Un Día Inesperado

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Son las 5:30 de la mañana. Meira se levanta, se asea y va directo al gimnasio. Pasan cuarenta minutos entre cardio y pesas. Luego toma un desayuno a base de cereales, fruta, jugo de naranja y yogurt. Regresa a su habitación, se ducha, se recoge el pelo en un moño despreocupado, se coloca una falta recta larga color verde claro de tela sedosa, un top blanco sin tirantes, se embardurna de cremas protectoras con olor a coco y se va a la playa a caminar.


Son las 7:20 am y a la distancia, a pocos metros de la orilla de la playa encuentra a Martin que está coordinando una lancha para irse a su día de pesca.


Meira le saluda con la mano al viento mientras ambos sincronizadamente se acercan.


—¡Buenos días Martin!
—Buen dia Meira. ¡Que grata sorpresa!
—¿Ya regresas o te vas? –pregunta Meira en tono inocente.
—A punto de salir. ¿Vienes?

La mañana está fresca. En la orilla de la playa hay pescadores locales con sus embarcaciones tradicionales. Hay algarabía para comenzar la faena. Meira se entusiasma con la idea de vivir la experiencia de pescar, aunque nunca lo ha hecho.

—Realmente no tengo ni idea de cómo pescar, pero voy a tomarte la palabra y aceptar el reto.

—No es tan complicado. ¡Vas a aprenderlo todo hoy!

Llega una lancha de madera a motor color roja de nombre"Marilu", se embarcan calzando se unos salvavidas color naranja. Pasan lentamente entre yates y se adentran hasta llegar a un chárter de pesca llamado "Blue Sky". Desde afuera se divisan las cañas profesionales estratégicamente colocadas para los pescadores aficionados, y desde la borda les da los buenos días un hombre corpulento de piel color chocolate.

El sol esta empezando a calentar, el viento sopla fuerte, las gaviotas se arremolinan en el cielo y algunas se lanzan en picada al mar.

Meira, sube al chárter sin esfuerzo y con buen balance. El hombre corpulento se presenta alargando una mano grande, fuerte y callosa.

—Soy Julio, para servirles.

Martin estrecha su mano y le saluda con familiaridad. Meira repite el gesto modestamente.

—¿El señor tiene licencia y todo en orden, verdad? – se cerciora el guía.

Martin saca su licencia y se la entrega. Julio le da un vistazo rápido y se la devuelve.

—¿Y la señora?

—Vengo de observadora.

—Puede intentar pescar si gusta. No hay peligro. Solo tiene que tener paciencia porque estaremos aquí largas horas. Si tiene suerte de principiante, puede ser que se lleve su almuerzo.

Meira sonríe y responde: —¡Vamos a ver si me atrevo!

—¡Arranquemos entonces! – dice Julio con voz sonora y optimista.

Meira se aferra a la embarcación, sintiendo un mareo irrefrenable al que se acostumbra al poco rato. Los hombres conversan afablemente en la cabina y ella deja que la retina se le llene de la majestuosidad del mar.

Al cabo de una media hora la embarcación por fin se detiene. Parecen estar en mar abierto. No se ve más que cielo y agua.

Los hombres se acercan al área de las cañas y ella observa en silencio como verifican los instrumentos y los preparan con nylon, poppers, anzuelos y carnadas.

Julio ofrece la despensa llena de aperitivos, bebidas refrescantes, sandwiches y una cava llena de cervezas heladas.

Ya preparados, Julio interrumpe el trance:

5 Días a tu Lado (BORRADOR) Where stories live. Discover now