Capítulo 84: No puedes ayudarme

Začít od začátku
                                    

—¿La verdad? —cada vez dura más tiempo sin la mascarilla—. Siento que me haré pis en cualquier momento.

Todos soltamos una risita y él nos mira confundido, el médico me mira directamente y asiente con la cabeza como para indicar que me acerque a él mientras le explico.

—Eso es normal —beso su frente al llegar a su lado y le tomo la mano—. La sonda que tienes te da esa sensación pero no te harás pis.

—¿Segura? Porque sería muy embarazoso que lo primero que vieras de mí fuera eso.

—Segurísima.

—¿Cuánto... cuánto tiempo estuve dormido?

—Un mes y diecisiete días —respondo antes de que Jeanette sea capaz de verlo en la hoja—. Te estabas tardando.

—Pero, ¿cómo es posible?

El médico le da una larga explicación sobre el coma inducido y cómo su cuerpo reaccionaba cada día. Le explica que en casos como el suyo nunca es posible dar un pronóstico con exactitud porque todas las personas son diferentes y reaccionan a su manera, que eran contadas las veces en que había visto una recuperación como la de él pero que el camino que tenemos por delante será difícil, va a estar rodeado de terapia física y en un principio va a tener que ocupar una silla de ruedas para movilizarse ya que ha perdido mucha masa muscular en las piernas. En medio de toda la charla, saqué mi teléfono y le envío un mensaje a Consuelo y a mi mamá para informarlas y que ellas transmitan el mensaje a los demás. Finalmente, después de contestar todas las preguntas de mi novio, nos dejan solos otra vez.

—Creo que me he mareado con tanta información —estira una mano hacia mí y la tomo.

—¿Por qué no intentas dormir un poco? Pero tienes que prometerme que despertar en un par de horas.

—¿Cómo está Cassia?

—Extrañándote cada día, puedo traerla esta tarde si quieres.

—Claro que quiero, no veo la hora de verla —nos quedamos en silencio una vez más hasta que él apoya una de sus manos en mi abdomen casi inconscientemente y no puedo evitar mirarlo sorprendida—. ¿Puedo preguntarte algo? —asiento solo moviendo la cabeza, no soy capaz de formular ninguna palabra—. No estoy seguro de si fue un sueño o lo escuché de verdad, ¿estás...? ¿Vamos a...?

—Sí, es verdad. Vamos a ser papás, Diego.

Sus ojos se llenan de lágrimas y en el monitor el número de sus latidos aumenta, hace que me acerque a él para besarme de una vez por todas, logrando que mis latidos sean ahora los que se descontrolan.

—Es la mejor noticia que podrías haberme dado.

—¿Lo escuchabas todo?

—No todo, algunas cosas.

—¿Escuchaste cuando Cassia te dijo...?

—¿Papá? —me interrumpe, todavía con sus ojos llorosos—. ¿Eso fue real?

—Claro que lo fue.

—Soy el hombre más afortunado del mundo.

—Promete que no volverás a dejarnos, Diego.

—Nunca más me alejaré de ustedes. Te amo tanto, Elizabeth.

—No más de lo que yo te amo a ti.

***

Después de dos semanas de buena evolución, por fin dan de alta a Diego y puedo llevarlo hasta mi departamento, no hemos hablado mucho del tema pero supongo que se quedará conmigo, sabe que puedo cuidarlo y ayudarlo, que siempre estaré a su lado.

Cartas a BenjamínKde žijí příběhy. Začni objevovat