Capitulo 23 "Amargas palmadas"

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El tenía un rostro inocente que fácilmente le traía conquistas, podía llevarse a la cama a cualquier chica que se lo propusiera, pero un cuerpo tibio y vacio de afecto en las noches al cual abrazar no lo era todo en la vida, había más en ella, mucho más.

Esa en noche en especial había regresando solo solo casa y la fría oscuridad lo tomó y lo acogío de todas las maneras posibles en la que la depresión y soledad lo hace.

Esa noche en especial tambien miro a su plateada arma que estaba cargada y también la soga que volvía a tomar  su habitual lugar tendiendo desde desde techo al igual que las botellas de vidrio de puro alcohol algunas a medio tomar y otras completamente vacías; ellas a diferencia de la soga bañaban el piso al igual que las cenizas y anaranjados filtros de cigarrillos.

La mugre y el polvo ya no eran un problema, tampoco lo era una mascota, jamás había tenido una ni mucho menos pensado en una, se había hecho la sugerencia de que si no podría cuidarse ni a él mismo jamás podría a un animal.

Depronto él empezó a contar:

- 1 ... 2 ... 3... - el sonido del disparo no llegó - 1 ... 2 ... 3... - tampoco lo hizo esa vez - 1...2... - comenzó a llorar - ...3.

La suerte lo engañaba una vez mas porque él disparo no salió y el gatillo resonó hueco por el oscuro lugar.

Depronto levantó el arma, pero esta vez no la apunto a su cabeza sino a la puerta escuchando los sonidos de unos pasos tras ella, pero el no la abriría como siempre dejaría que la tocaran hasta hartarse y entonces una hoja blanca se deslizó bajo ella. Era una citación.

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El fuerte viento aullando afuera lo regreso de sus recuerdos. Derek se recostó sobre la pared vidriada viendo al patio a su derecha.

Las nubes afuera estaban de un gris muy oscuro casi negras y un viento se elevaba evidenciando el devenir de una tormenta. Hasta el corto pastizal de un tenue verde oscuro se movía precipitado empujado por el viento.

Derek recordó haber estado en ese mismo lugar completamente perdido y desorientado solo en busca de una informante; pensó en cuánta suerte tuvo de encontrar a Rachel, una chica tan fácil de asustar y convencer.

Entonces una figura pasó por la puerta del oscuro patio. Apretó el arma en su mano hasta que su vista chocó contra una mirada familiar. Tragó duramente su propia saliva y la figura con su mirada también puesta en él, le sonrió.

- Miguel - susurró y como si el camino estuviera marcado para ambos lo tomaron rumbo al patio; allí en donde aquel codiciado árbol se asentaba rodeado de altas y anchas paredes vidriadas.

Una vez que Derek entró en la habitación, hubo tantas cosas que pensar, tantas palabras que decir, entender y sentimientos que asimilar que apenas recordaba su propio nombre y mucho menos el frustrado plan que él tenía para salvaguardar su vida.

Miro a Miguel. Para él se veía tan diferente, se le había puesto el pelo aún más negro de lo que él recordaba y había bajado casi quince quilos, pero aún así Derek sabía bien quién era él; así hubieran pasado quince años más él lo habría reconocido igual.

Físicamente hablando no había nada que lo distinguiese entre un millones de personas de su misma edad. Vestía con unos pantalones largos azules y negros, una camisa negra holgada sobre una blusa blanca demasiado manchada de sangre. Él parecía haber dejado de pensar en su atuendo hacía mucho tiempo atrás. Con los años Derek también lo habría hecho.

Cómo buen observador que era también miró los brazos de el producto de llevar remangada aquella camisa, y al ver las marcas de quemaduras en sus brazos en donde antes habían cabellos, Derek recordó cuando se las había hecho de niños jugando, vio también las varicosas venas que le sobresalía en la carne de sus brazos, fácilmente a él se lo podría haber confundido con uno de esos lunáticos que pasaban demasiado tiempo levantando pesas en el gimnasio, una persona con nada mejor que hacer que recorrer cuatro paredes y preocuparse por si conseguía sacarle un musculo mas a su ya tan exprimido cuerpo, uno que tal vez también podía llevar con orgullo a la playa en el verano, pero aquel muchacho no tenía la piel bronceada, sino pálida, extremadamente pálida.

El Trato y El Sacrificio 🎭 Where stories live. Discover now