31 (segunda parte)

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— ¿Jeno?

La voz tan familiar me sorprendió y con la visión nublada le busqué. Acababa de entrar a la bodega, tenía una expresión de horror al lograr reconocerme. Taeyong estaba allí, mi querido hermano había reaparecido solo para verme morir. Estaba mareado y tan confundido que no podía entender qué estaban diciendo. Lo último que puedo recordar antes de desmayarme fue a mi hermano poniéndose frente a mi tratando de protegerme a como diera lugar. Muy tarde había llegado.

Desperté en una camioneta, estaba en la caja de la misma teniendo mi cabeza sobre las piernas de Taeyong. Apenas podía verlo con la oscuridad de la noche pero le oía llorar pidiéndome que no volviera a cerrar mis ojos, que ya estábamos cerca.

— Dios Jeno ¿En qué te metiste? Mamá va a enloquecer cuando te vea así.

A pesar del dolor punzante en mi cuerpo y mi mente confundida, entendí que él aún no lo sabía. No fue algo que salió en las noticias o que causara mucho revuelo. Una prostituta siendo asesinada por un cliente era algo horrible pero, al ser una mujer pobre, realmente no le importaba a nadie.

— Ella murió Tae, lleva meses muerta.

Decir aquellas palabras me costó la poca energía que tenía. Vi su rostro de horror antes de volver a desmayarme. Al despertar nuevamente estaba en una habitación de hotel, más consiente pero aún bastante adolorido a pesar de estar muy drogado con analgésicos. No me moví mucho, no podía de hecho, sólo busqué con mis ojos en la habitación. Taeyong estaba recostado en el sofá con su cabeza sobre el abdomen de un chico quien no conocía. Mi hermano estaba dormido y el otro chico se dedicaba a mirarle mientras acariciaba su cabello con calma.

Era una escena un tanto íntima y estar presenciándola me hacía sentir un poco incómodo por lo que carraspeé. El sujeto, quien podrás deducir era Ten, me miró sorprendido antes de despertar a Tae. Al ver que había despertado se arrojó sobre mí. Lo escuché pedir disculpas, por dejarme, por irse, por la golpiza que me habían dado y por no estar conmigo cuando murió nuestra madre.

Unos doctores vinieron a revisarme, asegurarse de que todo estuviera bien y luego volvieron a dejarnos solos. Me presentó a Ten como su novio y estuvimos hablando por poco más de una hora antes de que Taeyong sacara al omega del cuarto. Cerró la puerta detrás de él y me miró con ojos dolidos, si me concentró aún puedo sentir la angustia que emanaba ese día.

— Jeno lo lamento, de verdad. Iban a matarte mierda, no podía dejar que lo hicieran. No había salida solo... trata de comprender.

No entendía en un comienzo, no sabía porque parecía temblar hasta que la puerta fue tocada y luego entraron cuatro sujetos. Todos alfas, intimidantes y enormes. Yang estaba en medio de ellos, con una expresión extraña debido a esa pequeña sonrisa en su cara. Me miró como se mirara un ansiado premio y supe, sin saber nada, que parte de mi estaba condenado. Se sentó en la silla para visitas frente de mi cama mirándome fijamente.

— Eres un niño muy fuerte Lee Je No. Vaya sorpresa me di cuando me enteré que tenías tan solo quince años. Muy joven pero indudablemente fuerte, mi hijo jamás había recibido tal paliza y tiene un muy buen entrenamiento para poder defenderse.

Me dio una sonrisa con sus dientes blancos, era algo así como un chacal mirando a su presa. Apoyó sus codos sobre las rodillas sin dejar de mirarme.

Opuestos En Común. NominWhere stories live. Discover now