Amor no correspondido

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Durante toda la noche Steve pudo recordar a Tony, reflexionar sobre la situación y procesar lo que había pasado en el camarote que muy seguramente compartiría con Sharon.

Ciertamente había sido algo en verdad imprevisto e inesperado que Sharon se le hubiese mostrado de forma tan descarada, pero pareciese que la rubia esperaba que él prosiguiera sin culpas. Tal vez ella pensaba que aún eran prometidos y que se casarían cuanto antes apenas llegaran a la capital. Tal vez creía eso, ya que las cartas pudieron no haber llegado a pesar de que el dueño de las palomas le había asegurado que sí serían recibidas por los remitentes.

También cabe decir que el rubio se sentía un poco mal por ello. A pesar de haber vivido tantos días con los Vengadores hasta el punto de considerarse el teniente de la tripulación; la verdad era que Steve también seguía siendo un caballero, y con ello, seguía manteniendo sus ideales, modales y la educación, dada por sus padres y la sociedad. Era esa misma personalidad la que le estaba atormentando la mente, diciéndole que había sido muy rudo con la rubia, que había desquitado con ella toda la impotencia que cargaba y que ella no tenía la culpa de nada.

Con ese último pensamiento Steve se decidió a ir a hablar con la dama, una vez que los rayos del sol que amenazaban con un nuevo día, comenzaran a salir.

Tocó un par de veces la puerta del camarote, esperando que la rubia estuviese despierta.

—Sharon, soy yo, Steve ¿puedo pasar? —preguntó con voz tranquila, tratando de ser suave. Esperó por unos segundos respuesta alguna hasta que escuchó un "adelante" del otro lado de la puerta.

Abrió con cautela y un poco de miedo de poder encontrarse nuevamente a la rubia en paños menores; pero para fortuna del ojiazul, ésta se encontraba vestida, con un precioso vestido rosa con blanco.

Estaba sentada frente al tocador, aplicándose un maquillaje muy leve, sin voltear a ver a Steve, más que por el reflejo del mismo espejo. Ciertamente se encontraba molesta y ofendida, el mal sabor de boca que le había dejado la noche anterior no había pasado, pero claro, también quería estar en las mejores condiciones posibles con Steve y esperaba que la presencia del rubio ahí fuese para disculparse y ¿por qué no? con una buena reconciliación.

—Sharon, creo que te debo una disculpa, estos días he tenido un comportamiento muy poco propio de mí; por lo cual te quiero explicar varias cosas. Sé que puedo confiar en ti —comenzó a hablar Steve mientras se acercaba a donde estaba ella.

"Empezamos bien" pensó la mujer tratando de reprimir una sonrisa de triunfo.

—Te escucho —respondió concentrada en su propio reflejo, tomando unos aretes con pequeños diamantes.

—Esas personas que arrestaron, son muy importantes para mí. Ellos no me maltrataron, tampoco me secuestraron, ni mucho menos abusaron de mí. De hecho la razón por la cual me llevaron con ellos fue porque recibí una herida de bala y no tuvieron otra opción si querían salvarme la vida. Siempre me trataron muy bien y además, son buenas personas. ¿Sabes qué hicieron con el dinero? Comprar bienes para poder repartírselos a la gente pobre, y sabes que tiene sentido —comentó Steve, recordando que el coronel le había explicado que descubrieron lo que habían hecho con el dinero al visitar Barlovento.

Sharon ésta vez sí que se volteó de la pequeña banca acolchonada en la que se encontraba sentada para así poder ver directo a los ojos a su amor.

—Steve, te creo ¿sí? Pero por más buenas personas que sean, también son criminales. Les robaron a familias nobles, atracaron casi toda la capital, atacaron a nuestros oficiales y sirvientes. Cometieron crímenes y muy graves; y como tal, merecen justicia, no podemos simplemente exorarlos de sus crímenes porque tengan buenas intenciones —explicó la rubia pasivamente, reprimiéndose el dolor de cabeza que le causaba el hecho de que Steve se mostrara tan amable a aquellos rufianes. Y era verdad que le creía, pero eso no hacía que la rubia les dejara de tener siquiera un poco de todo el odio que sentía hacia ellos.

Forbidden heartWhere stories live. Discover now