Capítulo 7

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Después de sus últimas palabras lo miré seria antes de largar la carcajada. ¿Qué le pasaba?

-No podes ser tan dramático- Dije entre risas.

-Es en serio, boluda- Me comentó divertido, contagiándose de mi risa.

-¿Qué te pasa? Tenes 21 años, nunca más vas a volver a tener esta edad- Agregué sin problemas y, por un momento, pensé que en que hubiese sido mejor tomar algo de alcohol antes de subirme a ese auto.

-Sí sí, y ya lo sé, tengo toda la vida por adelante-Continuó medio irónico.

Me concentré unos segundos en intentar descifrar su estado de ánimo. Fue casi imposible.

Me quedé con una sensación rara hasta que estacionó el auto. Bajé casi tirándome en busca de otras personas. Me...intimidaba.

Él descendió muy tranquilo y se tomó su tiempo para acomodarse la ropa y cerrar el auto. Bufé mientras lo esperaba en la vereda. Se rió ante mi expresión.

-¿Los chicos?- Pregunté cuando dimos unos pasos juntos. Lo único que me faltaba era salir con él, solos.

-Acá estamos- Gritó Iara y giré para encontrarlos.

Ella borracha, obviamente, y él ayudándola, como siempre. Reí al ver el estado de mi amiga y corrí a abrazarla, como si fuese la salvadora.

Caminamos juntos la cuadra que nos separaba del lugar. Habían elegido uno tranquilo. No había cola y no nos hicieron mucho problema para pasar.
Dimos un par de vueltas hasta encontrar un lugar donde poder bailar y estar cómodos. Mauro fue directo a la barra y Tomás desapareció luego de seguir con la mirada a alguien. Muy disimuladamente lo buscaba yo a él. No sé por que motivo, pero no tenía ganas de verlo con otra persona.

Me distraje bailando con Iara y luego de unos minutos volvió a aparecer.

-¿Todo bien?- Le pregunté intentando sonar lo menos irritable posible.

-Todo bien- Respondió con una sonrisa en la cara y no supe que hacer.

La noche pasó sin grandes sobresaltos. Tomás parecía de buen humor. Habíamos bailado juntos y todo.

Decidimos irnos del lugar luego de que unos se mataran a piñas al lado nuestro. Mi amiga se había puesto histérica y los chicos de mal humor.

Salimos. Era de día. Tuve que cerrar los ojos para observar. Iara estaba abrazada a la cintura de Mauro y el le tocaba el pelo cuidadosamente. La quería, mucho.

Comenzaron a caminar hasta los autos y me di cuenta de que no podía ser de otra manera: Tomás iba a ser el encargado de llevarme a mi casa. Pensé que tan mal quedaría si me iría con Iara y Mauro. Me encogí de hombros al imaginarme con ellos dos solos.

Habían estacionado en la misma cuadra. Nos separamos en los autos. Fueron un par de cuadras a la par, gritándose cosas y compitiendo por quien ponía la música más fuerte. Iara estaba dormida en el asiento del acompañante y yo estaba entretenida sacándole fotos.
Finalmente el auto de Mauro dobló, y supe que mi amiga no iba a dormir en su casa. Sonreí. Él me sacó de mis pensamientos.

-¿Vas a tu casa?

-¿A dónde más voy a ir?- Pregunté casi al instante.

-A la mía- Dijo entre risas y supe que no estaba bromeando.

Sacó un cigarrillo de la misma manera que hoy. Pasé el resto del viaje mirándolo llevarse el cigarro a la boca. Frenó en la puerta del edificio y tiró los restos por la ventana. No podía controlar mis propios pensamientos y me molestaba. No podía evitar las ganas de besarlo y sentir el gusto del cigarrillo en su boca. No me controlé más.

Me tiré como una desesperada sobre él. Capturé sus labios un poco incómoda y el se encargó de hacer que estuviera cómoda. De un ágil movimiento agarró mis dos piernas y me levantó del asiento para colocarme sobre él. Pasé una pierna por cada lado de su cuerpo antes de besarlo una vez más.

Lo odiaba, creo. No podía ser así. Pero me gustaba aún más que sea así.

Pasó sus brazos por mi cintura y el contacto de sus manos y mi espalda descubierta me hizo temblar. En serio. Temblé. Y él se rió. Bajó sus manos hasta mis piernas y me atrajo aún más a su cuerpo.

Llevé la cabeza para atrás solo para acomodarme mi pelo. Él capturó mi cuello y tuve la necesidad de agarrarle la nuca. Dejó unas marcas y continuó besándome en la parte baja de mi pecho.

Mi cabeza iba a mil intentando pensar de qué manera no quedar como una rapidita rogándole que bajásemos del auto. No había forma, ya había quedado como una. Así que no lo pensé.

-¿Querés bajar?- Propuse.

Lo vi tensarse incluso detrás de sus ojos llenos de fuego. Lo pensó y mucho. Lo sentí, no se por qué. Por primera vez sentí que sí, que algo pasaba con él, y que no era algo malo o raro como me había dicho mi amiga. Era algo triste. Él estaba triste.

Me había calmado y ahora, increíblemente, estaba esperando un no como respuesta. Pensé en cómo me había puesto ayer cuando él me había dicho que no por Whatsapp. Nunca creí estar rogando un no. Reí en voz alta sin poder controlarlo. Él sonrió y todo se relajó.

Abrió la puerta del conductor para dejarme salir y luego salió él. Hizo un gesto de que le dolían las piernas mientras yo abría la puerta principal. El ascensor estaba en planta baja y no tardé en tirarme de cabeza a él. Ahora yo estaba incómoda y tensa, no él.

Se encargó de relajarme acorralándome en una esquina y besándome como nunca. Se entretuvo con mi cuello unos segundos y lo vi por el espejo: largaba fuego.

El ascensor se detuvo. Salí disparada para abrir la puerta del departamento. Colgué las llaves y me dio vuelta luego de cerrar la puerta. Me acorraló también contra la puerta y se apoderó ahora de mi espalda vacía. No pude aguantar un segundo más de pie. Me temblaban las rodillas cada vez que me acariciaba y odié haberme puesto ese mono.
Lo empujé graciosa para dirigirme hacia la habitación.

-No, en la pieza no- Dijo y me agarró del brazo.

No tuve tiempo para reaccionar. Me subió ágilmente, enroscó mis piernas a su cadera y caminó conmigo encima hasta el sillón. Se sentó y quedamos en la misma posición en la que estábamos en el auto.
De un movimiento brusco y rápido me desnudó.

Intenté que la vergüenza llegase a mí para sentirme un poco mejor. Pero no, no tenía vergüenza y por primera vez iba a disfrutar de eso.

Sacó él mismo su remera y aproveché su desesperación para ahora yo marcar su cuello. Mientras lo hacía tachaba imaginariamente el nombre Tomás en mi lista de deseos. Había querido estar con él desde la primera noche en que lo vi.

bueno ya llego lo picante ahre, ya van a ir entendiendo todo
espero que les esté gustando :(

diferentes • c.r.oWhere stories live. Discover now