Capítulo 53: Mi vida despierta

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Todo es un remolino de sensaciones a cual más angustiosa. Mi al rededor se ha vuelto un verdadero caos. Enfermeros, médicos, sedantes, máquinas, pitidos, descargas, nerviosismo, miedo, lágrimas y sufrimiento es todo lo que me rodea mientras yo sólo permanezco en estado de shock ante la idea de estar perdiendo a mi amiga, mi mejor amiga.
Según Esteban, ella había abierto los ojos y le dijo te quiero antes de convulsionar para luego entrar tres veces en parada. ¿Esto está pasando de verdad? ¡Ella estaba despierta! Después de dos días en agonía esperando a que despertara y ahora, cuando por fin lo hace, ocurre esto. ¿Qué mierda pasó con la lógica?
Jessie ya no da más de sí, intenta consolarme, al igual que pretende hacer con las chicas y la madre de Cloe con ayuda de Noah y Quique, aunque con este último evita hablar, mirarse, tocarse y todo lo que conlleve contacto. Pero sé que igual que todos aquí está nervioso y aterrorizado por el peligro en el que se encuentra la pelirroja.
Por otro lado, Brad hace rato que se fue junto con Esteban y Gazz. El que ahora se proclama pretendiente de la única esencia femenina de los hermanos Fox casi consigue que lo echen del hospital cuando, después de ser expulsado de la sala condenado a ver a su “bebé” desde detrás de la vitrina, empezó a golpear las paredes enfurecido no se sabe si consigo mismo o con los médicos para, luego, patear toda la silla que se interpusiera en su camino. ¿Resultado? Un par de vendas en cada mano para sanar sus destrozados nudillos que se encuentran en carne viva y un moratón más grande que la superficie de España en el pie.
La madre de Cloe parece una magdalena y su padre... bueno, su padre sólo mira al vacío igual que yo e intenta encontrar alguna respuesta a lo que está pasando.
Me encuentro en un rincón de la sala, acurrucada entre una silla y la pared, con una manta fina sobre mi cuerpo y un café que ya no está caliente entre mis manos. Miro mis rodillas, las cuales están entumecidas y prietas contra mi pecho haciendo que mi cabeza se escuenda entre ellas. Nadie se acerca, nadie me interrumpe, y doy verdaderas gracias a cada uno de ellos.
Jessie se fue hace media hora, María no podía quedarse mucho más tiempo  sola en la casa.
Tampoco mi madre ha pedido muchas explicaciones, sólo me desea lo mejor, que se recupere pronto Cloe y me repite mil veces que ella es fuerte y que saldrá de esta tan pronto como pestañeemos. Pero cada minuto se hace una hora y un día ya ni te cuento. El tiempo parece ralentizado, como si le estuviera ofreciendo cada segundo a mi amiga para que vuelva, pero eso no sucede, y yo me estoy empezando a desesperar.
No corren lágrimas por mi rostro, no tengo hipo, ni un ataque de histeria. Pero estoy furiosa y llena de impotencia ante el hecho de que una pared me separa de mi mejor amiga, como si eso simbolizara un límite entre la vida y la muerte.
Al cabo de dos horas en las que los médicos consiguen hacer que Cloe permanezca en estabilidad, todos entendemos que es innecesario ocupar toda una sala de espera entre familiares y amigos. Julia se marcha junto a Felipe, al igual que Ethan aparece para llevarse a Alex y a Nacha, y Quique se marcha con Esteban y algunos de los hermanos Fox. Así que en la sala de espera quedamos los padres de Cloe, Gazz, Noah, Lo y yo, que sigo en la misma posición entumecida entre la silla y la pared ahora sin café.
Lo, a pesar del cansancio, está acurrucada sobre el regazo de Noah, quien no para de mimarla con besitos y decirle cuánto la quiere y que todo irá bien mientras la mece.
Pero lo peor surge cuando el chico pone su mano sobre la panza de su novia y sonríe. Tanta felicidad casi me hace vomitar. No es que no me alegre por ellos, es más, creo que en otro momento lloraría de ternura, pero en un momento como este a lo que más repudio es a la felicidad. No seré feliz hasta que mi mejor amiga vuelva.
