CAPÍTULO 56: Abrazo interrumpido

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Tiago

—No quería pensar, Tiago. Y hasta ahora no lo supero.

A partir de ahí Natalia calló abruptamente y se perdió en sus pensamientos. No quiere decir más, de seguro está recordando cosas muy dolorosas por mi culpa. Una muy expresiva lágrima rueda ahora lentamente por su mejilla, la cual refleja todo el sufrimiento por el que tuvo que pasar.

No aguanto más. Así que la fundo en un abrazo, al cual ella inmediatamente corresponde, su cabeza se apoya sobre mi hombro derecho y así nos quedamos. Sin palabras. Natalia llora en silencio. Tengo tantos deseos por protegerla, que ojalá mis brazos fueran un escudo con el cual pudiese desaparecer sus problemas y sufrimientos, así me encargaría de que nadie le hiciese daño nunca.

Me parte el corazón verla así.

De momento no puedo hacer más que reconfortarla y ver cómo alegrarle aún más su día a día.

—Ya estoy mejor —dice después de unos minutos de silencio, separándose de mí poco a poco y colocándose el cabello hacia atrás para despejarse.

En un acto involuntario le ayudo a acomodarse el cabello. Y así, nuevamente siento esa agradable corriente eléctrica recorrer mi mano ante el contacto.

—Perdón —le digo, no refiriéndome a lo del cabello.

—¿De qué? —frunce el ceño. Ya se ve más tranquila.

—Por hacerte llorar. Soy un idiota.

—No, no fue tu culpa. Lo necesitaba, Tiago —me toma de la mano sin darse cuenta, y ahí otra vez la corriente eléctrica—. No lo quería aceptar, pero necesitaba hablar de esto con alguien algún día. Esto me vino bien aunque no lo creas, siento como si… un pequeño peso hubiera caído de mi espalda —sonríe leve, mas aún hay tristeza en su rostro.

—¿Pequeño? —siento que hay mucho más que Natalia esconde, y lo que me dijo tan solo es una parte.

—Lo importante es que ya me siento mejor —sonríe intentando convencerme, abrazándome por segunda vez—. Gracias.

—¡Hey, Tiago! —oigo que me llaman, entonces Natalia y yo nos separamos abruptamente.

Es Érika, quien se acerca corriendo hacia nosotros y con un helado en mano.

—Érika, hola —me paro y sonrío cortés.

—Eres un muy mal amigo, Tiago —Érika se cruza de brazos y me mira con una ceja arqueada.

¿A qué viene eso?

N/A:

Cada vez estamos más cerca y más cerquita del gran final.

¡Besos!

384 palabras

Al ponerse el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora