CAPÍTULO 58: Puesto vacante

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Tiago

No puedo creerlo.

Si es una broma, resultó ser una de muy mal gusto.

Érika es de hacer bromas pesadas, pero ni remotamente se me pasó por la cabeza que diría algo así.

En consecuencia, Natalia me mira incrédula, sin saber cómo reaccionar. Y caigo en cuenta que tengo que arreglar rápidamente este malentendido.

—Érika, sé que somos amigos, pero sabes que no me gusta que hagas bromas de esa proporción —le digo con total franqueza, mirándola a los ojos.

—Okay, ¡tranquilo, amor! —ulula empezando a reír.

Entonces, sucede algo más inusitado aún. Érika me da un espontáneo beso muy cerca a mis labios, deteniendo los suyos en ese sector por espacio de unos dos segundos, y continuando luego con sus carcajadas.

¿Qué sucede con Érika? Su comportamiento parece da la impresión que tuviera una alegre histeria.

—¡Debiste ver tu cara, amiga! —exclama, dirigiéndose a Natalia—. ¿Estás celosa o qué?

—¿Tienes algún problema conmigo? —la interpela Natalia en voz alta y muy seria, deteniendo abruptamente las risas de Érika y adelantándoseme a la reconvención que iba a hacerle a la futbolista.

—¿Tendría motivos? —Érika le devuelve la retórica, casi con resquicios de risa.

—No sé, dime tú —enuncia la castaña—. Insinúas que estoy celosa.

—¿Lo estás?

—Y si lo estuviera o no, ¿cuál es la cuestión? —y en ningún momento, Natalia pierde la serenidad y firmeza en su hablar—. ¿Eres su novia?

—Bájale a la intensidad, amiga, solo bromeaba —aclara queriendo volver a reír, para alivio mío; pues quizá hoy Érika amaneció con ganas de hacer bromas pesadas en venganza por lo abandonada que la tuve. Mas, creo que estoy equivocado, pues añade sonriendo con autosuficiencia—: Sin embargo, no estamos muy lejos de serlo.

—Érika, por favor. Es suficiente —la detengo en seco, haciéndole denotar mi molestia—. Hablamos en otra ocasión —determino tomando la mano de Natalia para marcharnos. No obstante, la voz de la pelinegra interrumpe mi acción.

—Antes, una cosa más. ¿A ti te gusta el fútbol? ¿Sabes jugar? —le interroga a la castaña poniéndose nuevamente enfrente suyo.

—¿Por qué la pregunta? —cuestiona Natalia, con el ceño fruncido.

Ojalá pudiera saber qué trama Érika y cuáles son sus intenciones al respecto, pues su actitud me resulta muy confusa.

—Mañana mi equipo y yo (pues por si no lo sabías en lo que Tiago te pudo haber contado de mí, soy capitana de uno) jugaremos contra uno contrario femenino, contra las de El sol naciente, que de sol naciente nada tienen las weas esas. En fin, una de sus jugadoras enfermó y yo no pretendo quedarme sin partido y sin saborear victoria alguna mañana, dado a que tienen que ser once jugadoras de cada equipo.

—¿Y qué tengo yo que ver en ese asunto? —la castaña se hace la desentendida ante la indirecta.

—Eres muy lenta, amiga, tendré que ser más directa. Si sabes jugar verdaderamente bien, necesito que ocupes el puesto vacante y hoy mismo te llevaré con Gloria, su capitana, para que te proporcione la polera del equipo y demás. ¿Aceptas el reto o te echas pa' tras?

Natalia, en reacción, la mira con suma sorpresa. Y yo analizo el talante de Érika, para al menos intentar adivinar lo que pasa por su cabeza.

N/A:

Se vienen muchas sorpresas en esta recta final de la historia.

529 palabras

Al ponerse el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora