Slayer Line.

Reticent, Slayer parte 3.

El gimnasio se sumió en un sepulcral silencio tras aquella tajante respuesta. Todas las miradas se clavaron en su espalda para seguidamente hacer lo mismo con sus opacas orbes azules.

-¿Qué dijiste, Kageyama? -Le cuestionó el moreno, paciente, incredulo.

-Dije: No, Tanaka-sempai. -Aclaró, y de pronto la ancha espalda del setter fue lo único que pudieron apreciar de él nuevamente. Habían pasado ya cerca de tres semanas, poco más y sería un mes; por supuesto la situación no había mejorado en lo absoluto, al contrario era todo cada vez más difícil y el ambiente era mucho más tenso, más difícil de sobrellevar.

-Kageyama, tu.... -Trató de intervenir el albino mayor, mediando como de costumbre. Le era todo tan complicado.

-No quiero ser grosero con ninguno, Sugawara-san pero no tengo intenciones de cumplir con esa petición. Y honestamente espero que quede claro a partir de ahora que no volveré a levantar el balón para nadie.... Pueden mandarme a la banca ahora mismo, no hay problema. -Su semblante era neutro, no les decía nada pero tampoco lo necesitaban. Después de todo con sus palabras era más que suficiente.

-Sabes que no podemos mandarte a la banca, Kageyama. Además, ¿no es el volleyball lo más importante para ti?, ¿por qué tu estás haciendo esto? Si es por Hinata, estamos tratando de encontrarlo; no tienes que tomar decisiones apresuradas. Todos estamos preocupados por él, y por su bienestar. -Trató de razonar. Al mismo tiempo buscó ocultar el pinchazo de decepción que le invadió al ser relegado a un: "Sugawara-san", sentía que la pérdida de confianza estaba llegando a un punto inevitable y reciproco.
-Sabes que encontraremos la manera. El partido contra Shiratorizawa se acerca, son solo un par de días lo que nos separa de la fecha y después de ello Daichi dijo que podríamos pensar en el tema de Shouyou más plenamente y...

-¿El tema de Shouyou? -Apretó con fuerza la playera entre sus manos. Su torso desnudo revelaba la inquietud de su ser, ni siquiera le importaba el viento frio corriendo por su espalda tras la puerta de los vestidores abierta; estaban por marcharse a casa. -Han pasado tres semanas, Sugawara-san ¿y que hemos resuelto? El volleyball es importante para mi, tanto que preferiría romperme las piernas antes de dejarlo, no podría dejarlo pero han pasado tres semanas y nos hemos concentrado tanto en el maldito partido que pareciera que el hecho de haberlo perdido no importara. Es como si todos simplemente decidieron dejarlo a un lado, como un caso perdido, sin ninguna relevancia y que no cambia nada.

Así que, pensando en ello..... Si su ausencia no es motivo de alarma, entonces la mía tampoco. -Puntuando aquella última oración, un golpe rezonó en quella pequeña habitación; una fuerte bofetada le fue regalada al menor de los presentes. Las saladas lagrimas caían de dos pares de orbes, tristes, confundidas, dolidas y ansiosas.

-Hablalo con Daichi. -Tajó bajando la mano que para ese momento se encontraba enrojecida. -No eres el único con la impotencia clavada en el pecho, Kageyama. No eres el único que a sufrido la perdida de Hinata, ni eres el único que busca una solución. -Tras la inesperada discusión, el de grises cabellos salió disparado del lugar; seguido del de cabeza rapada, ambos tan segados por las gruesas lagrimas que no pudieron evitar toparse con el capitán de su equipo al bajar por las escaleras y quien regresaba después de cerrar el gimnasio.

La molestia en sus ojos fue visible al notar los surcos en las mejillas sonrojadas de su inseparable compañero. Después de todo, él como cabeza del equipo podía notar las fortalezas y carencias de sus compañeros; por lo que la insensible actitud del setter menor no le pasaba desapercibida. Sabía de antemano lo que había sucedido, y no podía sentirse más idiota e inútil que en ese momento.

Su equipo lo necesitaba con urgencia, necesitaban una solución; ya que de no ocurrir algo pronto, todos terminarian por venirse abajo.

.............

-Esto es para ti. -Le entregó amablemente un suave paquete. -Puedes probártelo en casa, no hay prisa por que lo hagas ahora. Es..... Bueno, es para el partido del martes..... -Terminó por explicar con el mayor tacto que pudo. Petición complicada, ya que la estabilidad mental del chico parecía en realidad frágil. Por su parte el aludido tomó el paquete con apenas fuerza, asintiendo y mostrando esas sonrisas forzadas a las que tanto se estaba acostumbrando.

El pelinegro no sabía ya que más podía hacer por el ahora miembro más bajo del equipo. Por más que los días pasaran, estos no parecían ser la solución al estado ajeno. Por supuesto trató de hablarlo con el entrenador, quien en primer lugar había sido quien lo presentó un día sin aviso pero a cambio obtuvo una mínima resolución que no le ayudaba en lo absoluto.

“Terminará de adaptarse una vez mantenga un juego como miembro del equipo”.  

El no podía creer en aquello, claro que no. Después de todo, podía notar como todos sus esfuerzos y amabilidad se veían opacados por las pocas fuerzas que el pelinaranjo poseía para seguir ahí, así. Entonces, lo único que podía esperar para ese momento era el quiebre total del de triste mirada o eso pensó.

—Hablemos. –La demandante voz del capitán y estrella de Shiratorizawa se dejó escuchar, sorprendiendo un poco a su [prácticamente] más grande fan, y quién antes de poder reaccionar debidamente, ya se encontraba viendo solamente las espaldas de ambos al alejarse. No estaba preocupado, sabía que Ushijima sería capaz de arreglarlo; el era genial en todos los aspectos. No había manera de que éste pudiese fallar.

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—Controlalo.

—¿Eh? –Desconcertado le observó. No pudo entender a que se refería.

—Eres un miembro permanente del equipo ahora. Demostrar tus debilidades es una falta al espíritu competitivo con el que Shiratorizawa se maneja. –La severa voz le erizó la piel de una manera tan extraña que un asentimiento se le escapó, no quería ni tenía el ánimo de discutirle algo en lo que de alguna manera tenía razón. 
—No puedes vivir lamentandote. Tu equipo era débil, y como tal no tenían otra opción más que sacrificar el mínimo por el bien común. –Cruel. El de ojos oliva estaba siendo realmente cruel.
—Todos ellos desfrutarán de una victoria que bajo ninguna circunstancia podrían haber obtenido de no ser ésta tu elección; podrán ir a las eliminatorias, y por supuesto a las nacionales. ¿Hay algo dentro del trato que te parezca injusto? Porque de ser así, vivirás arrepentido de una de las mejores decisiones en tu carrera deportiva.
Porque siendo nuestro compañero, te aseguro que la tienes garantizada. –Espetó, implacable e insensible en su discurso. El tacto no era algo de lo que echara mano muy comúnmente después de todo.

El menor apretó sus manos, impotente. Su garganta dolía tanto que en un desesperado intento por parar todo aquello que lo aquejaba habló, gritó e inclusive insultó tanto como su ya casi perdida voz le permitió.

—¡TU QUE SABES!, ¡TU NO ENTIENDES NADA! –Dos pasos fueron retrocedidos, inconscientemente. —¡ELLOS NO SON DÉBILES! EL ÚNICO INÚTIL QUE LO ARRUINÓ TODO FUI YO, ¡FUI YO! –Reclamó, más para si mismo que a quien se encontraba delante. —¡No los entiendo!, ¿por qué me quieren?, ¿de que les sirvo?, ¿que pueden obtener de mi? No soy más que un idiota cegado por su propio egoísmo, por su narcisismo, creyendo que de la nada podría obtener algo. ¡No los juzgues entorno a mi! Yo no soy nada. –La áspera y enorme mano del más alto tiró de su brazo con una fuerza tan grande e innecesaria que un quejido de dolor fue inevitable. —¿¡QUE JODIDA MIERDA TE PASA!?

—A mi no me pasa absolutamente nada. –Aclaró, tan calmo como de costumbre. En tanto el más joven le observaba desorientado, dejando caer su vista en la mano del otro y en como esta tomaba su brazo evitando tocar unas profundas heridas que éste poseía. —No voy a pasar por alto esta situación. –Acotó, arrastrándolo por en medio de aquel pasillo ya desierto.

[¡Han pesado 84 años pero por fin estoy de vuelta con un nuevo capitulo! 🙌💕🔥 me gustaría saber que les a parecido, y por supuesto; ¿Qué creen que sucederá a continuación? Espero leerlos pronto].