La noche en que todo aclaró

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- ¿Qué? – preguntó Vanderwood, incapaz de dar crédito a lo que escuchaba. Gran parte de la fama de Melissa era que ella no tenía corazón, que era capaz de disparar a cualquiera, incluso a su propio prometido. La temían y respetaban en la agencia por eso, y por el gran número de asesinatos cometidos en tiempo récord. Nadie era capaz de tanta frialdad. Sin embargo, Vanderwood sabía que ella no era tan fría como intentaba demostrarle al resto.

- Sabía que si no lo mataba, la agencia me iba a matar a mí. Decidió tomar la decisión por ambos. – continuó Melissa. Nuevamente se hizo un silencio muy pesado, donde Melissa tomó el último vaso de whisky sobre la mesa, antes de continuar. - Nunca sería capaz de matar a quien amo, por más que sea una misión. No soy una bestia, a pesar que he asesinado a muchas personas que podrían asegurar lo contrario. – aseguró ella, con una sonrisa irónica en los labios. Vanderwood y Saeyoung no sabían qué decir.

- Lamento todo lo que te sucedió. – dijo Vanderwood, tomando sus manos, mientras entrelazaba sus dedos. Melissa lo miró con una leve sonrisa.

- No es culpa de nadie. Diego era efectivamente un traidor. – dijo ella con mucha amargura. - Tarde o temprano lo iban a descubrir. Si no lo asesinaba yo, probablemente lo haría alguien más. – dijo Melissa, mientras una lágrima recorría una de sus mejillas. Se la secó rápidamente, pretendiendo que nadie lo notaria, pero todos en la mesa lo hicieron. - Pero la agencia necesitaba que fuera yo, para comprobar mi lealtad. Y así lo hice, a ojos de todos. – Melissa suspiró, concentrándose en su vaso vacío. – Y así espero que se siga viendo en la agencia. – dijo ella, mirando a sus compañeros. Ellos asintieron, había una promesa implícita en el ambiente.

Había demasiadas cosas que Vanderwood no sabía de su compañera. De pronto, la puerta de su habitación se abrió, al tiempo que sonó levemente.

- ¿Estás despierto? – preguntó Melissa. Traía una botella de whisky en las manos y dos vasos. Vanderwood sonrió, y la invitó a pasar. Melissa se acomodó en la cama, dejando la botella en la mesita de noche, y sirviendo los vasos. Vanderwood suspiró. No estaba bien que ella bebiera tanto.

- Deberías estar descansando. – dijo, observándola. – Tuviste una misión bastante pesada y...

- Bah, no fue tan terrible. Más me preocupa que Saeyoung tenga pesadillas con mi auto. – dijo ella, y ambos rieron. – ¿Y tú, por qué estás despierto? – Vanderwood no sabía bien qué responder. ¿Sería capaz de decirle que estaba rememorando la conversación que habían tenido hace algunas horas?

- No podía dormir. – respondió. Melissa asintió, y no quiso preguntar más al respecto.

- Bueno, de todas formas lo agradezco o sino habría tenido que beber esto yo sola. – dijo riendo. Vanderwood la miró: había algo de cierto en sus palabras. Ella trató de quitarse las ideas de la cabeza, y acercó su vaso al de Vanderwood para brindar. Ambos sonrieron.

Vanderwood observó a su compañera, buscando en sus rasgos las respuestas a todas las preguntas que tenía. Pero no era posible. Melissa nunca había sido un libro abierto, y solo se notaba el gran dolor que sentía a través de la bebida. Quizás, para entender cosas, tenía que ceder.

- ¿Recuerdas el atentado en el Centro Comercial de Seattle, el año pasado? – preguntó de pronto Vanderwood. Melissa asintió, un poco extrañada de por qué hablaba de eso en ese momento.

- ¿Cuándo el centro comercial se incendió, no? Dijeron que se había producido por una fuga de gas... - dijo Melissa. Luego abrió los ojos, comprendió lo que su compañero le quería decir. - ¿Fuiste tú? – preguntó asombrada. Vanderwood asintió con la cabeza.

Interlace «Mystic Messenger» [Saeyoung/MC/Vanderwood]Where stories live. Discover now