Trazos de grafito

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Me trencé el cabello mientras esperaba sentada en el pórtico a que Annabeth y Rick pasaran por mí.

Aun no me sentía lista para que Nate me llevara, así que ellos se ofrecieron.

Hoy en la mañana mi madre me había dicho que tendría que ver a un psicólogo esta tarde. No me agradó ni un poquito la idea. Mi madre decía que todo tenía que ver con el estrés post-traumático y ver al psicólogo me ayudaría a arreglar mis ideas con respecto a mi memoria, pero yo no me sentía cómoda contándole de mi vida personal a una persona desconocida.

Escuché el claxon del auto descapotable de Rick y caminé hacia allí con una sonrisa.

Annabeth estaba usando unos anteojos para el sol y me miraba con una sonrisa.

–¡Hola guapa! –chilló con emoción.

–Hola chicos –me subí en los asientos traseros y les di una leve sonrisa.

Rick aceleró y el viento me llegó en el rostro. De seguro llegaría toda despeinada a la escuela.

En la radio comenzó a sonar una canción y Anna chilló cuando la escuchó. Le subió el volumen y comenzó a cantar.

–¡Kenny! –me llamó Anna minutos después desde el asiento delantero–. ¿Qué te parece si este viernes vas a mi casa y vemos unas películas? Tengo que mostrarte cual era tu película favorita.

Ella se dio vuelta para mirarme con una sonrisa gigante. Que no pude negarme.

–¿Por qué no? –le respondí con una pequeña sonrisa.

¿Es que cómo podría vivir sin saber cuál era mi película favorita?

Cuando llegamos a la escuela Nate nos estaba esperando fuera de su auto, mirando su teléfono.

Me bajé del auto y caminé hacia él.

–¡Hola! –lo saludé y el levantó la vista de su celular para mirarme. Sonrió.

–Hola, ¿cómo te sientes?

Llené de aire mis pulmones y miré a mí alrededor. Luego lo miré a él y sonreí.

–No tan asustada como ayer –admití.

–Te ves mejor –comentó el, sin quitar la sonrisa–, y esa trenza te viene bien.

Bajé la mirada y en ese momento Anna y Richard llegaron a nuestro lado.

–¿Qué tenemos a primera hora? –preguntó la chica con un mohín, mientras se apoyaba en el auto rojo de Nate.

Rick pareció recordar algo y me miró.

–Oh, Kenny. Tienes que escoger entre dos clases –me miró con ambas cejas alzadas–. Tienes música o artes.

No lo tuve que pensar ni un minuto. Siempre me había gustado el dibujo y no era tan mala en ello.

–Artes –dije y asentí con la cabeza.

Annabeth puso una mueca.

–Pero todos estamos en música, ¿segura que quieres estar sola? –me preguntó–, antes estabas en música.

Fruncí las cejas. ¿Música?, pero si yo era un cero a la izquierda con el canto y todo lo que tenía que ver con instrumentos musicales. ¿Cómo pude elegir música?

–En realidad me gusta más artes y no me molesta estar sola –me encogí de hombros.

Anna se encogió de hombros y dijo algo, pero en ese momento mi concentración fue tomada por la camioneta negra que acababa de llegar. Los mismos tres chicos se bajaron de ella, pero ninguno miró en nuestra dirección. Ni siquiera Reed.

ForgottenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora