Capítulo 63: Alejada de mi vida.

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Tomo un poco más de mi Coca Cola y escucho atenta a una Cloe nerviosa. Estamos en una cafetería del centro, cerca del parque Nereida, todas reunidas. Lo no ha traído a Zoe, pero Julia si trae a sus pequeños en el vientre, en su gran vientre de gemelos. Para tener cuatro meses pasados están creciendo avanzados. Quizá se adelante el parto.

Acabamos de colgarle a Deri, que nos contó cómo se la está pasando en América, dice que está enamorada de un americano muy pálido que se llama West.

Mi prima, Alex, está pensativa, mira a un punto fijo del cartel colocado en la otra acera y tengo la leve sospecha de que tiene demasiados problemas acumulados en la cabeza. Thais está divirtiéndose por ahí, a unas cuantas mesas de nosotras, echándose fotos con un grupo de chicos que parecen alemanes, todos rubios y palidillos, de ojos claros. Esto de ser modelo le sienta bien, está más guapa y su cuerpo ha cambiado. Está más trabajado.

Yo solo pienso en lo extraño que es que Jessie no haya venido a verme desde que se largó apresuradamente de mi casa al llegar mamá hace dos días. Estoy confusa ante eso.

Lo pide otra bebida y yo le hago una seña para que coja también una para mi.

Noah se ha quedado con Zoe, creo que la ha llevado al parque o algo así con Quique y Esteban. Hablando de Esteban. Cloe me ha contado que ha firmado el tratado de paz de cuñados con Elliot dándoles libertad a él y a Abree de hacer lo que quieran. Aunque Gaz se sigue molestando cuando ve que Esteban se pasa con Cloe.
Llevamos todo el día hablando de cotilleos como la nueva novia de Quique, la chica de la que me habló. Me la presentó en el instituto y me pareció simpática, muy agradable pero sobre todo guapa. Es una belleza tan... normal y especial... que reluce como un ángel con esas pequitas que la hacen más infantil junto a sus hoyuelos.

Pierdo la noción del tiempo pensando en la vida hasta que me llega un mensaje al móvil. Lo saco para responder, pero tengo dos en vez de uno. No lo habré escuchado.

El primero es de Alvaro, me pregunta si quiero pasar un rato con él y Trevor en la playa. Eso andando me tomarían unos veinte minutos. Resoplo. Realmente quiero ir con él y despejarme un poco abrazando y cargando al pequeño niño moreno. Miro mi vestimenta. Un pantalón vaquero corto y una camiseta gris con un top negro abajo. Voy bien.

Me despido de las chicas y decido ir con mi nuevo mejor amigo.

En el camino veo el último mensaje y la piel se me estremece.

No quiero que te hagan daño, princesa” no reconozco el número, pero no me da buena espina. Bloqueo el móvil y, justo antes de guardarlo en mi bolsillo vuelve a sonar. Joder, otro del mismo número.

Quiero hacértelo yo, princesa” miro nerviosa a todas partes buscando a alguien, aunque ciertamente no sé a quién, pero al no encontrar a nadie le mando un mensaje a Álvaro alarmada diciéndole que en quince estaría en la playa. Sin importarme nada más empiezo a trotar en dirección al encuentro de mi amigo.

Al llegar, los encuentro sentados en la arena sobre un gran mantel de cuadrados. Me acerco sonriendo despacio hacia ellos. Álvaro está de espaldas y sostiene a Trevor de pie. El niño, al verme, salta y grita de alegría alertando a su padre quien se vuelve al instante y me sonríe.

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