Gazz está sentado tres sillas alejado de mi, con sus codos incados en ambas rodillas y su cara tristemente oculta entre sus manos. Lo está pasando muy mal en estos momentos, pero soy incapaz de moverme para darle mi apoyo. También me he dado cuenta de que me ha mirado varias veces con ojos penetrantes, como si estuviera entre hablar conmigo o seguir que mi estado de shock se cebe conmigo. Agradezco que hasta ahora haya elegido la segunda.
A las once de la noche, luego de unas cinco horas en la misma postura, tengo las piernas y el culo dormido con hormiguillas y la espalda me duele a horrores, aun así no me quejo. Pero me dejo arrastrar hasta la cafetería con un poco de ayuda de Noah e insistencia del padre de Cloe. Me veo pálida no, lo siguiente. Tengo el pelo en un moño gitano, como le decía Cloe, y no me he podido resistir a seguir llevando la camiseta que Jessie me prestó después de ducharme, huele tanto a él que cuando me concentro en la fragancia me olvido unos instantes de todo lo malo. Sin embargo, en vez de sus calzonas Kipsta llevo unas mayas negras.
Como un poco de ensalada embasada y dos vasos de agua, pero, no contentos con lo que he ingerido, Gazz y Noah me compran tres bolsitas de trozos de manzana fresca y unas cuantas barritas energéticas acompañadas de un yogurt natural, pero cuando llego arriba de nuevo me lo reparto con Lo y la madre de Cloe.
A las una de la madrugada Noah me lleva en su coche de segunda mano hasta casa.
Cuando llego, mi madre, preocupada por mí, me prepara chocolate caliente y luego me manda a dormir. Mi padre se fue de viaje, esta vez a Italia, hace tres días, justo cuando Cloe tuvo el accidente, y no me dijo nada porque sabe que no me gustan las despedidas. Chris... bueno, él no está. No he preguntado por qué no está en casa, pero yo llevo tres días sin dormir aquí así que...
- Cariño – susurra una voz – mi amor, despierta.
Abro los ojos lentamente ante el zarandeo que me da mi madre. Luego bostezo y me estiro.
- ¿qué pasa? - miro la hora - ¿por qué me despiertas a las ocho de la mañana?
-  Hay un chico abajo que pregunta por ti – me giro directamente a verla.
- ¿qué chico? ¿te ha dicho nombre? ¿cómo es? - digo intentando parecer despreocupada, pero no surge efecto.
- Es un chico alto, de pelo oscuro. Creo que me dijo que se llamaba Nick.
- Y... ¿qué quiere? - pregunto levantándome y caminando hacia el cuarto de baño para peinarme. Pero sólo me desenredo el cabello y lo ato de nuevo en un moño alto.
- Dice que va hacia el hospital y pensó que querrías que te llevara – dice curiosa - ¿es un chico especial? - cuestiona haciéndome sonrojar. Me quedo en silencio lo suficiente como para que mi madre interprete eso como un sí - ¿es tu novio? Es muy guapo, parece simpático y es muy caballeroso... pero tiene algo...
- Para el carro mamá, no es mi novio – la freno. No aún, me recuerda una voz molesta en mi cabeza. Mi madre levanta las manos en signo de rendición y, segundos después, bajo las escaleras hasta la entrada, donde se encuentra Jessie.
- Hola, bet – me saluda con una gran sonrisa. No respondo, en cambio, camino hacia él hasta abrazarlo con todas mis fuerzas y me oculto en su pecho con inocencia. Necesito su energía, si no estaré muerta en tres horas como mucho- Oh, vale, me gusta esta bienvenida.
Le sonrío al igual que él a mi, y, sin previo aviso, acerco mis labios a los de él de manera sensual y lenta. Un beso simple pero lleno de esencia, de energía, de amor, y de súplica. Cuando nos separamos, me doy cuenta de que sus ojos están aún cerrados y luego se abren casi de inmediato.
- Cada vez me gusta más tu bienvenida – susurra contra mi boca con voz ronca – por cierto, estás muy guapa acabada de levantar.
Abro la boca, pero de inmediato la vuelvo a cerrar para darme cuenta de que llevo puesto sólo el pijama, cual es demasiado atrevido, y mi moño mas mis pies descalzos. Le hago una señal a Jessie invitándole a entrar mientras subo a la habitación. Me doy una ducha muy rápida para vestirme con un vaquero y una camiseta de The Rolling Stones. Me pongo el collar de B.F.F. Que me regaló Cloe por mi cumpleaños y nuestra pulsera. Dejo que mi pelo se me seque al aire libre, me cepillo los dientes y, cogiendo mi cartera, bajo a darle encuentro a Jessie de nuevo.
