Cinco

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Su padre le dejó un mensaje en las oficinas de la escuela.

~No tomes el autobús. Yo iré a recogerte.

Christopher le agradeció a la secretaria por el mensaje, y luego se encerró en el baño por veinte minutos hasta que sus náuseas se pasaron, diciéndose una y otra vez que no había posibilidad de que su padre supiera.

Que su papá llegara media hora tarde – mucho después de que los autobuses se fueran – sólo aumentó su agitación. Quería ver a Joel antes de que se fuera a su juego para desearle suerte, pero ahora ya no le iba a dar tiempo.

Unas nubes oscuras taparon el cielo mientras se alejaban de la escuela en el auto. Christopher lanzó su mochila en el asiento trasero y miró fijamente fuera de la ventana. Era más fácil si su padre era el primero en hablar, incluso aunque fuera algo cobarde.

-Bueno,- comenzó su papá,- me llamó el director Marini. Aparentemente has decidido no jugar beisbol este año.

Traidor.

-Sí.

La voz de su padre se volvió más severa.

-¿Te puedo preguntar por qué?

Christopher se encogió de hombros.

-Sé que te encanta jugar. Podrías hacer un montón por este equipo. Y por dios, Christopher,- su padre soltó una risita,- podría ser tu boleto, sabes. Eres muy bueno.- Puntualizó su declaración con un golpe sobre el volante.

Christopher arrastró su lengua a través de sus dientes y siguió mirando por la ventana.

-No sabía que necesitaba un boleto.

El auto hizo un chirrido cuando se detuvieron de golpe.

-Pequeño presuntuoso hijo de…- Su padre se dio la vuelta hacia él, con un dedo extendido, clavándolo en el aire para enfatizar cada palabra.- Estoy enfermo y cansado de tu actitud. Podría decir que fue la mudanza, pero has estado así desde antes de llegar aquí. Y ahora lo único que quiero saber es… ¿cuándo te di permiso para tirar tu vida a la basura?

En el reflejo de la ventana, el padre de Christopher lucía como un ogro gigantesco de cara roja. Christopher imaginaba que veía espuma volando de su boca mientras le gritaba desde su asiento.

-No quieres jugar beisbol… ¡bien! Quieres salir con esos niños gamberros que crees que son tus verdaderos amigos, ¡bien! Pero no creas ni por un segundo que te apoyaré si eres un maricón.

Christopher se quedó helado del miedo. Después sintió una rabia caliente, pero antes de que pudiera contestarle, no pudo pensar en nada más.

-¿Por qué dices eso?- preguntó con su voz temblorosa.

-Aw, mierda, Christopher. Ya sabes lo que quiero decir. No lo tomes como algo personal.- Su papá suspiró.- Solamente no quiero que eches a perder todo por lo que has trabajado.

-Por ser un maricón.- No podía torcer completamente la amargura en sus palabras.

-Exactamente. Necesitas dar una mejor impresión, ¿entiendes? Sal con gente nueva. Ve a otros lugares que no sean ese maldito campo de beisbol. Consíguete una novia. No veo por qué no querrías tener todo eso.

Podría tenerlo, pero no lo quería. ¿Cuál era el punto?

Condujeron en silencio después de eso. El día se hizo más oscuro, las nubes más siniestras.

-Tengo que regresar al trabajo,- dijo su padre mientras se estacionaba en el camino de entrada de su casa.- Piensa en todo lo que hablamos, ¿vale?

El Amor y La Violencia [Jochris-virgato]Where stories live. Discover now