eighteen

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Ambos caminaban en silencio por la calle, yendo en dirección al hogar de MinHo. El ambiente estaba algo pesado, MinHo no sabía que hacer o decir y JiSung simplemente no quería decir ninguna palabra, quizá solo necesitaba pensar en silencio y cuestionarse la razón de su existencia.

—Es tu culpa.

—tu culpa.

—Todo lo que ha hecho y le pagas así.

—Te dijimos que te alejaras de él.

Lee suspiró, los comentarios así lo tenían harto de parte de sus voces, las cuales no paraban de hablar desde que comenzaron a caminar en dirección a su hogar. Sabía que era su culpa, quizá debió haber mantenido su boca cerrada, pero estaba harto de que su enfermedad hiciera que las personas lo vieran en menos.

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—¡Han JiSung!

Ambos se separaron de manera rápida, sintiendo sus mejillas arder por la vergüenza de haber sido vistos y Sung frunció su ceño a la vez que cerraba sus ojos, sintiendo como si un balde de agua fría cayera encima suya.

Se volteó con temor y vió como su madre tomaba de su brazo y lo alejaba de MinHo de un tirón. El cuerpo de Han se dejó llevar, debido a que aquella señora era su progenitora y además de ello no tenía tanta fuerza como para poder negarse ante el agarre.

Mamá...

Cállate, ¡tú debías salir con mujeres, no con hombres! Joder, ¿por qué he vuelto en primer lugar? ¿¡para ver como mi hijo salía desviado!?  —la azabache estaba histérica.

Han miró en dirección a MinHo, quien miraba perdido en dirección a la entrada de la cocina. Cierto, su novio había olvidado sus pastillas, seguro por el estrés del momento ahora sus visiones habían vuelto.

Efectivamente, Lee observaba a solo uno de sus amigos, el primero que llegó a tener cuando a penas era un niño de cuatro años, justo después de la fuerte separación de sus padres.

Qué diría tu padre, JiSung. —la fémina seguía y seguía regañando a su hijo en frente de MinHo, importandole nada que el pobre chico que estaba ahí pudiera escucharlos.

Honnie

¿Me estás escuchando siquiera? —la madre observó en dirección al castaño, notando como este negaba con su cabeza suavemente en dirección a la puerta de la cocina, la cual por cierto estaba vacía. —Encima con un loco, Han, ¿qué rayos te pasa?

Cállese, señora —Lee miró en dirección finalmente a la fémina. —Deje a Han, no es su culpa tener gustos distintos. Si a usted le gusta un color y a medio mundo otro, ese medio mundo nunca va a recriminarle por ello.

La fémina soltó a Han, quien se fue rapidamente hasta donde su novio, examinandolo este con cuidado, se notaba algo nervioso, seguro era por su alucinación. Por otro lado la madre del chico de mejillas abultadas miraba algo indignada en dirección a MinHo, quien le veía de manera neutra.

¿Quién te crees tú para callarme?

El novio de su hijo —se alzó de hombros mientras tomaba la mano de Han, asegurándose que este estuviera a su lado. —Y sí, estoy loco, ¿y qué le interesa a usted? Como si pagara mis medicamentos o algo —rió un poco, casi sin gracia.

Fuera de mi casa, ambos. —la mujer tomó la primera mochila que encontró de su hijo y la lanzó en dirección a este, importandole poco si esta tenía cosas importantes suya o solo estaba vacía. —A tí no te quiero ver nunca más hasta que termines con este loco de mierda y se te acabe esa etapa de maricon que tienes.

Soy esquizofrénico, no loco, señora. —le sonrió de manera suave. —Y no es una etapa, porque dudo que le lleguen a gustar las mujeres sabiendo que hay chicas como usted pisando esta tierra.

Si bien MinHo supo que no era bueno generalizar solo le gustaba ver las reacciones de furia que la pelinegra mostraba.

Volviendo al presente, finalmente llegaron al hogar de MinHo. Ahí Sung pudo pucherear de manera suave mientras sentía su corazón doler, su madre practicamente lo había corrido de su propia casa, lugar donde creció sin ayuda de su madre debido a que decidió abandonarlo, y si bien la vida extrañaba ahora se sentía culpable por haber roto ese lazo de madre e hijo que tenían o que alguna vez llegaron a tener... Hace muchos años atrás.

MinHo suspiró y tomó sus pastillas. Estaba cansado de que su consciencia le repitiera que por su culpa corrieron a Sung de su propio hogar. Sintió unos brazos rodearle por de tras y supo que el menor estaba triste, porque pocas veces lo abrazaba así, tan débilmente, como si en cualquier momento fuera a quebrarse.

—Tu madre era una tonta —dijo y se volteó para poder ver al menor, quien tenía sus ojos cristalizados, pero aún así logró hacer que este soltara una suave risita. —Y si ella no te acepta tal y como eres, yo sí lo hago. Puedes vivir conmigo y con mi madre, sabes cuanto te ama —sonrió.

Han sollozó leve y nuevamente se apegó al cuerpo del mayor, quien correspondió al abrazo sin dudarlo dos veces.

—Lo siento...

—No se disculpe, Honnie —el menor suspiró de manera temblorosa y Lee solo guardó silencio, dando leves caricias a la espalda de Han por sobre la ropa. —Gracias, porque usted ha estado todos estos años, en cambio mi madre no, ¿quién la necesita? —sonrió un poco y se acercó al mayor para dar un corto beso en sus labios. —Perdón por decirle amigo, por negar su besito, por no defenderlo de mi madre en su momento..

—Esos pequeños 'errores' que dices que cometiste no importan, porque tu perfección opaca cualquier cosa que hiciste o no hiciste por mí. Gracias por estar a mi lado.

Ambos compartieron un par de sonrisas antes de que la puerta del lugar fuera abierta y la madre de MinHo se dejara ver con bolsas de comida en sus manos. La castaña notó los rastros de lágrimas en los ojos de JiSung e hizo una pequeña mueca bastante preocupada por el novio de su hijo.

—¿Todo en orden?

—Todo bien —Sung le regaló una sonrisa y la fémina sonrió.

¿quién necesitaba a su madre, si tenía a un novio perfecto y a una 'suegra' perfecta?

Esquizo | MinSung Where stories live. Discover now