Capítulo 23.

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-Te lo pide por favor. Creo que está desesperado- Exclamó mi amiga y le saqué el celular de la mano.

-Que lástima- Dije.

Miré el mensaje antes de bloquear el celular. Lo tiré hacía el otro lado del sillón y me estiré solo un poco para agarrar el pote de helado. Iara estaba boquiabierta.

-No lo puedo creer. ¿De dónde sacaste esa maldad?

-No tiene sentido que me haga la mala pero le responda los mensajes. Bancame en esta, aunque sea unos días- Rogué.

Se encogió de hombros y me sacó el pote de la mano para comer con su cuchara.

La conversación cambió rotundamente de tema.

Había pasado, aproximadamente, una hora y nos encontrábamos hablando de su relación con Mauro.

No me había dado cuenta de cuánto la había extrañado hasta ese momento. Extrañaba trasnochar con ella, extrañaba la confianza entre las dos. Y llegué a la conclusión de que sí, el culpable de todos los males era él.

Justo cuando estaba pensando en que no iba a ser tan difícil ignorarlo por al menos unos días, mi celular sonó. Iara saltó asustada. La canción de Tyga a todo volumen. Me tiré sobre este deseando no despertar a todo el edificio y atendí sin siquiera mirar la pantalla.

-¿Hola?- Exclamé sentándome. Mi reacción cambió de un segundo para el otro al escuchar mucho ruido del otro lado del teléfono. Arqueé una ceja mirando a mi amiga.

-¿Hola?- Repetí.

-Necesito verte- Dijo y reconocí su voz al instante.

La piel se me erizó. Levanté la mirada para encontrarme con los ojos de Iara, que me miraba inquieta. Separé mi celular de mi oreja para mirar la pantalla y, efectivamente, leer su nombre.

-Necesito verte- Ordenó nuevamente.

¿Estaba borracho? Sí, estaba borracho. Sus "s" se mezclaban con las "z" y estiraba las letras increíblemente. Eso explicaba tanto lío de fondo.

-Tomás...- Hablé.

Mi amiga se llevó las manos a la boca.

-Otro día- Le dije, intentando hacerme entender.

-No, otro día no- Exclamó caprichoso. Reí por su voz.

Me puse seria al imaginarme su estado, ¿con quién estaría? ¿Estaría solo?

Pensé mucho. Me cortó. Miré el celular extrañaba.

-No lo puedo creer- Dijo Iara separando en sílabas la última palabra.

-Esto de llamarte a la madrugada seguramente borracho es...too much.

-¿Vos ya te ibas, no?- Comenté irónica.

-¿Sabes que sí? Mañana tengo que pasar por la facultad para buscar algunos programas y empezar a preparar finales. Que paja- Exclamó mientras se levantaba. Yo la miré extrañada. Tenía en mente que iba a pasar la noche acá.

-Quedate acá, ni bajes. Debe estar el portero.

Asentí poniéndome de pie. La acompañé hasta la puerta y esperé a que el ascensor llegará al piso. Me saludó con un beso y desapareció. Entré al departamento y miré a mí alrededor. Estaba sola, otra vez.

Fui hasta la habitación, me desvestí rápidamente y me puse una remera que me llegaba por encima de las rodillas. Antes de acostarme, volví al living y puse el helado en el freezer. Justo cuando iba a apagar las luces, el timbre sonó.

"¿Qué se olvidó?", pensé mirando a mi alrededor.

Abrí la puerta de un tirón.

Se me erizó la piel al verlo. "No, otro día no". Bufé.

-Hola- Dijo. Se apoyó en el marco de la puerta y cerró sus ojos. Estaba destruido.

Tenía un chupín negro, una remera blanca con una estampa y una campera gris. Tenía puesta la capucha pero solo en la mitad de la cabeza.

- ¿Qué haces acá?- Pregunté sorprendida. No podía dejar de admirarlo.

-Te dije que quería verte- Largó.

Hice fuerza con mis piernas para no perder el equilibrio. Tuve unas ganas increíbles de acomodarle el mechón de pelo que le caía por la frente. Y no me contuve. Sonrió ante mi caricia.

-Estabas borracho.

"O estás", pensé.

-Quería verte de todas formas- Agregó y se me acercó. Mucho. Su boca rozaba mi frente. Dejó un beso allí antes de pasar sus brazos por mi cintura.

Cerré los ojos. ¿Cómo iba a ignorarlo así?

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