❍ ◤La luna◢ ❍

XIII

No sabía en donde se encontraba, el terror de no ver nada no ayudó en absoluto, todo era de color negro, podía escuchar los latidos de su corazón que se movía frenéticamente. El suelo era frío, igual que un cubito de hielo, la cabeza le dolía a horrores, movió sus manos en un intento de levantarse

- ¡Ahg! - sus muñecas estaban atrapadas en esposas de plata y si hacía un movimiento brusco su carne será perforada hasta llegar al hueso

Las lágrimas de desesperación no tardaron en salir, en estos momentos quería estar con Eduardo, sentado en sus piernas, diciéndole que todo estaría bien, que él estaba ahí. Pero no era así, se encontraba en un lugar en penumbras secuestrado por alguien, que no es humano, de eso estaba seguro, no sabía que era pero las posibilidades de saber que ese era la debilidad de su especie es muy baja para un simple humano que querría el dinero de su pareja. Respiró profundamente y casi vomita, el aire huele a carne podrida, basura y sangre, su llanto aumentó junto con el temor a que le iba a suceder, su pequeño cuerpo temblaba del frío y del miedo

Maldijo en su interior no haber traído un suéter pero ¿Quién le iba a decir que hoy le iban a secuestrar? ¿O ayer? ¿En que día estamos? ¿Eduardo lo estará buscando? Se preguntó el azabache, las esperanzas de que Eduardo lo estuviera buscando le hizo sentir una calidez en su pecho, que duró poco al escuchar los pasos lentos pero seguros acercándose poco a poco

Abrió los ojos de par en par del susto y agitó sus manos que estaban atadas detrás de su espalda provocando que suelte una palabrota al sentir la carne quemarse y la plata hundiéndose más en la piel. Las pisadas pararon y escuchó el click de una puerta abriéndose por una llave, había una silueta de un hombre en el marco de la puerta, la luz blanca lo cegó obligándole a cerrar los ojos, el sujeto prendió un interruptor y una bombilla que colgaba encima de él alumbró toda la habitación de color amarillo pollito.

Daniel abrió los ojos con cuidado mirando a su alrededor con curiosidad, grave error, la pared es de color salmón, acercándose al fucsia pero no estaba seguro, éstas estaban manchadas de sangre seca que pudo deducir que había pasado mucho tiempo ya que tomo un color parecido al marrón y un poco de rojo oscuro, debajo de la sangre encontró gente muerta con la boca abierta y los ojos formando una perfecta "O"

Su interior era de color rojo con algunas venas sobresalientes, miró a su izquierda y había animales con una sonrisa de dientes afilados y sus cuencas vacías color negro, Daniel sintió un escalofrío por todo el cuerpo al ver un lobo colgado como una sábana en un tendedero con la barriga abierta dejando ver sus tripas, los ojos los tenía pero colgaban de forma desagradable, como si estuvieran viendo el piso, la lengua le colgaba del hocico, los dientes no estaban, supuso que se los quitaron ya que tenía el pelaje de alrededor lleno de sangre. ¿Qué clase de sádico es éste?

Daniel se giró para ver al que ingresó a la habitación y estaba con sus zapatos casi rozando su cabeza mientras él miraba con terror a su alrededor, Daniel que estaba aguantando las ganas de vomitar no pudo más y lo hizo sobre el zapato del chico que estaba fingiendo llorar en el baño para después secuestrarlo con esa magnífica actuación

Al parecer eso molestó al joven y le dio una patada en la cara a Daniel que la cabeza del segundo se volviera violentamente hacia la derecha, pudo sentir el sabor a metal en su boca. La nariz hizo un pequeño crack y pudo sentir como algo líquido le caía de ésta, era un dolor insoportable, no aguantó las ganas de gritar a todo lo que le queda de voz, no sabía desde cuanto tiempo no había tomado agua pero supuso que muchas horas, su grito salió áspero, como el otro lado de la esponja con la que  lavas los platos

El sujeto lo levantó sin mucho esfuerzo por la camisa que estaba usando, sucia y un poco arañado por las mangas, lo obligó a mirarlo directamente a los ojos, Daniel pudo ver sus azules ojos arder en rabia e impotencia, el infierno se podía ver en aquellas aguas claras. Daniel cambió su manera de creer que todos los ojos azules son hermosos, con sólo verlo fijamente lo supo