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Un poco antes.


Me encontraba totalmente sumergida en el trabajo, los papeles, llamadas telefónicas estresantes, redactando velozmente cartas y solicitudes que me asignaban.

Era todo un caos.

Y en eso de que el tiempo pasó frente a mis narices, la hora de salida se había presentado aliviándome del enorme peso que tenía acumulado entre mis hombros.

Guardábame mis utensilios en mi oficina cuando una radiante sonrisa  apareció levantando torpemente las comisuras de mis labios.Una gran calidez inundó todos mis sentidos y sin pensarlo más, salí de puntillas hacia el solitario corredor.


Él estaba esperándome abajo, con una elegante postura y con el olor a perfume y misterio saliendo de sus poros.

Al verlo de esa forma, en una cerca lejanía, no pude evitar sonrojarme de sus manías... Como si todos los días fuese siempre la primera vez que lo conocí.

Cuando ofrece abrirme  la puerta de su oscuro y lujoso automóvil y al conducir opta por preguntarme acerca de mi día, no hay mejor cosa que pueda hacer para hundirme de su ternura.

Y yo, con ansias de oxígeno para poder respirar, contesto que en mi vida las cosas son normales, nada fuera de lo común. Todo mientras uso el método de evadir su intimidante mirada. Trato de reprimir esas sensaciones y reacciones, mas sin embargo, me es imposible detenerlas.

A pesar de que se las arregla y me afirma que nada en mí le aburre, para todos le es falso que a personas como él le interesen mujeres de tan bajo estatus como yo.

siempre la historia ha sido así ¿no?

Se nos ha pegado una costumbre de ir todos los atardeceres a una costa de una playa no muy lejos de la ciudad.

El lugar es un mero paraíso, como una grandiosa fotografía de postal, nos maravillamos con el resplandor de los rayos solares y de las olas que suavemente danzan sin cesar.

Hemos descubierto que aquí, siendo tan fresco y de buena energía es donde nos sinceramos más. Confesamos nuestros miedos, nuestras peores y mejores anécdotas, nuestros gustos, nuestros sueños.

Aunque el intento de ambos de parecer maduramente adultos, nuestras almas siguen pareciendo como las de unos simples adolescentes traviesos.

Cuando la costa deja de iluminarse y las estrellas se reflejan allá a lo lejos del agua, inconscientemente nos tomamos de las manos y nos quedamos ahí; en un intenso silencio disfrutando del nerviosismo del otro y oyendo el estruendoso palpitar de nuestros corazones.

Y de pronto, nos culpamos de que esto es un error.

El aire golpea levemente nuestras caras desordenando los cabellos de ambos. Eso mientras recuerdo haber confesado días atrás que mi mayor sueño era casarme con él.

El suyo, el haberme conocido tan sólo un poco antes de haberse comprometido forzosamente con otra mujer que no amaba.


Por lo tanto, no debería seguir viéndome con él.

Pero sigo así,  encontrándolo  todas las tardes, apretando su mano  y añorando un futuro que quizás sí pudo ser.

Y no puedo evitar mojar mis mejillas con esas remembranzas dolorosas.

Sus dedos, oh como intentan secarlas y sus palabras curar mi desollado corazón con un ¨No te preocupes cariño¨.

El día de no verlo más llegará, así que debo aferrarme a sus brazos y apoyar mi cabeza sobre su pecho hasta que aparezca el adiós definitivo.

Hasta que toda mi mente lo guarde como una simple aventura.

Hasta que alguien más me regale margaritas y textos de amor.

Hasta que la vida se digne  en enviarme a la persona que es indicada para mí.

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Últimamente he estado muy desanimada y me pongo a escribir cosas que me hacen más tristes  :(  ( no es basado ni en canciones ni en otras historias, solamente mi cabecita empezó a escribir esta página corta pulsos xD :c)





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