16- The kiss

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-Voy a llamar -anuncio.

Doy dos golpes secos a la puerta de madera y espero la respuesta del porfesor.

-Adelante.

Wood agarra el pomo y lo gira, abriendo la puerta. Tras esa puerta nos espera un gran grupo de estudiantes formado por Ravenclaws y Slytherins de quinto curso. Diviso a Sigurdsson en la segunda fila, y raramente, a un Ryddle concentrado en sus apuntes. Ni siquiera ha levantado la mirada ni se ha girado hacia nosotros.

-Buenos días, profesora -digo coordialmente.
-Necesitamos llevar a varios de sus alumnos al despacho del director.

La profesora frunce el ceño y mira a sus alumnos.

-¿A quién?
-A Gray, Sigurdsson, Malfoy, Ryddle y Flint -respondo.

Me doy cuenta de que la sonrisa de Sigurdsson ha desaparecido y de que Ryddle sigue absorto en sus apuntes.

-Bien -asiente la profesora-. Id al despacho.
-Gracias, profesora.

Los cinco chicos se levantan de sus asientos y se dirigen a salir. Wood y yo nos marchamos del aula seguidos de los demás.

-Nos van a castigar -asume Flint.
-No sabía que fueras tan bueno en adivinación -contesto, a lo que Wood suelta una carcajada.

Escucho a Flint bufar. En silencio, llegamos a la clase a la que Wood y yo deberíamos estar asistiendo ahora mismo.

-Llegais tardísimo -dice el profesor de pociones, Slughorn, con un toque de cabreo.
-Lo sentimos, profesor. Dumbledore nos pidió reunir a varios alumnos y llevarlos al despacho del director.
-Tienen que venir con nosotros los Philips y Amy Konnor.

Amy me miró asustada. Acaba de volver y ya está teniendo problemas.

Los mellizos y Amy se unen al grupo. Amy se pone a mi lado y me agarra del brazo. Está notablemente nerviosa.

-Ey, Amy -llama Wood-. Tranquila, no va a pasar nada.

Wood le da tal mirada tranquilizadora a Amy, que noto como se deja de tensar.

Por el rabillo del ojo veo que Ryddle sigue leyendo sus apuntes, si es que son apuntes.

Llegamos al despacho del director, y dejo que todos los demás pasen, excepto Ryddle. Con disimulo miro lo que está leyendo. Resulta ser un pergamino bastante grasiento con unas letras enormes de color rojo en la parte superior. Estas dicen "Basiliscos".

-¿Basilisco? -pienso, torpemente, en voz alta.

Ryddle se sobresalta y me fulmina con la mirada, pero pronto la relaja.

-Te hablaré de ello esta noche -se dirige a entrar al despacho pero yo agarro su mano.
-¿Esta noche? No puedo.
-Venga ya.
-He... quedado.
-Sí, claro. ¿Con quien? ¿Con Wiglaf?

Abro mucho los ojos y él pilla la indirecta.

-Da igual con quien haya quedado. Hoy no puedo, y punto. Ya quedaremos mañana.
-Mañana no puedo -dice sonriendo victorioso-. He quedado con Lea.

No puedo evitar cabrearme.

-Ah, claro. Vais a terminar lo que el día del partido empezasteis.

Él asiente, con la cabeza alta.

-Bien. Pues ya iremos a la biblioteca pasado-mañana.

Intento hablar como si lo que ha dicho no me afectase. Yo que creía que lo de Lea no iba en serio. Pero bueno, él está en su derecho de liarse con quien le de la gana.

*****

-No es justo que nos hayan puesto el mismo castigo que a los de Slytherin. Ellos se metieron con Amy.
-Expulsar a Troy no fue suficiente -Wiglaf niega-. Además, lo que le hizo a Amy no es normal.

Niego varias veces, con rabia. Es probable que no haya persona a la que mas odie que a Troy.

-Bueno, cálmate -me mira tiernamente-. Necesitarás estar tranquila para enfrentarte al boggart.

Me froto los brazos. Tengo frío y me he dejado la capa en la habitación. En estos momentos la echo mucho de menos.

-¿A la segunda va la vencida? -pregunto.
-Definitivamente

Sonrío y frunzo el ceño.

-Lo presiento -se pone detrás de mí y me agarra por los hombros-. Hoy es tu gran día.
-Me encanta tu positividad.
-Lo sé -susurra bien cerca de mi oido.

Llegamos a la clase y sin más rodeos Wiglaf señala el armario. Yo me vuelvo a frotar los brazos, y me caliento la nariz.

-¿Tienes frío? -pregunta, acercándose. Yo asiento-. Ponte mi túnica.
-Entonces tú tendrás frío.
-Tonterías -apenas puedo reprocharle cuando me doy cuenta de que ya se ha quitado la túnica y se dispone a ponérmela.

Wiglaf es más alto que yo, y se nota. Los brazos de su túnica me quedan largos, y los faldones casi llegan al suelo. A mi izquierda, un imponente escudo de Ravencalw asoma. Sonrío y le agradezco a Wiglaf el gesto.

-Ya sabes lo que hablamos -miro hacia el armario, y luego a Wiglaf-. No le des al boggart el poder de que te destruya.

Con un hechizo, las aberturas del armario se abren. Como no, la reconocible risa empieza a sonar.

Sin apenas darme cuenta cierro los ojos. En mi cabeza imagino ese día. Imagino los últimos segundos con mi padre.

Abro los ojos para enfrentarme con el aterrador payaso, quien ya ha asomado la cabeza por la puerta. Retrocedo un paso, nerviosa. Noto como alguien me agarra la mano y me la apreta.

-¿Qué querría tu padre, Erika?

Que qué querría. Lo que sé es que no querría enterarse del pánico que le tengo a este payaso. Querría ver que su hija mayor puede contra él y contra cualquier cosa. "Nunca tengas miedo a lo que te depare el futuro, y mucho menos a lo que te depare el presente" solía decir.

Cojo fuerzas, me apoyo en la imagen de mi padre, y levanto la varita apuntando al payaso. Wiglaf me suelta la mano y yo me dispongo a sacar aire de mis pulmones para decirlo. El payaso está apenas pasos de mí, y aunque hace unas semanas me habría cagado viva estando en esta situación, esta vez no.

-¡Riddikulus!

En una milésima de tiempo, el payaso desaparece para dejar aparecer un... ¿cantante de ópera?

Por un segundo no sé dónde estoy. No consigo reaccionar.

Yo. Wiglaf. Boggart. Payaso. Cantante de ópera.

Ahogo un grito y no puedo evitar soltar saltitos de la emoción.

-¡Lo conseguiste! ¡Lo sabía! -grita Wiglaf a mis espaldas. Me giro y lo veo con los brazos estirados, esperando un abrazo por mi parte

Corro hacia él, saltando, y me lanzo a sus brazos. Él me agarra por la cintura y me da vueltas mientras yo grito.

-¡Agh, lo conseguiste! -exclama una vez me ha bajado.
-Lo conseguimos -corrijo.

Me mira de una manera tan intensa pero tierna, que no me lo pienso dos veces. Alcanzo su cara con mis manos y, con los nervios a flor de piel, poso mis labios sobre los suyos. Por un momento pienso que no va a seguir el beso, pero me equivoco. Pasa sus manos por debajo de su túnica y me rodea por la cintura. Y a pesar de que el beso es intenso, no siento ni calor ni excitación. Siento amor. Amor por Wiglaf Sigurdsson.

Fin del capítulo 16...

heirs & romances [Tom Riddle]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora