VIII

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No tenía miedo, y tal vez se debía a la felicidad que llenaba su pecho. Estaba tan contento, que el regaño de su madre no podría quitarle la satisfacción de haber pasado una noche completa haciéndole el amor al hombre que amaba con locura, oyéndolo gritar su nombre y sintiéndolo tan cerca de él. Nada le arrebataría eso.

El chico no alcanzó a girar la llave en la puerta de su casa, cuando esta se abrió, dejando ver a su madre, de brazos cruzados, con una expresión severa pintada en todo su rostro. Taehyung tragó duro, pero se mostró sereno. Si quería ser convincente, no podía demostrar ni un solo signo de debilidad ante su madre o sería atrapado en la mentira.

- Hola, madre – saludó, quitando las llaves de la puerta – Lamento tardar tanto en llegar, pero estaba entretenido en los videojuegos – mintió, sonando tan natural, que se sorprendió de él mismo.

- ¿Realmente estabas en los videojuegos? – dudó la mujer, dejándole entrar del todo, cerrando la puerta tras de él – Porque tu amigo vino a buscarte, y parecía muy nervioso cuando le dije que tú habías pasado la noche en su casa.

- Lo sé... es que, yo le dije que lo esperaría aquí y debe haberse confundido al no verme – se salió por la tangente – Pero, hace poco estrenaron este nuevo juego que yo estaba esperando y... no pude resistirme – le dio una inocente sonrisa cuadrada a su madre y la mujer dudó un poco. Parecía estar creyéndole, pero mantenía sus reservas.

- Taehyung... - la mujer lo miró directamente a los ojos – Quisiera no tener que repetirte esto, porque creo que eres un chico inteligente... Pero, si yo me entero que andas en algo turbio, ten presente que te castigaré de por vida.

- Mamá... - la tristeza cruzó por los ojos oscuros del chico. Él sólo deseaba amar y ser amado. ¿Era eso tan malo, para terminar castigado por siempre?

- Estás avisado – le señaló con un dedo y se marchó en dirección a la cocina, para comenzar a preparar el almuerzo. Taehyung suspiró apesadumbrado. Estaba internamente aliviado de que ella no descubriera la verdad, pero también harto de sentirse como un niño. En un poco de menos de medio año, cumpliría 19 años y pretendía liberarse de las arcaicas reglas de su madre mucho antes de eso.

Agradecía que Jungkook le ayudara con sus calificaciones, permitiéndole optar a buenas universidades, dentro de la ciudad de Seúl, puesto que esa sería la única excusa para que su madre le dejara mudarse de casa, buscando como justificación, la distancia entre casa y universidad. Por supuesto, se inscribiría en la que quedara más alejada.

Subió a su cuarto para cambiarse de ropa, texteando en el camino a Seokjin, avisándole que sólo había sido un susto, pero que todos modos, su madre mantenía sus sospechas sobre él. Él mayor respondió, feliz de que no le hubieran impuesto un castigo donde lo privaran de libertad o de usar su celular.

Ahora, debía pensar en qué le inventaría a su amigo, para explicar todo lo ocurrido esa mañana. Si lo había usado de coartada, el pelinegro no le dejaría pasar esta, sin saber qué pasaba.

~o~

Taehyung salió de su casa el lunes por la mañana, sintiéndose nervioso y culpable. Jungkook había terminado haciendo el proyecto sólo, diciendo que no se preocupara y que era sencillo para él. Sin embargo, el castaño sabía que sólo lo hacía por lo ocurrido el sábado en la mañana, pues el pelinegro insistía en que, si él no hubiera aparecido sin llamar antes en su casa, no habrían terminado envueltos en aquella situación, independiente que no pasara a mayores.

Como jamás había ocurrido, Jungkook le esperaba en la entrada del instituto, apoyado contra un pilar, sus brazos cruzados al frente, luciendo relajado y atractivo como un modelo de alta costura. Sonrió instantáneamente al ver a su amigo, casi corriendo hacia él.

Cuando Caiga La Lluvia [k.s.j - k.t.h]Where stories live. Discover now