Capitulo 21

2.4K 222 25
                                    

Ben está justo ahí, de pie frente a mí.

¿Por qué?

Estoy demasiado confundida para pensar con claridad. Él, por otro lado, esquiva mis ojos. Está parado recto, serio, y con el cabello revuelto. Justo a su lado está Vosch.

Siento la ira subir desde mi pecho hasta mi garganta cuando lo veo.

Me sonríe de forma burlesca y me hace una leve señal hacia Ben con la barbilla –En realidad te agradezco por todo, Zombi. Sin tí no estaríamos hoy aquí –. Dice y vuelve a reír.

¡Maldito sujeto asqueroso!

La furia se hace aún mas grande, de repente todos mis sentidos se alinean y se ponen alerta.

Me safo del agarre de uno de los soldados y robo su pistola, entonces la apunto hacia Vosch, hacia su cabeza, en la frente, justo en medio de los ojos. Finalmente vacío el cargador como tantas veces he hecho en mis sueños.

Pero por sorprendente que parezca los disiparon no lo alcanzan. Las balas rebotan a centímetros de su cara y no sé porqué. Entonces observo con más atención y pese a la pobre iluminación me doy cuenta de que hay una especie de vidrio casi imperceptible que lo separa de mi.
Se me acaban las balas y le lanzo la pistola, luego me lanzo yo y empiezo a aporrear el vidrio con mis propios puños, ahora hacia Ben.

Él no me mira, sólo ve fijamente las puntas de sus zapatos.

–¡Maldito traidor! ¡Maldito traidor! ¡Eres un traidor! ¡Maldito!
Siento que me agarran por detrás, me sostienen por los brazos y los hombros y me apartan del vidrio, pero yo no dejo de gritar. Me doy cuenta de que también estoy llorando, pero no es solo de rabia.

Me duele el pecho cuando miro a Ben, y me duele aún más cuando agacha la cabeza, ignorándome completamente.

De repente, siento un terrible golpe en el estómago que me saca todo el aire de los pulmones y me afloja las rodillas. Y luego otro, y otro más hasta que la saliva y la sangre empiezan a escurrírseme por las comisuras de la boca al morderme la lengua en el cuarto o quinto golpe. Luego de varios puñetazos más pierdo la cuenta.

Cuando se detienen, dejo caer la cabeza hacia delante, sin fuerzas, con mis pulmones rogando por aire.
Veo unas botas detenerse frente a mí.
Vosch se arrodilla para quedar a mi altura y levanta mi cabeza sosteniéndome por el cabello, siento como me lo arranca por la fuerza con que tira.

Me hace mirarlo. Lo odio. Lo oido tanto.

–¿Creíste que podrías salirte con la tuya? ¿Lo creiste enserio? –me pregunta fingiendo pena –No puedo creer que seas tan ingenua, Ice. O mejor dicho...Liv ¿No, Ben?

Me voltea la cabeza hacia él para que lo mire. Ben no dice nada, solo sigue ahi parado como una estatua, rígido, pálido y ojeroso...como un zombi.
Tiene la mandíbula apretada. Está muy tenso.

Con las pocas fuerzas que me quedan, logro escupir la cara de Vosch. Su expresión no cambia, pero veo la furia crecer en sus ojos. No tengo miedo. Hace mucho que dejé de temer por mí.

Se pone de pie lentamente y se voltea, dándome la espalda. Me arde la cabeza por donde me había sostenido apenas unos segundos, aún así no me quejo.

–Ven aquí –le dice a Ben, que camina como en piloto automático y se para justo al lado de él. –. Ya pueden sacarla –dice a los soldados mientras me señala con la barbilla muy tranquilamente, como si estuviera haciendo un comentario del clima.

Entonces da un paso hacia mi, y veo como su puño viaja en cámara lenta hacia mi rostro y no puedo hacer nada para detenerlo. Siento el impacto y, casi un segundo después, me desmayo.

Me siento navegar entre la consciencia y la inconsciencia por lo que me parecen horas, días. Siento que me arrastran por varios pasillos, abren y cierran puertas.

Y me voy.

Luego mas pasillos, voces lejanas. Y vuelvo a irme.

Hasta que al fin me dejan en un suelo frío, y me doy cuenta de que hay un olor extraño en el lugar.

Orina. Sangre, y quién sabe que mas.

Estoy consiente, pero apenas puedo reaccionar. Es como si todo funcionara en cámara lenta.

Abro un poco los ojos pero el lugar está en penumbras. Reconozco baldosas en el suelo y en las paredes, que tal vez hace años eran celestes. Ahora están amarillentas y agrietadas por los años.

Observo algo negro a unos pocos centímetros de mi. Un hueco en el suelo.

Es un desaguadero.

Antes de que pueda procesar la idea, escucho que una puerta se abre y luego alguien se acerca a mi. A juzgar por las pisadas, son más de tres.

Me ponen unos grilletes de metal en las muñecas y empiezan a tirar de las cadenas. Me empiezo a elevar, hasta que mis rodillas apenas rozan el suelo y el metal se me clava en las muñecas.

La habitación se queda en silencio unos segundos, luego todo son golpes, patadas, y dolor.

No me golpean en la cara, lo que no me sorprende. Vosch no quiere marcas muy visibles, solo allí donde la ropa lo pueda cubrir.

Por el contrario, me patean las costillas, las caderas, la espalda, el estómago...el lugar que alcanzan. Escuchó a alguien gritar de dolor a lo lejos, y creo que soy yo.

Siento que pasa una eternidad hasta que se detienen y termino escupiendo sangre, aunque esta vez no me he mordido la lengua, estoy segura.

Los atacantes se van y me dejan sola. Pude ver que eran cinco, y tal vez dos de ellos eran chicas.

Luego la puerta se vuelve a abrir y dos personas me sacan los grilletes y me arrastran hacia la salida.

Con los ojos apenas abiertos, veo como la sangre se filtra por el desaguadero. Mi sangre.

Después, estoy en una ducha. Me quitan la ropa y me ponen bajo un fuerte chorro de agua helada que me destroza la poca piel sana que me queda.

Aunque tal vez no sea tan fuerte, pero es difícil saberlo a ciencia cierta con el cuerpo tan sensible.

Después de eso me vendan un poco, y me visten. Ya soy libre de volver con el resto del pelotón.

_________________

¿Que si me gusta la crueldad? Pues claro que sí.

Maratón 2 / 3

La Quinta Ola - El Inicio (Ben Parish)Where stories live. Discover now