-8- ... luego el Coco llegó

489 58 5
                                    

Pov by Taehyung

—¿¡Qué demonios crees que estás haciendo, insensato!?— una voz desconocida resonó en mitad de la oscuridad, en un grito tan atronador que temí que me reventarían los tímpanos.

La silueta de una figura masculina se erigió imponente frente a mis narices, anulando por completo cualquier contacto visual que antes nos uniera a la humana y a mí. Como por arte de magia, todo a mi alrededor se tiñó de blanco, nítido e inmaculado, similar al salón donde solía recibir a innumerables despojos terrenales con la etiqueta de suicidas.

—¿Dónde estoy? —musité, con mi visión aún debilitada a causa del cambio abrupto de luz. Mis ojos humanos no parecían ser tan ágiles a la hora de adaptarse a este tipo de cambios.

Alcé la cabeza con deliberada lentitud, en mis intentos por acostumbrarme a la resplandeciente luz que me envolvía. Habían pasado tan solo tres meses y medio desde la última vez que pisé aquel lugar, aunque a mi juicio, me parecieron años.

En cuestión de minutos, mi campo de visión fue embargado por la presencia de un ser de rostro hermoso y puramente celestial, de juventud tan radiante como la mía, aunque completamente desconocido. Para ser honesto, lo que realmente captó mi atención fue su asombrosa fuerza, ya que, si bien era yo quien debía poseer el poder suficiente para intimidar a la pobre incauta en cuestión, mis habilidades no parecían equipararse ni por asomo con las del recién llegado. Desde la distancia, me dedicaba una sonrisa que no tenía nada de agradable; mas bien, anunciaba que malas noticias estaban por acontecer.

—Encantado de conocerte, Taehyung hijo de Lucifer I... —musitó, situándose justo debajo de mí, a pesar de que nos separaran cuatro metros de distancia.

¿Cómo sabía mi nombre?

Sin emplear contacto directo, me mantenía como un maldito vegetal contra la palidez del techo. No respondí a su pregunta; lo único que hice fue analizar aquellos rasgos que, de alguna manera, me resultaban familiares, pero por más que me esforzaba, no lograba identificarlos.

—¿Por qué estoy aquí? —demandé.

El asiático negó burlonamente con la cabeza.

—Las preguntas las hago yo —advirtió con tono autoritario—. Tú cierra el pico y limítate a contestar.

Si no fuera porque me hallaba inmovilizado y sin poder alguno sobre mis articulaciones, le habría golpeado con todas mis entrañas. Ni siquiera me importaba sufrir algún daño fruto de su contraataque; al menos, me quedaría la satisfacción de haberle pateado el trasero.

—¿No crees que ya te has estado divirtiendo demasiado, pequeño aspirante a diablillo?

Inquirió con arrogancia.

Cuando pensé que había terminado, volvió a sorprenderme.

—Esto es lo que ocurre cuando un niñito con complejo de princesa como tú aterriza en un lugar que le queda demasiado grande.

¿De dónde había salido este idiota?

Sus aires nefastos de superioridad me parecieron insultantes; su desdén provocó que mi sangre ardiera al instante. Ni siquiera le importaba un comino lo enfadado que me mostrara, pues se le veía dispuesto a continuar ofreciéndome una larga sesión de comentarios jocosos.

—¿Qué sucede? ¿Acaso no sabes quién soy? —cuestionó mientras caminaba por el lugar, trazando líneas imaginarias con los pies. Apartó su mirada de mí, pero el efecto de mantenerme inmovilizado no disminuyó, y me sorprendió que no le costara ningún esfuerzo tenerme así.

Caligo Temporis (En edición) 🖋️Where stories live. Discover now