9.2 - La huella que deja el miedo

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La oscuridad que se tragó a Nevan no duró, pero en el breve lapso de tiempo que le tomó sacarlo de su entorno, se había llevado su aliento y su valentía

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La oscuridad que se tragó a Nevan no duró, pero en el breve lapso de tiempo que le tomó sacarlo de su entorno, se había llevado su aliento y su valentía. Ahora estaba demasiado nervioso.

Cuando abrió los ojos cayó de rodillas a un suelo de roca y tuvo que esforzarse por volver a respirar. Un relampagueo de miedo le nubló el pensamiento, pero a medida que su respiración ganaba constancia, consiguió calmarse lentamente.

Empezó a mirar a su alrededor. Todo lo que encontró fueron paredes de rocas y escasos fragmentos de cristales luminosos por aquí y por allá que le brindaban muy poca claridad, solo la suficiente como para distinguir que estaba al inicio de un pasillo.

<<Estoy dentro del templo.>>

No tuvo dudas al respecto. No hacía falta ser un genio para notarlo, pero incluso en su estado de confusión podía sentir el poder mágico latente en las paredes y el suelo, como un pulso lejano pero firme. No podía identificar su origen, pero sentía su presencia a pesar de la distancia.

Finalmente se puso de pie, murmuró tres palabras y de su mano derecha nació una incandescencia de color amarillento, que rápidamente formó una burbuja, luego hizo otra, y otra, y otra. Estas se fusionaron entre sí hasta crear una pequeña esfera luminosa similar a un minúsculo sol que se movía hacia donde Nevan avanzara.

Era un hechizo simple que no requería demasiada concentración, pero pudo sentir las paredes a su alrededor reaccionar, luego las burbujas aumentaron su brillo con demasiada rapidez y se produjo una pequeña explosión.

—Mierda...

Lo intentó de nuevo, solo que esta vez se limitó a hacer una sola burbuja. Esperó unos segundos y nada pasó. Bien, con eso podría avanzar. La luz que producía aquella única burbuja no era suficiente para iluminar más allá de tres pasos, pero no le quedaba de otra que ingeniárselas.

Se dio la vuelta. A su espalda solo había un muro de roca, lo cual no tenía sentido. Si la entrada del templo estuvo allí, se había esfumado.

<<Cálmate...>>

Nevan tragó duro. Todo lo que había pensado y analizado respecto al templo estaba resultando inútil. Decidió cambiar de estrategia y se puso a caminar. Ya que estaba al inicio de un pasillo único, realmente no le quedaba de otra. Si eso era lo que el templo le tenía preparado, bien, jugaría con sus reglas... Al menos por ahora.

Sus primeros pasos fueron temerosos, y los que les siguieron ganaron muy poca firmeza, sin embargo se negó a quedarse inmóvil. Caminó por largos minutos en línea recta, a veces encontraba una curva que doblaba hacia la derecha, y a veces, si tenía suerte, hacia la izquierda. Encontró escalones, unos subían, otros bajaban, y luego de lo que sintió fue una hora de caminata, encontró cristales.

—No tiene sentido.

Los cristales solo eran sedimentaciones de las paredes de roca del templo, estaba seguro de que no tenían nada que ver con el juicio. Lo peor era que estaba seguro de que el camino por el que iba no llevaba a ninguna parte. Podría jurar que llevaba en lo mismo horas y horas. ¿Cuándo encontraría algo diferente? Algo que le diera una pista sobre qué hacer... Algo, lo que sea...

El mago rojo | El Legado Grant IWhere stories live. Discover now