Nueve

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Oficialmente era un prisionero. Le habían prohibido salir de su casa hasta que ‘recuperara el sentido’. Al menos su celda tenía ventanas. Suponía que había peores lugares para pasar la eternidad.

Se pasaba el día molesto con su padre y extrañando a Joel. Algunas veces se sentía tan enfermo que se quedaba dormido por las tardes.

Pero despertaba hambriento.

La cocina estaba oscura y vacía, aunque apenas eran las ocho en punto. Hurgando en el refrigerador, encontró un trozo de pastel de chocolate y medio litro de té helado. Había arrugado la nariz cuando desenvolvió las sobras de la comida, era asquerosa. Su madre siempre tenía problemas para cocinar cuando estaba molesta.

Aparentemente, era una decepción para los dos.

Reunía su comida para subirla a su habitación, cuando la voz de su padre le llegó desde el otro lado de la puerta.

-¿Te vas a escapar?

Christopher entrecerró los ojos para ver a su papá entre la sombras de la cocina. Con la luz detrás de él, su expresión estaba escondida, pero no importaba, sus palabras transmitían sus sentimientos claramente.

-¿Escaparme?- repitió Christopher. La ira se imprimió en sus palabras antes de poder detenerse.- Yo me voy si quiero. No necesito escaparme a ningún lado.

-Ya te lo dije, no saldrás de esta casa hasta que entres en razón.

-¡Dios! No lo entiendes, ¿verdad?- gritó Christopher. Soltó la comida sobre el mostrador, apenas notando cuando un plato se despedazó sobre el granito.- Tú eres el que tiene que entrar en razón. Yo no…- pensó en las palabras adecuadas,-… yo no podré cambiar lo que siento. Nunca.

-¡No!- Su padre entró en la cocina. Christopher se escondió del otro lado de la isleta.- Yo no creo eso. Todo…

-… es negociable,- terminó Christopher por él. Su miedo desapareció. Negó con la cabeza.- Esto no, papá.

Su padre caminó alrededor del mostrador, temblando con ira.

-Esto es culpa de ese niño.- Agitó un dedo frente a Christopher.- Él es el responsable de que pienses así.

De cierta forma, eso era verdad. Pero no en el sentido en que su padre imaginaba. Christopher volvió a negar con la cabeza.

-A él no lo metas.

-No quiero que lo vuelvas a ver.

-No me importa lo que tú quieras.

El golpe en su mejilla era la última cosa que esperaba. La impresión entumeció la mayoría del dolor, pero el sabor a sangre en su lengua hizo que Christopher soltara un grito apagado. Temblando, se tocó un labio e hizo un gesto de dolor. Su cara comenzó a punzar.

-Oh dios. Oh dios, Christopher. Lo siento. Lo siento mucho.

Su padre levantó las manos, pero Christopher se encogió y se alejó de su agarre.

Chris, por favor.- Su padre lo persiguió, pero Christopher era más rápido. Abrió la puerta de un golpe y se fue corriendo por el patio trasero, dejando su castillo, su torre y su familia atrás.

No estaba seguro de cuánto tiempo estuvo parado en la entrada del edificio de Joel, mirando el teclado de seguridad, antes de que alguien lo encontrara. Al principio había sentido frío; huir usando nada más que una playera, unos pantalones deportivos y sus tenis, probablemente no había sido un movimiento muy inteligente. Pero ahora, mucho rato después, ya no sentía frío. De hecho, ya no sentía nada.

El Amor y La Violencia [Jochris-virgato]Where stories live. Discover now