🍂 Décimo capítulo

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Los mejores resultados suelen obtenerse bajo presión, arriesgándolo todo por ganar

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Los mejores resultados suelen obtenerse bajo presión, arriesgándolo todo por ganar.

—Bea, ¿estás segura de que no vamos a meternos en un lío? —duda Trevor, mientras recorremos uno de los pasillos en la secundaria. A las dos de la madrugada.

Enciendo una linterna, ilumino mi rostro, y simultáneamente compongo una mueca para mostrarme inconforme.

—Las puertas del saber, siempre han de estar abiertas para quienes con creatividad logren sus objetivos —menciono el lema de Almond.

—No está mal —comenta Trevor—. Aunque parece que lo has tomado demasiado literal.

—Cierra la boca. —Lo censuro—. No sé si lo notaste, pero las puertas siempre se mantienen abiertas en este lugar.

—¡Por supuesto! —exclama, en un canturreo que viene con sonrisa incluida.

Suspiro.

—Escúchame, Trevor. —Finjo seriedad—. Quisiera saber si tu plan funcionará.

—Bea, prometo que pronto recuperarás tus esperanzas. Aun si nuestro plan inicia durante la madrugada.

—¡Es que no puedo esperar! —Alzo la voz, olvidando que nadie debe enterarse que he irrumpido en este sitio, en el que de hecho soy bienvenida, de lunes a viernes.

De repente, se abre la puerta de una oficina cercana.

—¡Ustedes!—Harmony, la consejera estudiantil, que al parecer trabaja hasta tarde, nos pilla—. ¿Qué hacen merodeando por aquí?

Trago saliva.

—Bea, haz otro de tus arrebatos —sugiere Trevor, en un susurro.

—Pero... —corto mis palabras.

—Respondan ya, ¿qué es lo que hacen aquí? —insiste una seria Harmony, iluminándonos con su linterna.

—Bea, creo que perdiste uno de tus pendientes —inventa Trevor, tras señalar mi oreja.

—¡¿Cómo es posible?! —vocifero, siguiéndole el juego.

—Sí —confirma—. Estoy seguro de que lo dejaste en el salón de detención.

—¡Quiero mi pendiente! —Zapateo a propósito, berrinchuda—. ¡Tráelo ahora mismo!

Harmony enciende la luz del pasillo.

—Buen intento —comenta, risueña—. Beatrice Amkind, esta vez sí que llegaste lejos. —De nuevo suena seria—. ¿Venir a estas horas de la madrugada? ¿En qué estabas pensando, jovencita? —cuestiona—. Deberías estar descansando en tu casa.

Me muestro cabizbaja ante su sermón.

—Sígueme —pide, mientras su dedo índice apunta hacia la oficina—. Y espero que tengas una buena excusa para estar aquí.

Un suspiro eleganteWhere stories live. Discover now