EL DÍA MÁS NEGRO.

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Multimedia: Lana del Rey – The blackest day.

27 de julio del 2018.

—Mira Deni, no quiero que malinterpretes las cosas o que pienses que se trata de algún regaño de mi parte. Pero lo cierto es que no te comprendo —ruedo los ojos al escuchar la voz de Becca. Por lo visto llamarla en mi hora de comida ha sido una mala idea —. Tienes al chico, tienes una vida fuera del pueblo, ¿y decides quedarte? ¿Qué es lo que pasa por tu mente, mujer?

Mi mirada se posa en mis hermanas, las cuales se encuentran limpiando los vidrios del local. Ayer, entre las tres, nos pusimos a pintar las paredes, a decorar el lugar nuevamente. Solo que esta vez ya no estoy sola, ahora ellas están conmigo en todo momento. Si todo sale bien, dentro de poco podremos abrir el lugar.

Si, ellas son el motivo de mi estadía aquí.

—Becca, sin afán de ofender...

—Y ahorita cae la ofensa —murmura entre dientes, interrumpiendo lo que quiero decir.

—No soy como tú que vuelas sin que te preocupe lo que dejas atrás, porque atrás no hay nada que te detenga. Pero en mi caso están mis hermanas. Soy la mayor, tengo que pensar en ellas primero.

—No pensaste en ellas cuando te fuiste la primera vez.

—En eso te equivocas —la contraataco de inmediato —. Cuando me fui a vivir a Vallarta pensé primero en mí, pero también pensé en ellas. Porque en primera, mis padres estaban con vida. Y aun así te aseguro de que Nereida estaba esperando a que Nínive creciera, para no dejarla sola. Y ahora ya no se encuentran ellos. Por lo mismo tengo que velar por ellas.

— ¿Y si esta situación se vuelve permanente?

—Solo me quedaré aquí el tiempo que sea necesario.

—Estás en proceso de reabrir tu negocio —muerdo mi lengua en espera de lo que vaya a decir —. Discúlpame, pero va más a quedarte de forma permanente.

—No quiero preocuparme por el futuro, eso me va a causar ansiedad. Solo quiero vivir.

— ¿Y qué hay de Gael? —y tenía que preguntar por él precisamente. Sí que sabe cómo tocar la llaga.

Mi corazón se encoge al escuchar su nombre. Hace cuatro días que se fue, y tuve que aguantar las tremendas ganas de ir corriendo hacia él. De pedirle que no se vaya. Mandar todo lo que le dije al carajo, pero no pude hacerlo. Ni ahora podría pedirle eso.

—Está en Vallarta —suspiro con pesadez —. Nos mandamos mensajes todos los días. En ocasiones hablamos por teléfono.

— ¿Llevan una relación a larga distancia? Sí que son valientes.

—Yo diría que más bien es una amistad a larga distancia.

— ¿Te gusta joderte, verdad? —cuento hasta diez antes de contestarle alguna grosería.

—Es mi vida, yo sabré lo que haga con ella. Y déjame decirte que antes de que formalizáramos nuestra relación él me pidió lo mismo y yo acepté —la escucho resoplar por medio de la bocina —. Y ahora él acepta lo mismo. Y déjame decirte que en situaciones de pareja, es de dos.

— ¿Angie sigue viviendo con ustedes? —cambia el tema de inmediato. Algo típico en ella, ya que cuando va perdiendo la batalla, no enfrenta el problema, rehúye de él. Bueno, por algo es conocida como la errante.

—Sí, dentro de unos días vuelven ella y Gerardo a la Ciudad de México. La rubia ya tiene más confianza en nosotras, y ya extraña a los niños con locura.

La única excepciónWhere stories live. Discover now