•Nota Uno°

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•Día de trabajo•

Una dulce tonada inundaba su casa, al igual que su dulce voz que sonaba más aguda gracias a que la canción era en esos tonos.

—¡CUANDO NOS ADORABAMOS MÁÁS! —. Cantó usando su cepillo de dientes cual micrófono, cerrando sus ojos y dejándose llevar por la tonada que se reproducía en la bocina "El triste" de José José se reproducía a todo volumen en su casa. EUM siguió cepillando sus dientes para después aún con el utensilio en la boca seguir cantando de manera inentendible, sin temor de ahogarse. —Que triste~—. Salió del baño y camino por los pasillos de su casa hasta llegar a su habitación, donde procedió a cambiarse con el traje de gala más hermoso que tenía (el único que tenía).

Su casa era de dos pisos, no entendía la razón. Vivía solo y no tenía amigos o familiares que pasarán la noche en casa de vez en cuando. Solo estaba el, en una monótona casa que estaba fría, no podías sentir el calor que brinda un hogar y EUM lo sabía, lo sabía y no importaba las veces que intentaba ignorarlo, las veces que intentaba darle "vida" A su casa. Seguía igual de fría y solitaria como desde que vive ahí.

Soltó una risa mirándose al espejo, haciendo poses estúpidas, parando los labios y sonriendo en grande. EUM sonrió y señalo el espejo —Que guapo esta hoy Señor México—. Se habló a el mismo con una voz aguda, queriendo llegar a una de una mujer. EUM soltó una carcajada, pasando la mano por su cabeza y llevando la otra a su cadera, sonriendo coqueto para guiñar un ojo —Muchas gracias. Aunque ya lo sabía—. Finge su voz, haciendo a esta sonar mucho más gruesa de lo que realmente es.

Después de jugar un rato con el espejo. Tomó su mochila negra donde guardaba sus cosas, ya que no le gustan los portafolios o más bien no tiene ninguno.

Baja las escalera y queda en la Sala de estar de la casa, solo para soltar un fuerte suspiro y mirar la monótona sala bien arreglada de sillones negros, mira sobre la mesita de noche un collar, lo había comprado en el tianguis porque le encanto bastante. Decide llevárselo, para que le de buena suerte.

Y con un pensamiento en claro en su mente se dirige al aeropuerto para tomar su vuelo de manera puntual.

○○○

Entró en la Sala de reuniones de la ONU en los Estados Unidos. Y solo pudo soltar un fuerte soplido cuando apenas llegar todas las miradas estaban en el; no eran mirada buenas, en lo absoluto, eran miradas que le incomodaba, miradas que le juzgaban de una manera tan profunda que le molestaba.

Pero EUM solo soltó todo el aire de sus pulmones en un suspiro para enseguida apretar con fuerza los tirantes de su mochila con un nerviosismo insano, para segundos después caminar en dirección a su lugar y tomar asiento, al instante quedando en un silencio sepulcral que gracias a sus audífonos todo se calmo, sus nervios se desvanecieron.

—Oye—. A su lado se paro Canadá, con una sonrisa esperando que el nuevo México le mirara para poder entablar una conversación con el. México siguió con su expresión pérdida y entretenido con su música. A Canadá le dio una sensación de tranquilidad el ver el rostro de México en completa serenidad, no como se mostraba generalmente, nervioso, asustado y triste. Canadá soltó una risita, para después tocar el hombro de EUM para llamar su atención.

—¿Quien chingados se atreve a molestar---? —. Se queda con la palabra en la boca cuando mira el sonriente rostro de Canadá, brindándole una cálida sonrisa llene de diversión —¡Oh Señor Canadá! ¡Perdón por eso!—. Se levanta ruidosamente de su silla y rasca su nuca nervioso, sin saber que hacer.

—Con Canadá esta bien—.  Sonríe de manera deslumbrante. —¿Podria sentarme ahí? —. Aun con esa sonrisa, señala el asiento a un lado. EUM le mira para después al asiento y se hace a un lado para que el alto canadiense se siente a su lado.

EUMWhere stories live. Discover now