Pero al verlo, me lo encuentro hablando con mi madre animadamente viendo fotos de un album que reconozco. Mis mejillas se encienden.
Así que me acerco lentamente a ellos y llamo la atención de mi madre.
- Bueno, tengo que volver a la cocina – se excusa para levantarsa del sofá. Justo cuando pasa por mi lado se detiene - ¿vendrás para comer, cariño?
- No sé, mamá. De todas maneras creo que no tendré hambre – pongo una mueca haciendo que me fulmine con la mirada. Es mi madre, sabe que algo va mal desde hace tiempo. ¿quizá el hecho de que me esté quedando en los huesos? - comeré algo, no te preocupes – le doy un beso en la mejilla y un pequeño abrazo, luego se marcha a la cocina.
Miro a Jessie, quien tiene el ceño fruncido y, tras hacer un movimiento con la mano, digo:
- ¿nos vamos? -  no responde, sólo asiente. Se levanta del asiento y pasa un brazo por mis hombros besando mi sién.
En el camino en coche, nos abandonamos al silencio.
Cuando aparca en el estacionamiento nos miramos y él suspira. No sé en qué está pensando, pero veo cómo le carcome la cabeza.
- Escúpelo, Jessica – le digo.
- ¿Desde cuando no comes bien, bet? - me pregunta. Mi boca forma una pequeña O. Así que por ahí va el tema...
Un pequeño nerviosismo recorre mi cuerpo. No es que no coma, sino que últimamente no tengo mucha hambre, y con últimamente me refiero a desde que me enteré de que tenía anemia. La superé, pero el médico, Cloe y todo el mundo no para de decirme que si sigo así caeré de nuevo, o en algo peor.
- Mas o menos desde que te fuiste – susurro miedosa. Y todo pasa en segundos muy rápidos. Golpea el volante, se quita el cinturón, abre la puerta y sale afuera del coche. Parece frustrado y, tras pasarse las manos por el pelo y mirar hacia el cielo me observa. Grito en mi cabeza por que deje de mirarme así, me siento juzgada y eso nunca me ha gustado.
De pronto siento fuertes ganas de llorar, intento retenerlas. Pero, en el momento en que no puedo más y me siento realmente sofocada, escuendo mi cabeza entre mis brazos cruzados encima de la guantera y dejo escapar las lágrimas.
Lágrimas de inseguridad, de temor. Ya sé que debería comer, sé que debería olvidarme de las ideas que tengo en mi estúpida cabeza. Pero no puedo olvidar el día en que me pelee con Chris...
Fue justo después de cortar, una de nuestras primeras peleas y también la peor de todas. Estábamos en el salón en casa sólos, discutiendo una vez más sobre mi asistencia a una fiesta y acompañada de un vestido muy atrevido. Nos gritamos uno al otro un millón de cosas y, tras chillar:
- Eres un machista, un cabrón, ¡eres el peor error de mi vida! - le grité. Pero lo que dolió más que una puñalada fue lo que me contestó.
- ¿Ah, sí? ¡Tu eres una niñata malcriada, una inmadura y encima estás gorda! ¿cómo pude fijarme en ti alguna vez?
No dije más, no fui a la fiesta, no salí en dos días de mi habitación, no hablé con nadie de lo ocurrido, no contesté ninguna llamada, no comí, no bebí más que el agua de mi cuarto de baño, no dormí. Lloré, mucho. Y a pesar de que mi hermano casi partió la puerta y se echó a llorar pidiéndome disculpas, nunca olvidé esa palabra “gorda”.
- Por favor... lo siento, no quise decir eso – dijo balbuceando – necesitas comer. ¿J-jo? Al menos...dame una señal de que estás bien.
Dos golpes en la puerta, eso es lo que le respondí. Aunque nada más lejos de la realidad. No me veía bien, y nunca volvería a verme como antes.
- Bet, no llores – susurra Jessie abrazándome y trayendo de vuelta a mi mente hacia la realidad. Mi puerta está abierta. El cinturón desamarrado y los brazos del chico a mi al rededor.
- Lo... lo siento – gimoteo – no es que no quiera comer, es que no puedo comer mucho.
- No lo digo para hacerte daño – murmura – mírame – ordena, y yo le hago caso – eres increíblemente hermosa – y añade – no estropees este precioso cuerpo con ideas tontas. ¿vale? - asiento para luego notar sus labios sobre los míos. Toda tristeza me abandona por completo y me aferro a la idea de tenerle cerca, muy cerca.
