–Lo sé –Aseguró Felix, girando ligeramente su cabeza para poder mirarlo, y dedicarle una sonrisa en un intento de sosegar su preocupación.–, pero no estoy mal, en serio.

Jisung lo miró desconfiado, pero aún así decidió no insistir más, dando por zanjada la conversación con un profundo asentimiento. Han se levantó del sitio para acercarse a sus demás amigos, los cuales estaban de pie cerca de la puerta del edificio, esperando pacientemente a que el timbre sonase y ellos pudieran comenzar con su horario estudiantil.
Felix lo miró marcharse, desde la mesa que quedaba a un par de metros de ellos, y su sonrisa abandonó los labios del pecoso en cuanto dejó de estar vigilado.

Tomó una gran bocanada de aire, que terminó entrando a sus pulmones entrecortada por estar aguantando el llanto. El pelinaranja ya no aguantaba más. Había estado llorando desde el día en el que comprendió que Seo lo estaba ignorando, y su corazón recibía repentinos pinchazos al pensar en la posible ruptura de su amistad.

Agachó la mirada, posando su vista en la madera, un tanto desgastada, de la mesa en la que se encontraba. Trató de mentalizarse para aguantar sus lágrimas, regular su respiración, y calmar el desnefrenado latir de su corazón.

Se iba a solucionar. Changbin y él volverían a estar como siempre.

Sí, sería así. Su amistad se retomaría en cuanto el bajito, cualquier día próximo, volviera a aparecer en el instituto. Ellos se mirarían, se sonreirian y se colocarían uno junto al otro; tomándose las manos, o apoyándose en el hombro contrario. Luego, caminarían por los pasillos agarrados para no perderse entre toda esa marea de gente, y molestarían a sus amigos con todas las estupideces que se les ocurrieran.
Después volverían los dos juntos a sus casas, y Changbin le pediría ir a comer con él, para después pasar toda la tarde juntos jugando a videojuegos o viendo películas. Se haría tarde y el pecoso se quedaría a dormir en su casa, en la misma cama, lo más cerca posible del cuerpo más pequeño, mientras deja que el mayor acaricie su cabello o dibuje con la yema de sus dedos figuras extrañas en su espalda.

Necesitaba que se solucionase, lo anhelaba.

–Me voy. –La voz de Minho, a unos metros de distancia, mientras hablaba con los demás, lo sacó de su ensoñación, haciéndolo levantar la cabeza para prestar atención. No quería admitirlo, le daba vergüenza, pero sentía una leve envidia por el mayor, puesto que sabía que él más de una tarde la había pasado con Changbin.

–¿A dónde? –Cuestionó Allen, mirándolo confuso. Minho no era un alumno excelente, o ejemplar, pero no solía saltarse las clases sin ningún motivo.

–A visitar a Changbin, me ha preguntado si podía ir-

Esa fue la gota que derramó el vaso.
Felix se levantó bruscamente de su asiento, causando un sonido que hizo detener la conversación entre sus mayores. Le dirigió una mirada afilada a Minho cuando sus ojos se encontraron, apartándola en seguida a la vez que se colgaba la mochila en el hombro, comenzando a caminar en dirección a la salida.

–¿¡Dónde vas, Felix!? –Ni tan si quiera la voz de Chan lo hizo detenerse, ni girarse. Ellos tampoco quisieron seguirlo, podían imaginar que el menor necesitaba unos segundos de soledad.

–¡A mí casa! –Respondió, con su voz saliendo algo temblorosa.

No pudo evitarlo, y ,en cuanto se encontró a una distancia prudente del instituto, simplemente se desmoronó. Las lágrimas salían sin permiso de sus ojos, mojando sus mejillas a su paso.
Agachó la mirada en un intento de que nadie pudiera ver su estado, aunque varias personas habían conseguido percatarse del llanto.
Leves sollozos escapaban de sus labios, y su visión estaba borrosa, haciéndolo llevar, en más de una ocasión, las manos a su rostro tratando de apartar las lágrimas.

Just a little kiss || HyunIn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora