una casa abandonada --contestó y acomoda un mechón de pelo detrás de su oreja-- ¿Como llegaste allí, querida?

-- No... no lo sé --admitió un poco desconcertado por ser llamado con pronombres de mujer--. Y por cierto, soy hombre.

La chica se sorprende un poco y sus mejillas se tornan rosadas por la vergüenza.

-- Oh, lo siento no quise confundirte con una chica --se acerca a él y acaricia su cabello con suavidad--. Pero pareces una con ese pelo largo y lo suave que es tu piel al tacto.

No sabe a lo que se refiere hasta que toma un mechón de su pelo y lo lleva a su rostro, en eso se da cuenta que en esos meses había crecido su cabello más allá de su cuello y necesitaba urgentemente un corte de pelo.

-- Si quieres puedo hacerte un nuevo corte de pelo --sonríe y puede ver como sus ojos brillan--. Mi nana me enseñó sobre peluquería.

-- ¿Pelu qué?

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