- Lloraría mil veces más con tal de besarte de nuevo – susurro una vez que nos separamos. Me mira con ojos angelicales y veo una pequeña sonrisa queriendo salir, pero la retiene. Me vuelve a besar, esta vez de forma corta.
- No tienes que llorar para que te bese, si quiera pedírmelo. No habrá momento en el que yo no te robe uno de tus deliciosos besos – aclara. Y por un momento me siento llena por completo. Pero todo se acaba cuando veo a Quique acercarse por la espalda de Jessie al salir nosotros del coche. Me separo de él al ver que el otro está más adelantado y me frunce el ceño.
Suspiro profundamente llamando la atención de Jessie quien, al ver en dirección de Quique, resopla fuertemente acicalándose el pelo de nuevo.
Vaya, sí que está frustrado.
- Johana … - murmura Olivera.
- Lárgate – gruñe Jessie. Le doy un apretoncito en el hombro y él dirige su mirada hacia mi. Le suplico que se tranquilice con mis ojos y eso parece calmarle un poco.
- ¿Qué quieres? - le cuestiono a Quique.
- Necesito hablar contigo – añade algo dubitativo – a solas.
- Preferiría un momento más... menos incómodo – respondo.
- Jo, por favor. Tengo que explicarte lo que pasó.
- No hace falt-
- ¿No te ha dicho ya que no quiere hablar contigo? - salta alterado Jessie dando un paso hacia Quique quien da otro hacia delante enfadado.
- ¿Qué pasa contigo? ¿también quieres pelea hoy?
- Me es imposible denominar pelear a pegarle a un capullo como tu, sería mejor dicho un abuso – le aclara.
Mi nerviosismo aumenta, la tensión se puede cortar con un cuchillo y todo me da vueltas de nuevo. No sé cómo podría separarlos si empezaran a pelear.
Pero al tiempo que yo pienso, observo cómo se chillan e insultan el uno al otro sin remedio y casi llegan a los golpes.
- ¡Tú no sabes nada de mi, imbécil! - le grita Quique al moreno.
- ¡Pero sí de ella! - me señala - Y sé perfectamente que no te quiere, ¡date cuenta de una puta vez y lárgate! Ya va siendo hora.
Mi pulso se acelera y miro todo mi al rededor. Mucha gente nos mira, pero nadie se acerca.
- ¿Sabes? No creo que lo sepas todo. Te ha dicho que … - lo freno abriendo los ojos de golpe suplicando que no siga la oración, pero Jessie me interrumpe.
- Que si me ha dicho, ¿qué?
- Nada – digo rápidamente obteniendo una mirada rápida de su parte.
- ¡Habla, hijo de puta! - le grita a Quique cogiéndolo del cuello de la camiseta. Una vena en el cuello del castaño se incha y, empujando a su contrincante contra el coche, sisea:
- Tú jamás serás su primero – le escupe con fiereza – porque lo fui yo en su momento.
El rostro de Jessie palidece dos segundos, luego me mira fijamente inundado de decepción y algo más que no descifro.
Parece que el hecho de pelearse se le ha olvidado. Rompo en llanto de nuevo, otra vez esa mirada me hace undirme.
Quique suelta a Jessie y me mira con los ojos muy abiertos como pidiéndome disculpas.
Pero no da tiempo cuando llega Gazz corriendo hasta nosotros. Su ceño se frunce al verme llorar y no tarda mucho en preguntar qué está pasando.
- Nada, no pasa absolutamente nada – murmuro. Él me abraza sin importarle los otros dos.
- Yowi, escúchame atenta y olvídate de lo demas – me susurra separándose de mi. Miro a Jessie de nuevo, pero vuelvo a Gazz - ¿estás más tranquila? - asiento – Cloe ha despertado.

N/A

HELLO HELLOO ¿QUE TAL? PENSABAN QUE NO SUBIRIA EEH?? ESQUE NO PUDE CONECTAR EL LAPTOP, PERO AQUI ESTA! DIGANME SU OPINION POR UN COMEN, Y DADME MUCHOS DE ELLOS !!!!! OS QUIEROOO Y ME VOY YA QUE SE ME APAGA EL ORDENADOR Y NO ME DA TIEMPO DE SUBIR EL CAP. BYE!!!

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