Capitulo 2

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A ella le gustaba su propia vida tal y como era. Sin compromisos. Sin tener que ser responsable de nadie más que de ella misma y de Dexter, su gato. Ya había tenido que hacer de madre cuando había sido más joven. Mientras sus padres trabajaban, ella se había ocupado de sus ocho hermanos y hermanas pequeños. Y Jin llevaba cinco años hablando de casarse y tener un montón de hijos. Ella sólo pensaba acercarse a los pañales en el supermercado, y eso, porque estaban enfrente de la comida para gatos. 
El día en que ________ había cumplido los dieciocho años, se había marchado de casa, había estado en Michigan, Petoskey y Detroit. Y de no ser por Jin, no se habría quedado un mes en el mismo sitio. A pesar de que acababa de montar su propia constructora, o quizás por eso mismo, no la había despedido cuando se había enterado de que había mentido acerca de su experiencia como secretaria. 
Lo cierto era que ________ no sabía escribir a máquina ni tampoco era muy hábil hablando por teléfono. Pero en vez de echarla, que era lo que en realidad se había merecido, Jin había decidido salvarla. La había ayudado a terminar sus estudios y le había enseñado lo que era el negocio, y la vida. Había estado muy protegida hasta aquellos momentos y era muy ingenua. 
Hasta entonces, ________ no sabía por qué Jin se había portado tan bien con ella, por qué se había hecho cargo de ella. Pero habían congeniado desde el principio. 
A cambio, ________ había sido la única familia de Jin La única persona en la que podía apoyarse. Nunca había parecido esperar nada más. 
No podía tirarlo todo por la borda por haber cometido aquella estupidez, porque lo cierto era que, como pareja, no tenían futuro. Eran demasiado diferentes. 
Se habrían matado el uno al otro la primera semana que hubiesen estado juntos. 
-Es evidente que hemos cometido un gran error -comentó ella dándose cuenta de que sus carísimos zapatos estaban debajo de la cama y sacándolos con ayuda del dedo gordo del pie-. Hace mucho tiempo que nos conocemos. No me gustaría que nuestra amistad y nuestra relación laboral se estropeasen por esto. 
-A mí tampoco -admitió Jin. 
Se lo estaba tomando bien. No sabía por qué había esperado que Jin se mostrase decepcionado. Pero no hacía falta que estuviese de acuerdo con ella. Podía haber fingido que le hubiese gustado que volviese a ocurrir. 
-Tengo que marcharme. 
Jin se puso en pie. A pesar de los tacones de ________ , seguía siendo bastante más alto que ella. 
-Te llevaré a casa. 
-No, no -se negó ella levantando una mano para detenerlo-. No será necesario. 
Llamaré un taxi. 
-Son más de las tres. 
No quería que la llevase a casa a medianoche porque se sentía menos... responsable. ¿Y si al llegar a casa lo invitaba a entrar? No quería que él la malinterpretase y tampoco estaba segura de ser capaz de controlarse. 
Era sorprendente cómo podía afectarle a una chica una noche de tórrido sexo. 
-De verdad que no hace falta. 
-Entonces, llévate mi coche -insistió Jin poniéndole las llaves en la mano-. Yo 
tomaré un taxi mañana por la mañana. 
-¿Estás seguro? 
-Estoy seguro. Jin le señaló la puerta y la siguió a través de la sala de estar, que estaba a oscuras. Cuando llegó a la puerta, ________ se volvió hacia él. La luz de la habitación iluminaba la parte derecha de su rostro, justo en la que tenía el hoyuelo. 
Jin no sonreía. Casi parecía triste. 
Era normal, acababa de romper con su novia. Tenía que estar triste. 
-Siento lo que ha ocurrido con JiYeon. Seguro que conoces a otra persona. 
A otra que no fuese como su primera prometida, que el mismo día de la boda le había anunciado que quería esperar diez años a tener hijos porque había decidido centrarse en su carrera profesional. Ni como su segunda prometida, menuda pieza. 
Era evidente que JiYeon sólo había querido el dinero de Jin, pero éste estaba tan 
desesperado que no se había dado cuenta. Menos mal que al final había entrado en razón. 
-Lo sé. 
-Supongo que no es necesario que te diga que creo que es mejor que nos guardemos lo que ha pasado para nosotros. El ambiente podría enrarecerse en la oficina si la gente se enterase. 
-De acuerdo. 
Parecía fácil. Casi demasiado fácil. 
-Bueno, tengo que marcharme -dijo ________ colgándose el bolso del hombro y agarrando el pomo de la puerta-. Supongo que te veré el lunes en el trabajo. Jin apoyó la mano encima de su cabeza para que no pudiese abrir la puerta. 
-Dado que esto no va a volver a ocurrir, ¿qué te parece si nos damos un último beso? 
No era buena idea. De hecho, había sido un beso lo que los había metido en aquel lío. Aquel hombre podía hacer milagros con la boca. Si no la hubiese besado así, no habría acabado haciendo el amor con él. 
-No creo que sea buena idea. 
Él volvía a mirarla del mismo modo en que la había mirado la otra vez. Y, de pronto, parecía estar mucho más cerca de ella. Y olía tan bien, estaba tan guapo, que 
________ se sintió aturdida. 
-Venga, sólo uno pequeño -insistió. 
Se sintió atraída hacia él como si fuese un imán. Jin le acarició la mejilla con la punta de los dedos y la peinó con cuidado. La goma del pelo se soltó y una mata de rizos rubios le enmarcó el rostro. 
-Jin, no -lo rechazó, pero no hizo nada para detenerlo-. Los dos estábamos de acuerdo en que esto no debía volver a pasar 
-¿De verdad? 
Le acarició el hombro y ________ sintió cómo se rompía el otro tirante del vestido. El vestido se había quedado sin tirantes y un segundo más tarde, estaría en el suelo. 
«Dios mío, allá vamos otra vez». 
Jin le quitó el bolso que llevaba colgado en el otro hombro y lo dejó caer al suelo. 
-El daño ya está hecho. ¿Acaso cambiaría algo que volviésemos a besarnos? 
Era difícil rebatir semejante argumento, en especial porque le estaba acariciando el lóbulo de la oreja al mismo tiempo. Jin tenía razón. El daño ya estaba hecho. 
¿Qué cambiaría un beso más? 
-Sólo uno rápido -cedió ________ desabrochándole los pantalones-. Siempre y cuando los dos estemos de acuerdo en que lo que pase en esta habitación se quedará en esta habitación. 
-Muy bien -admitió él besándola en el hombro. 
Ella sintió cómo le temblaban las piernas y se prometió que sería la última vez mientras se quitaba el vestido. 
-Una vez más -murmuró enrollando las piernas alrededor de su cintura, mientras él la apretaba contra la pared y la penetraba. 
Una vez más y los dos olvidarían que aquello había ocurrido...

Secretos De Una Secretaria |•| SEOKJIN |•| 《Terminada》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora