43. SÁBADO

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De noche.

¡Ya regresé a casa! ¡Acaricié al tigre bebé!

Me sorprendió notar que muchos animales en el zoo parecían tristes y que me miraban como si el monstruo fuera yo. Cuando me acercaba a sus jaulas, ellos retrocedían. No entiendo por qué, si yo no les hice nada. Capaz no les gustan las personas.

Al final, me distraje tanto con mis primos que olvidé hablar con la tía Lucía hasta que subimos a su coche para regresar a casa. Fue ella la que me preguntó qué era eso que quería conversar en secreto y sin que mamá supiera.

Primero, le pregunté si me prestaba su filmadora. Y, luego, cuando ella quiso saber para qué la quería, le conté en voz bajita sobre el monstruo que me ataca a veces en mi casa.

Lucía aparcó y se puso a llorar antes de que yo terminara de hablar. No pudo responderme por casi media hora.

Prometió hacer lo posible por arreglar la filmadora que hace un tiempo que no enciende. Dijo: "Haré hasta lo imposible por ayudarte a cazar a ese monstruo, lo juro".

Confío en ella.

La niña que  luchaba contra monstruos (TAMBIÉN EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora