17.2 - El precio del egoísmo

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Ver a la asesina luchar era como presenciar un torbellino adoptar forma humana y jugar con aquellos a su alrededor

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Ver a la asesina luchar era como presenciar un torbellino adoptar forma humana y jugar con aquellos a su alrededor.

Mjiern atacó con una sucesión rápida de dos golpes con ambos extremos de su lanza, seguidos de una patada hacia uno de sus costados y un puñetazo al estómago, pero todos sus ataques fueron golpeados con velocidad y precisión.

Yovat apenas cambió su posición, usó una sola mano para bloquear la lanza y retrocedió un paso y se echó hacia la izquierda para esquivar los otros.

Acto seguido levantó una palma y una enorme cantidad de energía rojiza mezclada con líneas de neblina negra se concentró en esta y formó una bola, la que en menos de un segundo explotó y dejó escapar una decena de proyectiles. Esferas de poder similar al fuego que creaban una pequeña explosión en cuanto entraban en contacto con algo.

Mjiern se dio cuenta de esto en cuanto intentó disipar una con su lanza, así que hizo lo posible por evitarlas todas, sin embargo un par le llegaron en su brazo y muslo izquierdos.

Además varios de esos proyectiles fueron a dar en la dirección de Ewart, obligándole a retroceder y esquivar, y a la asesina no pudo importarle menos.

Parecía que su única finalidad era destruir cuanto tuviera a su alcance sin considerar si los involucrados fuesen aliados o no.

Y Callie tenía eso muy claro, por eso se dio toda la prisa posible en tratar de alcanzar su morral.

Se escondió tras un árbol, aguardó un momento y luego se lanzó hacia el que tenía más cerca, a solo unos pasos de distancia.

Los proyectiles de Marcie entraban en combustión en el aire y recibir uno podría haber sido muy doloroso, era una clase de hechizo común al que se había enfrentado muchas veces y por eso no temió lanzarse hacia árboles y arbustos.

Marcie resultó ser una verdadera molestia, sin embargo no se podía decir que sus ataques fuesen mortales.

Lanzaba un proyectil por aquí y por allá, daba la impresión de que apuntaba a sus pies un momento y al siguiente lanzaba otro a su cabeza. Era inconsistente y cada ataque perdía fuerza a medida que pasaba el tiempo.

<<¿Qué rayos pretende?>>

Parecía que solo intentaba asustarla más que herirla, y llego el momento en que se cansó, tuvo que bajar la mano pues su energía mágica no era eterna y en ese preciso segundo Callie se lanzó hacia adelante sin dudarlo.

Los morrales estaban muy cerca de donde el hombre calvo luchaba contra la prisión de yeso en la que acabó, y cuando Callie pudo llegar hasta estos, los agarró con fuerza y se lanzó de vuelta hacia los matorrales para buscar refugio tras un árbol.

Abrió el nudo de su morral con un jalón y lanzó al suelo varias de las pociones de emergencia, muchas de las cuales estaban llenas de grietas y más de la mitad de estas habían perdido su contenido.

El mago rojo | El Legado Grant IWhere stories live. Discover now