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—¿Estás seguro de esto? —preguntó el chico mientras caminaban rumbo al salón privado del Rey. Giraron a la derecha para seguir por un largo pasillo hasta la entrada. El piso y las paredes eran todas de piedra con algunos cuadros a la vista, al llegar a la puerta se detuvieron.

Tomó el picaporte —¿Y tú? —Skander lo miró con una gran sonrisa en su rostro, como retándolo a contestar por los dos antes de entrar.

Iluminado por la luz del día y unas velas esparcidas bastaban para poder apreciar el salón con un enorme escritorio de madera; sillones y sillas tan finas y limpias que uno dudaría en sentarse. El lugar estaba completamente vacío contrario a lo que esperaban.

—¿No debería haber llegado ya? —Aiden miraba a su alrededor buscando con cautela, pero sin éxito. —Poco le interesa trabajar para su Rey. No debiste llamarla. —Le reclamó a su primo, que ya lo miraba con molestia.

—De hecho, he estado esperando trabajar para él. —Una voz femenina los sorprendió, sobre todo cuando salió de las sombras; justo al lado de uno de los armarios. Aiden observaba el lugar de donde ella había salido, jurando haberlo examinado bien. El Rey tenía los ojos en el rostro de la chica. Tenía una máscara de humo mágica que le daba apariencia de calavera; su frente, pómulos y dientes superiores eran hueso; mientras que sus ojos eran de luz rodeados de la más pura oscuridad; su nariz, mandíbula y cuello no eran más que sombras, tan oscuras que acentuaban el color blanco de los huesos y que daban algo de vida a su rostro muerto; vestida completamente de negro y con el cabello oculto. En conjunto era alguien que indudablemente infundía miedo; en especial si era lo último que veías antes de morir. —Siempre curiosa de saber el porqué de tu posible llamado. —caminó hacia la silla detrás del escritorio y se sentó disfrutando el momento.

—Levant... —Aiden apenas tocó la empuñadura de su espada cuando su primo lo detuvo.

Skander se alejó de él y se acercó a ella sentándose del otro lado de su escritorio como si fuera cualquier otra persona; pensando en todos aquellos que habían estado para él, dispuestos a obedecerlo, sentados en esa misma silla esperando una orden, se sintió igual a ellos estando frente a ella. No tenía el control.

—¿Me llamaste para mirarme? —Se recargó acercándose a él —Solo dime lo que quieres. —la chica miró al Capitán, que aún estaba de pie vigilando cada moviendo que ella hacía.

Skander tomó aire y habló —Quiero que traigas a mi primo Ian de vuelta a Rixtor.

—¿Te refieres al desertor?

—Caído. —Aiden la corrigió.

Miró del Rey al Capitán y de vuelta.

­—Claro, caído. —rectifico —¿Y por qué no va él? —señaló al Capitán con la mirada. —Se ve que es perfectamente capaz.

—Lo es, de hecho, irían los dos. —informó —Como ya sabes hay un asesino suelto, además de ti, —ella sonrió ligeramente lo que les provocó escalofríos —pero está persona no solo mata nefilims, va más allá y va por los Caídos.

—Son presa fácil; también lo haría si matar fuera para mí solo diversión.

—¿Acaso no lo es? —le reprochó y ella simplemente lo ignoró.

La asesina los miró con atención pensando en sí debería aceptar el trabajo o no.

—No sé si lo sabes, pero yo soy una ASESINA, no una niñera; así que ¿por qué yo? —parecía irritada. Skander se levantó intentando verse más amenazante, ella no se inmutó, solo subió sus pies al escritorio dejándose caer más en la silla —¿Y bien?

Guardianes: El Legítimo Rey.Where stories live. Discover now