Capítulo 3 "Mi informante"

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Entonces se escuchó un sonido horrible, como el de miles de gritos cargados de desesperación que desgarraban agónicas gargantas a su paso. Algunos eran gritos de puro terror y confusión ante lo que estaba ocurriendo, pero otros eran llantos que imploraban por sus vidas y por una ayuda que jamás llegaría.

Rachel confundía sintió el escalofriante sonido de todos aquellos gritos cuando el juego finalmente comenzó. Aturdida por ellos, que parecían venir de todas direcciones, soltó su mano como si le quemara la piel.

— ¿A dónde vas? — él le preguntó. Estaba, contrariamente a todo, tranquilo, observándola con una indescifrable media sonrisa que la hizo estremecer — El juego apenas ha comenzado —explicó.

Entonces Rachel medio corrió en dirección al patio y, cuando llegó al umbral, su mirada chocó de golpe con una zona de guerra en donde se sintió como una solitaria espectadora viendo cómo todo el instituto era sumido en las oscuras sombras del terror sin poder creer que aquello era real; una pesadilla que cobraba vida frente a sus ojos.

Todos corrían de algo o de alguien; todos gritaban y quienes no lo hacían yacían sobre el pastizal del patio, inconscientes. Entonces comenzó a retroceder y solo se detuvo cuando los talones de sus zapatillas tocaron la fuente de mármol tras ella.

— Aléjate de la puerta — le aconsejó el muchacho.

Al mismo tiempo, los cristales del lugar comenzaron a romperse, impactados por lo que parecían ser disparos, mientras una multitud de estudiantes y enmascarados corrían hacia el interior del lugar en busca de refugio.

Aturdida y empujada por la multitud, Rachel cayó al suelo, sintiendo el peso y la presión de pies y cuerpos extraños que la sofocaban y pisaban. Dolor, miedo y confusión la envolvieron por un momento hasta que unas rápidas manos femeninas tomaron las suyas para ayudarla a ponerse de pie y llevarla a un lugar seguro donde su espalda abrazó con potencia la fuente de mármol.

Aun no podía ver nada con claridad, no podía escuchar nada, ni siquiera a quien la había ayudado, que desaparecía siendo arrastrada por la multitud; todo era una mezcla de pasos, gritos, golpes y su muy agitada respiración manteniéndola viva. Pero entonces, un cuerpo se detuvo a su izquierda entre la multitud. Era como una roca dura contra la marea y mirándola solo a ella; su pecho se elevaba agitado, su rostro cubierto por una blanca máscara solo dejaba ver a sus ojos negros que la reconocieron al instante, al igual que ella a él.

Rachel entonces se puso de pie, observando hacia la salida con anhelo.

— ¡Vaya, vaya. En verdad que es un pequeño pueblo! — exclamó deslizando su máscara hacia arriba para revelar su rostro — Gracias por no divulgar mi secreto, pero... — dijo mientras avanzaba y el lugar comenzaba a quedarse vacío nuevamente — Te dije que vendría por ti — terminó mientras un objeto punzante centelleaba peligrosamente en su mano.

Rachel estaba paralizada, ahogada en la oscuridad de sus oscuros ojos atrapantes e incapaz de moverse hasta que una voz familiar llegó:

— ¡Aléjate de ella! — ordenó Jessica, empujándolo rápidamente lejos de Rachel. Pero él reaccionó con la misma velocidad, levantando su mano y golpeándola en el rostro.

La sorpresa se evidenció en ella mientras largas gotas de sangre comenzaban a escurrírse por su nariz.

Rachel sabía bien que Jessica jamás había recibido un golpe en su vida, ni siquiera de sus padres. Ellos la habían criado con tanto amor que dio como fruto a la amable y tierna Jessica incapaz de dañar a alguien.

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