Martin

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Ambos se sientan en una mesa apartada del bullicio y optan por una cena ligera a base de caldo de verduras, camarones, ensaladas, puré de papas y una selección de mil postres.

Charlan animadamente mientras comen y repasan las maravillas del día. Al salir del restaurante pasan por uno de los bares al aire libre adornados con luces cálidas, palmeras, cocos y flores exóticas. Se acomodan a gusto y piden un par de tragos de ron puro, sin hielo.

—¿Tienes algún otro plan que te gustaría hacer antes que acabe el día? –pregunta Martin.

—A estas horas no hay disponible ninguna de las opciones que me he propuesto.

—¿Y cuales son?

—Un tour a caballo por la playa, visitar la Isla Saona, dar un paseo por el zoo interno y relajarme en el SPA.

—¿Estas muy agotada?

—Fue un día bastante intenso, un descanso no me caería mal.

—Tal vez un buen masaje y un baño de espuma te asentarían bien.

—Si, pero el SPA está cerrado, así que eso tendrá que esperar hasta mañana.

—Tengo habilidades que aún no conoces y creo que puedo ayudar con ese masaje.

—¿ Y el baño de espuma?

—Tengo una habitación de lujo con un jacuzzi tan grande que parece una piscina capaz de albergar a cinco parejas.

Meira se muerde un labio atraída por la tentación de la propuesta casi indecente. Hace una pausa mientras mira su trago ya a punto de quedar vacío.

—Acepto tu invitación.

—Entonces cuando digas.

—Bien –replica Meira, pero primero me gustaría pasar por la tienda de souvenirs que se ve desde aquí antes de que cierren.

—Hecho, voy a dejarte sola un rato para que escojas lo que necesitas.

Meira se levanta y Martin toma su mano y le planta un beso cálido en la palma. Observa a Meira alejarse y perderse después del umbral de la puerta de la tienda.

Martin apresura lo que queda de su trago y se levanta dirigiéndose a paso firme a la tienda de cosméticos ubicada a pocos pasos de lobby. Una vez allí busca decidido el área de artículos íntimos y compra una caja de preservativos de larga duración y una botella de aceite para masajes. Los esconde en su bolsillo y vuelve al bar a pedir otro trago. Esta vez, doble.

Mientras tanto Meira se pierde en la tienda de recuerdos de viaje. Su mirada pasa rápida por llaveros playeros, esculturas hechas a mano, imanes para la nevera, sombrillas, camisetas, abanicos, cofres decorados con conchas de mar, tobilleras y tazas. No encuentra lo que ha venido a buscar. Decepcionada ya a punto de salir, ve un estante que contiene toallas y unos paños de mesa tejidos. Hay otros que están bordados con hilos de colores. Toma uno de los tejidos, lo acaricia y observa por unos minutos poniendo a funcionar toda su creatividad.

—¡Este servirá! –se dice triunfante.
Pasa por la caja, paga y lo coloca en su bolso de mano. Sale de la tienda y a paso firme llega hasta el bar donde Martin la espera ya culminando su segundo trago corto.

—¿Lista?
—¡Lista!

Pide un par de tragos más para llevar y de apoco, tomados del brazo avanzan hasta los bloques donde se hospeda Martin.

Están un poco alejados y desde afuera se perfila su estructura más alta y ligeramente diferente a las demás.

—Estos edificios los han hecho un poco distintos – comenta Meira.

5 Días a tu Lado (BORRADOR) Where stories live. Discover now