20

132 20 5
                                    

Miro el techo de mi habitación con los audífonos puestos.

No quiero pensar en nada, pero estoy pensando en todo.

Sonrío. De toda la mezcolanza de sensaciones que recorren mi cuerpo, los chispazos de felicidad son los que predominan. Fabián ha estado enamorado de mí todo este tiempo y nunca me di cuenta. No consigo entender cómo pudo eso suceder delante de mis narices, pero creo que tampoco quiero hacerlo ahora. El presente es lo que importa y este me está sonriendo después de mucho tiempo.

Después de que me confesara que le gustaba desde la primera vez que me vio, no pude evitar emocionarme y decirle que sentía lo mismo. Me dijo que lo sabía, que Silvia se lo había contado y que por esa certeza fue que se animó a hacer lo que hizo.

Los segundos siguientes no los recuerdo con mucha claridad. Fueron muy extraños. Nadie dijo una palabra. Solo nos mirábamos cuando por dentro teníamos ganas de tocarnos, de abrazarnos, de besarnos. Sin embargo, no podíamos hacer nada de eso en el cafetín de la universidad.

Mi mente estaba siendo atravesada por miles de preguntas: ¿Y ahora qué? ¿Fabián y yo estaremos juntos? ¿Por qué Silvia no me dijo nada? ¿Y Roi?

Esta última era la que me descolocaba con más fuerza. Lo que había sucedido con el español hacía unos minutos no se iba a quedar en el olvido fácilmente, por lo que no podía precipitarme a tomar decisiones apresuradas aunque, en momentos como ese, hacerlo sea lo más usual del mundo.

Entonces le dije a Fabián que estaba ligeramente confundida. Que las cosas habían pasado muy deprisa y que sus formas no me habían gustado en lo absoluto. El asentía sin dejar de sonreír. Me dijo que iba a tener toda la paciencia del mundo y eso me hizo sentir sumamente especial.

Tras esto, le pregunté sobre la chica con la que lo había visto en el restaurante hacía un par de días.

"Es mi hermana", me dijo. Y entonces lo entendí todo.

Suspiro y me quito los audífonos. Reviso mi celular y veo mensajes de Silvia, Ana, Fabián y Roi.

Con Silvia hablé hace unos minutos por teléfono y discutimos. Aunque no haya sido con mala intención, me fastidia demasiado que me haya ocultado todo lo referido a Fabián y sus mensajes. Ahora mismo no me apetece hablar con ella.

A Ana le mando una extensa nota de voz contándole todos los pormenores de lo que me ha sucedido hoy, incluyendo, por supuesto, la razón de mi ausencia en la clase de la tarde.

A Fabián le contesto con una sonrisa en el rostro que parece que no se me va a ir en años.

Finalmente, a Roi le escribo lo que tengo que escribirle:

"Necesito hablar contigo cuanto antes".

El chico del ukelele azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora