Capítulo 1

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Kong observó por el rabillo del ojo mientras el grupo de personas se reían a carcajadas, llenando la sala con sonidos de risas antes de que sus cinco colegas se dispersaran de vuelta a sus respectivos cubículos. El escritorio junto a él repentinamente se ensombreció cuando uno de ellos se acercó para recuperar su asiento. Kong lo miró furtivamente, y tan pronto como sus ojos se encontraron, la sonrisa fue borrada de inmediato de la cara sonriente de Arthit. La risa rápidamente fue remplazada por el ceño más profundo cuando se dejó caer en su asiento, fingiendo ignorar la presencia a su lado.

Kong gimió internamente al ser nuevamente atrapado con las manos en la masa mirándolo fijamente. E incluso sus rápidos reflejos de desviar su mirada hacia su monitor no fueron tan rápidos cómo para que Arthit no notara sus miradas secretas. Todavía se estaba abofeteando mentalmente cuando escuchó el sonido distintivo de una falsa garganta aclarándose. Arthit miraba fijamente sus carpetas cuando gruñó con voz irritada.

ㅡVe a lavarte la cara, tenemos una reunión en media hora y parece que estás a punto de desmayarte.

Bueno, obviamente eso fue casi justo en el blanco. Kong levantó lentamente su cuerpo y lo arrastró hacia el baño. Salpicó agua helada sobre su rostro marchito antes de finalmente levantar los ojos para mirar su reflejo exhausto. Los distintivos círculos oscuros se habían apoderado de su rostro. Las bolsas debajo de sus ojos eran tan pronunciadas que probablemente era lo primero y único que la gente notaba de él. Su postura ahora estaba casi permanentemente encorvada. Sus movimientos eran inquietantemente similares a los de un hombre que camina dormido por la vida.

Y todo comenzó tres semanas atrás.

En realidad, olvida eso. Seis meses. Fue cuando su pesadilla realmente había comenzado. Kong aún maldice el día en que su compañía le ofreció una transferencia a esta aldea abandonada por Dios, con una población que podía contar con sus dedos. Pero casi había salivado ante la oportunidad de vivir en las estribaciones* de tan deliciosos bosques y, por supuesto, ser parte de la nueva fábrica de manufacturación que su empresa estaba construyendo en ese lugar remoto. Kong apenas había pensado por tener que mudarse para un proyecto de cinco años, empacar su maleta y apresurarse para presentarse el primer día de trabajo.

Pero entonces, su mandíbula cayó al ver a su nuevo jefe. ¿Fue demasiado extremo llamarlo amor a primera vista? Tal vez, pero no es como si se pudiera evitar que Kong tuviera los ojos brillantes, colgando de cada palabra  que cruzaba los labios de Arthit. Cada sonrisa con hoyuelos lanzada en su dirección, haría que se le revolviera el estómago. Cada conversación privada que compartían haría que su corazón se acelerara mucho más rápido. Y cómo el amor lo volvió más tonto de lo que ya era, él simplemente asumió que su enamoramiento claramente unilateral, era recíproco. Pero aparentemente el destello en sus ojos, que brillaba sólo cuando estaba hablando con Kong, no era más que amistad. O las noches realmente tardes que pasaron juntos en la oficina trabajando, quemándose las pestañas, hablando en voz muy baja, riendo, bromeando, los dedos rozando uno contra el otro, no era más que él siendo un buen superior.

Kong deseaba mucho que Arthit no se hubiera visto tan radiante cada vez que se giraba a verlo. Que Arthit no sonara tan entusiasmado cada vez que agarraba el brazo de Kong inconscientemente mientras discutían el trabajo trivial. O no pareciera tan emocionado por responder todas las preguntas de Kong. Algunas que claramente eran demasiado estúpidas para ser incluso remotamente reales para dos ingenieros con bastante experiencia.

Pero Arthit había hecho todas esas cosas y Kong había asumido, tontamente, que era hora de confesar su amor eterno. Y aunque sólo habían pasado unos cinco meses desde que se conocieron, Kong estaba seguro de que era un vínculo que duraría toda la eternidad.

¬La Bestia [Kongpob×Arthit] Where stories live. Discover now