Capítulo 16 (II)

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—¿Quieres ir a cenar? —me pregunta Hero mientras nos quitamos los patines.

—Vale, pero antes tendríamos que ir a cambiarnos —digo señalando nuestras ropas mojadas. A mí lo que más me molesta es el culo, que está completamente mojado por las caídas, la sudadera aún no ha calado y el pelo me lo tendré que secar para no resfriarme, pero estoy bastante segura de que Hero lo está pasando peor por mi culpa, aunque se lo tenía merecido por reírse de mi. Él asiente, dándome la razón.

—Te llevaré a la residencia y luego vamos a cenar. —Se pone en pie y va a devolver nuestros patines pero yo me ato los cordones corriendo y le sigo.

—Tú también tienes que cambiarte, o enfermarás. —Tengo que hacer un esfuerzo para seguir su ritmo porque cada paso suyo son dos míos, pero él no se da cuenta de eso.

—No hace falta, se nos hará muy tarde si no. —Le devuelve los patines al encargado y le da las gracias con una sonrisa.

—Si no te vas a cambiar me obligarás a darte uno de mis jerséis. Creo que solo me queda limpio uno de esos que son muy cortos, podrías ir enseñando tableta. —Su cara muestra que no le apetece llevar uno de mis jerséis, así que acepta ir a cambiarse de mala gana.

El trayecto de vuelta a la residencia se hace más largo por la corriente de aire frío que crea la moto al ir tan rápido. Comienzo a temblar y noto que Hero también, así que en vez de tocarle lo menos posible para agarrarme, me armo de valor, le abrazo y me acerco más a él. Si me pregunta, diré que ha sido por el frío, aunque puede que también tenga otras intenciones. Por la tensión, no puedo apartar mi atención de la sensación de mis brazos alrededor de su cintura y me olvido completamente de los preciosos edificios que vamos dejando atrás. Para cuando el chico se para delante de la puerta, casi me he olvidado de por qué habíamos decidido venir aquí.

—Sube, te espero aquí —dice después de quitarse el casco y arreglarse el pelo tirándolo para atrás. Sus ojos parecen negros por la falta de luz y el viento sopla helado, pero él parece inmutable.

—Ni de broma, te vas a congelar aquí. Sube conmigo. —Me espero a que aparque tiritando y cuando llega a mi lado comienzo a correr hasta la puerta, aunque a él le basta con caminar ligeramente rápido.

Entrar al edificio me parece entrar a otro mundo. Todo está perfectamente iluminado, la calefacción está encendida y todas las personas que faltaban en la calle por el frío están dentro, en el salón compartido o haciéndose la cena en la cocina. Decido no esperar a que el ascensor llegue porque tarda una eternidad y comienzo a subir las escaleras escuchando los pasos de Hero detrás de mí. Estoy celebrando mentalmente el no haber tenido que saludar a nadie por lo incómodo que se me hace y lo rara que soy con los desconocidos cuando se cruzan conmigo dos de mis vecinos bajando por las escaleras, así que no puedo evitarlo y hago un gesto extraño con la cabeza a modo de saludo.

—¿Tantos pisos tienes que subir cada día? —escucho a Hero quejarse a mis espaldas.

—Hacer ejercicio es sano. —Aunque la mayoría de veces subo por ascensor, sobretodo con Mercy, esa chica es muy vaga.

Al fin veo la horrible puerta naranja con mi número de habitación y agradezco el estar apunto de quitarme esta ropa mojada. Giro la llave y dejo a Hero pasar primero, felicitándome a mi misma por haber guardado toda la ropa que me había probado antes de salir.

—Es acogedor —dice mientras se sienta en la cama, rebotando un poco.

—Es diminuto, pero gracias, lo hago lo mejor que puedo. —Comienzo a rebuscar en el armario y no le presto demasiada atención, pero puedo sentir como mira cada objeto de las estanterías.

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