8. La no cita

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Mabel

Dejando atrás los comentarios de Kate, "cumple su fantasía, Moormeier" o "solo les gustas para reavivar su vida sexual de pareja", Payton y yo nos vamos del local.

En un momento pensé que quizás aquella revelación le sentaría mal o le haría sentirse incómodo y violento, pero a lo contrario, se lo tomó como una confesión halagadora.
Hasta consiguió bromear con aquella propuesta indecente.

-Te llevo, tengo el coche aparcado ahí-se ofrece.

-¿Esa es tu estrategia para conseguir mi dirección?-le pregunto con una sonrisilla.

-A parte de eso, también para encerrarte en el coche-abro la boca para reprocharle pero no me deja-. ¡Pues claro que no! ¿Es que no puedes aceptar una inocente invitación?

-¿Te refieres a la cita o a llevarme a casa?-respondo con un toque de diversión en los ojos.

-Anda, sube al coche de una vez-suspira exasperado pero también divertido.

El coche adquiere un cariz un tanto incómodo, los dos nos quedamos en completo silencio.

-Gira aquí-le indico-, esa es mi casa.

Payton asiente para sí y me mira.
Lo más probable es que su casa sea el doble que la mía pero aún así no dice  nada.

-Mabel, ¿te has pensado lo de la cita?-me pregunta mordiéndose un carrillo.

Yo solo resoplo.
¿Qué quiere de mí?
No puedo tener una cita con él, tengo amor propio, por muy poco que me quede.
La verdad es que antes yo no era como soy ahora, tanto física como psicológicamente.
Era una niña con sobrepeso y llena de inseguridades.
Estas últimas todavía las tengo pero las escondo y defiendo mejor.

Llevo toda la vida observando desde lejos-más concretamente dos cursos-a Payton Moormeier y hasta ahora-cuando ya he perdido los kilos que me sobraban-no se ha percatado de mi existencia. ¿Casualidad?
No lo creo yo.

No estoy afirmando que ahora sea más guapa y que todos me miran al pasar por los pasillos, simplemente estoy delgada y mi cara ha cogido su forma debida.

Por lo demás, sigo siendo la misma; una chica mona del montón.

Antes me dejaba pisotear por todos pero ahora, con un físico con el que me siento más segura, no lo consiento ni loca.
Por eso siempre estoy a la defensiva, mirando por mis espaldas.

Si aceptara una cita con Payton, por muy guapo y simpático que sea, estaría dejándome pisotear indirectamente por alguien superficial que no me quiso antes y ahora sí.

Lo hago por orgullo, pero no puedo dejarme otra vez.

-Lo siento Pay, mi padre no quiere que salga con chicos a los 14, dice que eso siempre sale mal-me excuso con un mohín.

Payton apaga el motor del coche y me mira con interés.
No tiene intención de dejarme salir, pues mi puerta aún está cerrada.
Para abrir la puerta tendría que pasar por encima de él y darle a un botoncito que está a su lado.
A lo mejor era verdad que me quería encerrar en el coche.

-¿Tu padre no quiere que salgas con chicos a los 14 o con chicos de 14 años?-pregunta sin darse por vencido-. Porque no es para nada lo mismo, recuerda que yo soy más mayor que tú.

-Las dos cosas-afirmo escueta.

-No se lo contaré a nadie, no he preguntado si quiera-promete hablando sobre lo que vio en el restaurante.

-Y más te vale que siga siendo así-trago-, sé que bajo esa fachada hay una buena persona. No lo estropees.

-Solo quiero una recompensa por mi silencio, no quiero conseguir esa cita de esta manera-me explica con ojos suplicantes.

-No sé muy bien que quieres de mí, Payton. Me caes bien, de verdad, pero esa cita no la vas a conseguir-alzo la barbilla-. Nos vemos por los pasillos.

Al mismo tiempo que pronuncio las últimas palabras Payton me abre la puerta pulsando el botón.
Salgo del coche y cierro la puerta.

-Gracias por traerme-murmuro por encima del hombro sin darme la vuelta.

Entro en casa y suelto todo el aire que tenía contenido en un largo suspiro.

Una cita con Payton Moormeier.

Mi sueño de la infancia olvidado.
Ahora lo tengo en las puntas de los dedos.
Pero he sido yo misma quién lo ha apartado de un manotazo.

El comedor del instituto está como siempre.
Mi pandilla de nuevo en nuestra mesa al lado de la ventana.
Payton Moormeier con sus amigos guapos en la mesa grande robada.
Y Asher con sus colegas de 10.° curso dos mesas a la derecha de los guaperas.

Ash me hace un gesto con la mano para que me acerque.
Vocalizo unas palabras de disculpa a mis amigas y me dirijo a otra mesa.
Paso por delante de Payton con la cabeza alta y ni se detiene a mirarme.

No me sorprendo, he sido una de sus conquistas de un día.
Solo que conmigo falló.
Era de esperar que se olvidaría de mí, pues obviamente sus amigos populares no pueden saber que ha intentado... uhm... ¿cómo lo llamó él?

Que ha intentado seducirme.

No pueden saber que su líder y admirador Payton Moormeier ha fallado en un tema de chicas.
¡Sería un vergonzoso escándalo!
Por eso pasa de mí.

-Eh, Mabel. Siéntate con nosotros-me dice con una sonrisa tensa Ash.

-Claro-me siento a su lado-, dime, ¿qué querías?

Nuestra amistad funciona de una manera peculiar.
Nos queremos mucho y mutuamente pero pertenecemos a círculos diferentes.
Sus amigos me caen genial y viceversa, en cambio ninguno de los dos encaja en el grupo del otro.

Cuando nos pasa algo, tenemos una pulga que confesar o necesitamos ayuda acudimos al otro, estamos en las malas pero no siempre en las buenas.
Aún así nos va bien.

-Necesito que me hagas un favor, me he metido en un lío May-susurra tan bajo que casi no distingo sus palabras.
Su tono de voz es de inconfundible preocupación.

Abro la boca para preguntarle de que se trata pero entonces alguien me interrumpe.
A mí y a todo el comedor.
Porque Payton Moormeier está de pie gritando en su mesa.

-¡Hola a todos! Bueno, yo solo quería decir que... ¡La primera chica que me atrape, literalmente, será mi novia!-exclama y medio segundo después empieza a correr.

Muchas de mis compañeras de clase empiezan a perseguirlo, incluso Eiren y Mery van detrás.

Me río fuertemente y dejo de prestar atención a Ash.

Payton ha cumplido su castigo.

No conozco a Payton Moormeier #PAY&MAY [TERMINADA]Where stories live. Discover now