Los cuatro chicos estaban comprando en la tienda, cada quien iría por lo que les faltaba, aunque irían en parejas.
— Voy con Edd — El pelinaranja le hizo una seña a este, ya que aunque quisiera agarrarlo por la cintura o algún toque, no se dejaría, ni aunque son pareja se dejaría.
— ¡Yo voy con Torddie! — exclamó alegre el de overol azul, agarrando al mencionado del brazo, llevándolo por la tienda.
—¡ T-Tommie! — Seguía corriendo aún siendo agarrado del brazo, tenía su sonrojo presente en sus mejillas, apenas y pudo reaccionar cuando el menor paró.
Se quedaron en la sección de jugos de mora azul, específicamente, ese sabor.
El pequeño estaba tratando de alcanzar los últimos jugos que habían, siendole casi imposible debido a su estatura.
— Tord, ¿Me puedes pasar esos jugos? — preguntó juntando sus manos, entrelazando sus dedos entre sí, viendo al contrario con una mirada tierna.
Solo asintió levemente, pasándole dos paquetes del famoso jugo, los agarró y se acomodó para poder llevarlos bien, ahora irían por las compras del mayor.
— ¿Qué te vas a comprar Torddie? —
— Más l-libros para leer y unas g-gomitas ... — tartamudeaba, aveces podía hablar bien, pero su pena al hablar inseguro de lo que decía le era más difícil aún.
— ¿Esas gomitas con forma de fresitas? —
Solo atinó a sonrojarse, sabía que era algo ridículo para su edad pero le encantaban esas gomitas.
Agarró la mano del otro, caminando tranquilamente, algunos volteaban a verlos, suspirando un poco al verlos tan tiernos.
Una vez llegaron a dónde el nórdico compraría sus cosas, las agarró rápidamente, en ese pasillo no había nadie, extrañamente, aunque realmente no habían visto niños en la tienda.
— Torddie ... — apenas un murmullo escapó de sus labios.
— ¿Qué pasó Tom? — volteó a verlo aún con las manos ocupadas por las gomitas y dos libros de cuentos infantiles, para su colección de hace años.
No respondió, solo dejó sus paquetes de jugo en un estante que estaba mediamente vacío.
Un toque, poniendo sus manitas en las mejillas del otro, sintiendo el calor de estás, se acercó, susurrando un leve “Te amo”, para terminar dándole un leve beso en los labios contrarios.
Tembló ante el tacto que compartían ambos, se separaron a los pocos segundos, viéndose entre sí, compartiendo el mismo sonrojo, aunque era más notable en el mayor.
— Si querías un beso me h-hubieras dicho... — desvío la mirada, después el otro agarró los jugos y fueron a encontrarse con los otros dos.
— ¿Por qué tardaron tanto? ¿Eh? — apenas llegaban y el mayor ya les estaba regañando, asustando un poco al nórdico.
— No encontrábamos mis jugos, había en otros sabores — mintió, será una mentirilla blanca, que no dañaría a nadie.
— Claro, solo pasó eso — comentó sarcástico el de verde, como si supiera que hicieron.
Solo fueron a la caja a pagar, llegaron a casa y acomodaban todo lo que habían comprado.
— ¡Edd! ¡¿Dónde mierda está mi bate?! — Gritó en furia el de chamarra morada.
— ¡Esta afuera! — Edd estaba tratando de tomar su Coca-Cola tranquilamente, ya que normalmente no había por causa del de bate.
— ¡Edd! ¿Donde está Tord? — ahora el de azul, había buscado por dónde recordaba que estaría, pero no aparecía.
— En el ático — dio un gran sorbo, apareció su gatito Ringo, acaricio su lomo, haciendo que quedara encima de su amo, haciendo ruiditos tranquilos.
Susurro un gracias, subió al ático, encontrándose con el desaparecido, leyendo unos libros, y comiendo sus gomitas mientras estaba en aquella ventana circular, aveces admirando que había, viendo a uno de sus compañeros pelearse con el vecino, común.
— Torddie, ¿Qué haces aquí? — camino en pasos lentos, no quería asustarlo, después tomando asiento junto al otro, recargando su cabeza en el hombro contrario.
— Oh, estaba leyendo, es la única parte de la casa en donde puedo estar en silencio... — seguía leyendo, volteó a ver al otro, viendo cómo sonreía levemente, cerró sus cuencas y respirando profundamente.
— ¿Puedes leer un poco? ... Si quieres... —
— claro...
Empezó a leer en voz alta, sintiendo cierta seguridad en sus palabras al leer, nadie podía escucharlo, excepto el pequeño de cuencas, que parecía dormido.
Siguió así una hora aproximadamente, hasta que terminó, vio al otro.
— Tommie, ¿Estás despierto? — no recibió respuesta, sonrió, ver a su novio así era como ver a un angelito azul, así lo veía el de cuernitos.
Se acomodó, agarró al otro entre sus brazos, hasta que quedaron en una posición en la que el mayor lo cargaba, sintió los brazos del otro abrazándolo, se sonrojó levemente, empezó a caminar hasta que bajaron, caminó unos pasos más, pasando por los cuartos de los otros dos, llegó a él de azul, viendo la puerta decorada por estampitas navideñas u otras imágenes, como moras azules y así.
Abrió la puerta, encontrándose con el violín del menor en la cama, la agarró y la dejó en un estante que había por ahí, prosiguió a dejar al soñador en su cama, pero este no lo soltaba, suspiro un poco, no quería despertarlo, se veía tan lindo durmiendo. Se acostó junto a él, abrazándolo por la cadera, arropándose junto al otro.
Depósito un beso en la mejilla del otro, para decirle un “buenas noches”, entregándose al sueño.
A la manzana siguiente, él británico había despertado, encontrándose con el otro, abrazándolo, sonrió, vio como el otro despertaba, dejando ver sus ojos heterocromaticos.
— B-Buenos días Tom... —
— Buenos días Torddie — sonrió, dándole un beso en la mejilla.
— ¿Vamos a desayunar? —
— Claro, tal vez Edd y Matt hayan preparado algo... O yo la hago no importa — sonrió como un Niño en navidad cuando tiene sus regalos,
Bajaron a desayunar, encontrándose con sus dos amigos comiéndose a besos, o por lo menos por parte de la zanahoria.
— ¡Chicos! — Grito el celeste tapando los ojos de su novio como podía, para que no los viera.
Los otros dos se separaron, viéndose entre ellos con un sonrojo muy notorio.
Tal vez no siempre es bueno bajar a desayunar cuando tienes a dos amigos capaces de muchas cosas.
