Olas y sal

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Sus labios estaban fríos. Suaves y fríos.

El primer toque fue despacio, pero luego de unos segundos yo misma me impulsé hacia adelante para poder presionarme más a él.

Su mano se liberó del techo de la camioneta y la colocó en mi nuca, acercándome aún más si era posible.

Había cosas buenas en la vida, pero los besos de Reed Foster estaban por sobre todas ellas.

Nuestros labios se movían en conjunto y pude sentir como se me erizaba la piel de los brazos. Nada tenía que ver con el frío.

Nos separamos luego de unos segundos en los que nuestras lenguas se habían conocido la una a la otra y yo lo o miré a los ojos sin saber exactamente qué decir.

Al menos no fue necesario decir nada porque justo cuando había abierto mi boca para soltar quizás que estupidez gracias a los nervios, sonó la bocina de la camioneta con fuerza, haciéndonos saltar en nuestro lugar.

Reed me sostuvo de la cintura con fuerza luego de que Brian acelerara a fondo.

Se rio.

–Lo siento, Brian es un peligro al volante.

–Puedo verlo –respondí, aun un poco ida, mirando sus labios.

Una de sus comisuras se elevó mostrando sus dientes.

–Estamos a punto de llegar.

Y cuando logré despegar mis ojos de su rostro pude darme cuenta de que tenía razón. Habíamos salido de la autopista y estábamos yendo en una dirección que mis oídos y mi nariz me adelantaban.

El olor de la sal y el sonido de las olas del mar hicieron que una sonrisa apareciera en mi cara.

Si hubiera podido habría pegado un salto de la alegría.

Amaba la playa.

Me giré para ver a Reed y me di cuenta que él ya me observaba, con una pequeña sonrisa en el rostro. Como si estuviera esperando mi reacción al darme cuenta de donde nos encontrábamos.

–Esto es genial –cerré los ojos e inhalé con fuerza–. Gracias.

Su mano me acarició lentamente por debajo de la oreja. Fue un toque tan pequeño que no me atreví a abrir los ojos para mirarlo, pero lo disfruté. No entendía muy bien sus acciones, pero me encantaban.

Minutos después nos detuvimos en la calle que daba con la orilla de la playa.

Reed se bajó primero y me tomó de la cintura para bajarme después. Aunque yo era perfectamente capaz de bajarme sola, se lo permití.

–¿Qué tal tu noche de cumpleaños, Reina del Baile? –me dijo Blue, cerrando la puerta del copiloto a sus espaldas.

Cuando me dijo Reina del Baile hizo que recordara que hace unos minutos atrás antes de besarnos, Reed me había llamado por mi nombre. Era la primera vez que lo hacía desde que habíamos comenzado a hablar.

–Maravillosa –sonreí, mirando las oscuras olas a tan solo metros de distancia–. Me encanta la playa. No recuerdo la última vez que vine.

–Tu no recuerdas ni la mitad de tu vida –respondió ella, colocándose a mi lado.

La miré entrecerrando mis ojos y le di un fuerte empujón en el hombro, lo que causó que se tambaleara hacia el lado y además rompiera en carcajadas.

–Dejen de golpearse y vamos a la arena.

Me di la vuelta para encontrarme con Reed y Brian sacando cosas de la camioneta. El primero llevaba varias mantas, junto con tres leños, mientras que el otro sacaba dos packs de cerveza.

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⏰ Última actualización: Nov 22, 2019 ⏰

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