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Caminaron hacia el departamento de Ian en uno de tantos edificios a la vista. El suyo, uno de color azul totalmente gastado, por dentro parecía a punto de caerse y apenas había luz, las paredes estaban cubiertas de un papel tapiz desgastado y verdoso.

—Para ser de la realeza vives peor que en las Minas. —Beth solo observaba en silencio, escuchando todo sin poder comprender lo que decían.

Justo en la esquina de las escaleras había una cámara de seguridad que para cualquiera hubiese pasado desapercibida, pero no para Jade. Vio cada cámara que había, ninguna de las anteriores estaba en función, en cambio, las que estaban en el piso de Ian si, lo que llamó más su atención. Ella agachó la cabeza intentando esconder su rostro de la toma.

—Llegamos. —Ian se acercó a la puerta de la derecha y justo frente a esta había otra que llevaba a otro departamento. Abrió su puerta dejándolos pasar —Bienvenidos.

A la vista de Aiden, el "hogar" de su primo era probablemente del tamaño de los calabozos del castillo, nada que ver con la habitación que ambos tenían y que posiblemente triplicaban el de este lugar.

—Es... acogedor —dijo Aiden luego de ver el pequeño espacio. Tal vez Jade tenía razón sobre la cantidad de dinero que se le otorgaba a su primo. —creo que...

—Shh... —Jade lo interrumpió callándolo y empujándolo para poder entrar. Puso su mano en la pared; palma y dedos completamente pegados a esta, cerró los ojos dejándose llevar por lo que su mano sentía.

—¿Qué haces? —Ella no contestó y volvió a pedir silencio.

Atreves de su mano podía sentir la electricidad corriendo por los cables escondidos detrás de las paredes. Veía con los ojos cerrados por donde iban las corrientes, todas llegando hasta sus destinos; los electrodomésticos. Había puntos donde no había conexión y aun así había energía, era como ver absolutamente todo negro, pero cada cosa en esa habitación emitía una onda que podía ver cómo luces tenues, abrió los ojos y se dirigió hacia los puntos sin conexión.

Las miradas fijas en ella, lo que no le importó y continúo con lo suyo. Aiden cerró la puerta y se recargó en la pared esperando a que terminará con su juego tonto; Ian y Beth la observaron curiosos.

Contó cuatro puntos, uno en la esquina superior derecha; otra justo arriba de la pequeña sala a la izquierda; una más debajo de la mesita de centro y la última debajo de la mesa de comedor frente a su estufa.

Aiden es separó de la pared.

—¿Terminaste? —la paciencia del Capitán estaba a nada de agotarse.

Ella dirigió su mirada a ellos y extendió su mano palma arriba en el aire para luego cerrarla de golpe y al mismo tiempo los cuatro puntos de energía tronaron, sacando pequeñas chispas. Los tres se sorprendieron y Jade los miró satisfecha.

—Terminé —contestó.

—¿Que fue eso? —Ian se acercó a la mesa en busca de aquello que sacó esas chipas, la volteó y vio un aparato pegado a esta, lo arrancó y regreso la mesa a su lugar.

Beth la miró asombrada.

—¿Que fue eso? —la ignoró —¿Cómo...cómo lo hiciste?

Jade tomó el aparato en sus manos.

—Es un micrófono igual al de la otra mesa, las demás son cámaras. —lo examinó un poco.

—¡¿Qué?! —Aiden se lo arrebató para verlo él mismo.

Ella miró a Ian.

—¿A quién dejas entrar a tu departamento? —lo interrogó. Ian pensó y miró a Beth en busca de ayuda, pero ella solo negó con la cabeza. Jade la miró —¿Qué hace ella aún aquí? —la señaló.

Guardianes: El Legítimo Rey.Where stories live. Discover now