17.1 - Ellos, al otro lado

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Callie quería dormir

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Callie quería dormir.

Odiaba madrugar y si había algo peor que soportar los sermones de su padre era aguantar a dicho padre quitándoles las mantas de encima en pleno invierno para hacerla levantar.

Por costumbre buscó las sábanas para cubrirse el rostro en intentar dormitar cinco minutos más, pero sus manos no reaccionaron a su comando. De hecho ni siquiera estaba segura de poder sentirlas.

Esto encendió sus alertas y cuando el recuerdo del secuestro de Nevan y el posterior ataque del espectro volvieron a ella, poderosas náuseas la golpearon como un martillo, trayendo consigo el dolor de todo su cuerpo que solo intensificó las ganas de volcar el estómago.

La luz clara del sol fue una puñalada extra que no necesitaba, y al tratar de abrir los ojos escuchó a alguien hablar a su lado.

—... ¿... -ucharme?

Intentó llevarse las manos a la cara para protegerse de la luz, y esta vez sus extremidades respondieron, pero se dio cuenta de que las sentía muy dormidas, y por el rabillo del ojo le pareció ver sus brazos cubiertos por algo claro.

Cuando finalmente pudo enfocar la visión logró distinguir un rostro familiar muy cerca de ella a su izquierda.

—¿... Mjiern?

—¡Bendito Dunikel! —la elfa le sonrió con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Theo! ¡Despertó!

Le pareció escuchar a alguien maldiciendo a varios metros de distancia, seguido del sonido de pasos apresurados acercándose a ella, y luego de un instante el rostro familiar y preocupado de Theo apareció a su costado.

—¿Callie? —le preguntó él—. ¿Me escuchas?

—¡¿Cómo te sientes?! —agregó Mjiern.

—¿Puedes mover la cabeza?

—¡¿Te duele algo?!

—¿Entiendes lo que te digo?

—¡¿Sabes quienes somos?!

—Callie-...

—¡Hagan silencio!

La energía en su voz brotó como una pequeña explosión y hasta la impulsó a apoyarse con las manos para alzarse, pero el dolor la empujó de vuelta al suelo. Sin embargo no cayó. Sintió cuatro manos firmes y cálidas apoyarla con delicadeza

—Ugh, mi cabeza...

—Trata de no moverte demasiado —dijo Mjiern a su lado, mientras le ayudaba a sentarse.

—¿Q-qué hacen aquí? ¿Dónde estoy...?

Theo se apresuró a acercarle una pequeña cantimplora con agua y la hizo beber. Al mismo tiempo Mjiern le contó de forma breve que, luego de conseguir la reliquia en la torre y deshacerse de un par de espectros, acabaron en ese sector al ser perseguidos por un centinela acechador.

El mago rojo | El Legado Grant IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora