La Luna

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La luna llena parece una mujer preñada en el cielo. Meira se ha hecho arreglar el cabello en el Salón y se ha colocado un fino traje de coctail color azul aguamarina, diseñado con telas frescas que delinean su figura a la perfección.


Se ha maquillado y perfumado mejor que nunca y está rumbo al lobby del hotel para encontrar a Martin. Esta noche será la última vez que lo vea.

Martin la espera con un codo apoyado en la barra del bar. Esta más apuesto que de costumbre. A pesar de su semblante serio y sombrio, está divinamente vestido. Lleva un traje fresco color beige con una camisa de cuello y mangas de un blanco inmaculado. Se ha rebajado la barba de días y sólo se ve en su lugar, una leve sombra rojiza. Se ha fijado el cabello hacia atrás, haciéndolo lucir aún más elegante de lo que naturalmente es.

Divisa a Meira a metro de distancia y sin dudarlo va a su encuentro.

—Tal como te imaginé... –le susurra al oído mientras se acerca para darle un beso en la mejilla.

—También te ves muy bien –le dice ella guiñando un ojo.

Le toma del brazo y caminan hacia la playa.

—¿A donde vamos?
—A un bote...
—¿A estas horas?, ¿con esta ropa?
—No tardará más de diez minutos. Solo aferrarte fuerte.

Meira obedece. Martin se arremanga el pantalón y Meira sigue la acción, sacándose las sandalias y levantando un poco su vestido. Tomada del brazo de Martin para mantener el balance, caminan por el agua hasta abordar la pequeña lancha a motor que los espera aún en lo llano.

Al cabo de diez minutos, de subidas y bajadas y de frescas gotas rociando sus brazos llegan a una pequeña isla con un área que a distancia se ve iluminada.

—¿Qué has hecho? –dice Meira entendiendo el concepto de la situación y llevándose una mano a la boca para cubrir su sorpresa.

—Es para nosotros –responde él con una sonrisa triunfante mientras la ayuda a bajarse del bote y la carga hasta la orilla.

El bote arranca dejando una estela de espuma brava al paso de su marcha rápida.

Al acercarse a las luces Meira encuentra una pequeña mesa redonda, exquisitamente servida con rosas de adorno y una botella de champaña helada.

—¡Nunca había tenido una sorpresa así! ¿Cómo olvidar todo esto?...

No contiene su expresión al hablar y unas lágrimas de conmoción se arrojan salvajes por sus pupilas.

—He elegido hacer esto para nosotros hoy para que ni tu ni yo lo olvidemos. No es para mi el cotidiano hacer cenas de este tipo en medio de la noche, en el Caribe y con una mujer que parece un sueño para mí. Disfrutemoslo juntos y que está noche sea eterna en nuestro recuerdo.

Meira seca sus lágrimas con toques delicados a su rostro y añade:

—No olvidaría ni esto, ni ningún segundo de lo que hemos vivido. Tu has derribado todos y cada uno de los paradigmas que tenía sobre mí, al punto de no reconocer como he podido vivir tanto tiempo sin saber que está era mi verdadero yo.

—Somos presas de nuestras realidades, –le dice Martin — pero aún así, somos las elecciones que hemos hecho. Después del tiempo contigo estoy convencido de que muy pocas veces en la vida, si se tiene suerte, se puede encontrar un amor profundo, sin sentido y sin razón. Puro sentimiento... Y que de esos amores, algunos siguen vivos para toda la vida.

—¿Aunque se tenga otra vida? –replica Meira fijando sus ojos en los de Martin.

—Sí... Aunque se tenga otra vida en la cual exista otro amor.

Meira calla viendo la luna.

—En este momento, –dice pausadamente —tus palabras describen a la perfección lo que siento... Pero no quiero pensar en ello. Duele demasiado.

—No pensemos más. Disfrutemos esta noche y nuestra compañía para que no olvidemos nunca de lo que este mar y este cielo fueron testigos.

—Salud Meira. ¡Por la vida de hoy y por la vida de mañana!

—Salud Martin,¡por el amor de hoy, el amor de siempre y el amor de mañana!

Meira y Martin se pierden en la noche estrellada, en el sonar de las olas del mar, de los bichos nocturnos y de los besos que se regalan generosamente.


Comen una cena exquisita a base de langosta y frutos del mar, afrodisíacos inequívocos para las sensaciones del paladar. Beben champán y chapotean con sus pies la orilla del mar que se ilumina de plantón como la vía láctea en el cielo.

Martin detrás de Meira, la rodea con sus brazos fuertes y besa su cuello sin apuro. El roce de su virilidad despiertan en Meira un ardiente deseo al que ella da rienda suelta sin guardarse nada para sí.
Lentamente se desvisten, yaciendo en la arena y sabiendo que sólo la luna y las estrellas son testigos de su intensa pasión.

5 Días a tu Lado (BORRADOR) حيث تعيش القصص. اكتشف الآن