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Incómodo.

Sí, era la mejor palabra que se podía utilizar para describir la situación que estaban viviendo.

Ya se habían alejado un poco de aquel claro en el que habían decidido pasar la tarde. Lo cierto es que Changbin exageraba al decir que eran muchas botellas, porque la realidad es que no pasaban de las diez. Hyunjin estuvo un rato meditando si podía salir de esa situación tan incómoda de alguna forma, pero también llegó a la conclusión de que no podía volver con diez botellas de agua llenas al mismo tiempo, por lo tanto, decidió no huir, y caminar junto al menor hacia la fuente.

El silencio se iba prolongando a medida que los pasos iban sumándose. Un par de pájaros catando era lo único que se podía escuchar, además del sonido de las ramitas esparcidas sobre la hierba siendo pisadas por los pies de ambos chicos.
Dentro de ellos, y solo para ellos, podían incluso escuchar el descompasado latido de su acelerado corazón, inquieto al encontrarse en una situación con el que siempre supieron que era su otra mitad.

Hyunjin miró de reojo al menor, observando con atención como este mantenía su mirada fija en el suelo, posiblemente sumergido en sus pensamientos.
Hwang no se dio cuenta cuánto tiempo estuvo contemplándolo, pero podía asegurar que no fue poco. Hacía muchos días que no lo veía, y ahora estaba demasiado cerca como para que su vista no bailase complacida sobre sus facciones.

Jeongin siempre le parecería precioso.
Con su tez pálida, suave, que en varias ocasiones se teñía de carmín por la vergüenza. Sus labios finos, pero ligeramente abultados, siempre extendidos en una sonrisa metálica que causaba ternura a cualquier ser viviente con razón que pudiera observarla. Su cabello castaño, desprolijo, o arreglado, concordando a la perfección con sus rasgados y oscuros ojos, bañados con un brillo feliz, risueño, que podía perdurar durante horas, e incluso días, sin perder su chispa.

Era demasiado bonito como para no caer por él, y solo podía ir a mejor si comenzaba a examinar su carácter.

Siempre tan amable, cálido, cariñoso. Arreglando los días grises con brillantes sonrisas que iluminaban el lugar como si de diamante se tratara.
Su personalidad comprensiva, buscando complacer al contrario de una forma beneficiosa para ambos, lo convertía en el mejor compañero, o amigo, que pudieras encontrar en la vida. Dispuesto a brindar amor cuando fuera necesario; en cualquier momento, solo para dibujar sonrisas en las bocas de las personas a las que quería.

También era valiente; cerniendose frente a sus miedos para plantarles cara.

Siempre admiraría esa parte de él.

Se aceptaba tal cual era, en un mundo en el que la gente como él, como ellos, no era bien vista. Comprendiendo la sociedad, adaptándose sin dejar de ser quien era. Sin temer demostrar afecto hacia otro hombre, o mujer, en público.

Jeongin, sin duda, era genial, perfecto, el chico más maravilloso que había podido aparecer en su vida.

Y Hyunjin... Bueno, él era afortunado de poder conocerlo.

–Hyung... –La insegura voz del castaño lo sacó de sus pensamientos, produciendo que comenzase a prestar atención a su entorno, y que su corazón latiera acelerado al escuchar al contrario dirigiéndose a él.– No quiero incomodarte, en serio, pero es que... Llevas un rato mirándome fijamente y... ¡No dudo que, quizás, estés en un viaje astral o algo parecido! –Aclaró, alzando ligeramente la voz mientras levantaba un poco los brazos. La realidad es que él también estaba bastante nervioso, y en esas situaciones siempre terminaba diciendo cosas extrañas.– Pero... Quizás, puedes, no sé... ¿Dejar de mirarme...? Yo... En fin, no pasa nada, hyung. –Finalizó, negando varias veces con la cabeza en un gesto de que olvidase todo lo que acababa de decir.

Just a little kiss || HyunIn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora