El omega quedó en completo silencio, analizando la nueva información que había llegado de golpe a su cerebro. Sin saber muy bien la razón, sus ojos se habían puesto llorosos mientras miraba sus zapatos. Nunca era agradable saber que te iban a usar y, aunque ya lo sabía, eso no quería decir que fuera menos doloroso. Todos los adultos a su alrededor parecían querer sacar algún provecho de él, haciéndole sentir como si solo fuera un objeto sin sentimientos. Una lágrima rodo por su mejilla, limpiándosela con el puño rápidamente.

— ¿Por qué me lo dijiste? ¿Por qué les desobedeciste sabiendo que eso podría matarte?

— Porque me enamore del lindo omega con gran sonrisa y cabellos de algodón de azúcar.

La respuesta del alfa salió tan rápido que el otro solo pudo pensar en si siquiera había pensado sus palabras antes de decirlas. Volteó a verle, parecía tranquilo, más relajado. Era como si poder decir todo aquello hubiera hecho que cualquier peso sobre sus hombros desapareciera. El de cabellos oscuros no esperaba una respuesta, en su interior solo deseaba que, cuando volvieran a cruzar sus miradas, en los ojos del menor no hubiera ese sentimiento de odio.

— Necesito estar solo Jeno, necesito el poder pensar en calma.

El nombrado solo asintió, sin voltear a ver cuándo Jaemin se levantó para marcharse. Al menos había una oportunidad de ser perdonado o era lo que quería creer en su interior. Cerró sus ojos y se dejó caer sobre el césped esperando, como cada noche antes de ir a dormir, que cuando despertara todo hubiera sido solo un mal sueño.

Jaemin volvió solo a su casa, llegando cuando era ya de noche. Las luces de las calles iluminaban su rostro en ángulos un poco extraños mientras pateaba una roca al caminar. No sabía que creer, pensar o en cómo actuar a partir de ese momento. Era todo una gran mentira en la que había sido envuelto sin saberlo.

Al entrar a su hogar, saludó amablemente al personal antes de subir a su cuarto en silencio. Para nadie pasó desapercibido su extraño humor, que había estado acarreando desde hace días. Al entrar, se sentó en su ventana mirando al cielo oscuro en silencio. Era una noche sin luna, más oscura que de costumbre.

La señora Lee entró luego de unos minutos trayendo algo de su ropa que había sido lavada. Miró la espalda del adolecente por unos segundos antes de seguir con su tarea de guardar todo en el amplio armario del hijo de su jefa. Iba a retirarse nuevamente cuando la voz suave le llamo.

— Señora Lee ¿Usted perdonaría a alguien que le ha hecho daño? Sabiendo que lo hacía pero haciéndolo por obligación.

— ¿A qué, o mejor dicho, a quien se refiere? — Preguntó curiosa, manteniéndose cerca de la puerta sin moverse. —

— Confié en alguien quien sólo me estaba usando porque alguien más le obligo a ello. Ese mismo alguien me dijo lo que me hizo, no queriendo seguir haciéndolo. Duele tanto, también tengo miedo pero hay una parte de mí que quiere abrazarlo.

La mujer le miró con algo de pena aunque el muchacho no se había dado vuelta para verle en ningún momento. Se acercó con cuidado, poniendo una de sus manos sobre el delicado hombro mirando hacia el jardín de aquella enorme casa.

— Creo que quien se hace cargo de sus errores, aceptando su culpa y todo lo mal que ha hecho de manera sincera, merece al menos el perdón. No digo que la confianza, el cariño o el tipo de relación vaya a volver a ser la misma. Pero si esa persona lo ha hecho desde el corazón, no queriendo dañarte más, pienso que podrías perdonarle. No es bueno vivir con rencor en tu corazón Jaemin pero al final, la decisión va a ser solo tuya.

La mujer dejó un suave beso sobre el cabello del omega antes de retirarse. Conocía a ese chico como la palma de su mano y podía decir que en su corazón ya tenía una respuesta a su propia pregunta. Únicamente necesitaba que alguien más lo apoyara en ello para poder seguir adelante.

Opuestos En Común. NominWhere stories live. Discover now