𝘒𝘐𝘓𝘓𝘌𝘙𝘚 ; it

𝔰𝔢𝔳𝔢𝔫

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CAPÍTULO SIETE
JUST DARKNESS
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         AIDA NUNCA TUVO mucha fe en la imagen de aquel ex arcángel llamado Samael ahora conocido como Lucifer, prefería verlo de una forma metafórica, o ente omnipresente. Pero ahora sabía que el demonio tenía forma y cara.

Sentía leves picones en la punta de sus dedos de las manos y de los pies, le dolía pero se sentía acalambrada, tiesa pero de cierta forma liviana como si flotara en el aire.

Comenzó a soñar con ella siendo mordida por la bestia una y otra vez. El momento no era el mejor para ponerse lloriquear por el dolor pero ahora que el vivo recuerdo pasaba por su mente repetidamente la hacía estremecerse. No tiene otra memoria de algo tan doloroso en su vida, como si un millón de cuchillas con veneno se hubieran incrustado en su piel con demasiada fuerza, fue lo peor. En ese instante sentía su cuerpo quemar, la sangre rondando por sus venas le quemaba, como si en lugar de esta hubiera un ácido potente, sentía cada maldita gota recorrer su cuerpo, quería gritar y moverse en busca de ayuda o simplemente morir, el dolor era insoportable, también sentía como sus huesos se rompían y volvían a juntarse de otra forma, tampoco podía respirar, era una sensación extraña, como si estuviera muchos metros bajo el agua encadenada porque tenía un gran peso sobre su estómago que le prohibía siquiera inhalar. Lo peor de todo es que no podía hacer nada al respecto por el hecho de que aún estaba inconsciente por la pérdida de sangre.

O eso creía, pues lentamente de forma involuntaria comenzó poco a poco a abrir los ojos. Le parecía tener los párpados pesados y vista nublada, le dolía todo el cuerpo y por ello, muy a su pesar giro como pudo viendo a su alrededor para ubicarse pero grande fue su sorpresa al ver que en realidad no estaba en ninguna parte.

Todo el fondo alrededor suyo era negro oscuro con niebla roja. Tampoco estaba de pie sobre algo, sus pies eran el propio suelo y todo lo demás parecía ser vacío aunque se moviera de lugar. Miro alrededor espantada, estaba segura de que no era un sueño, todo se sentía tan real y poco después le pareció ver como aquel humo escarlata era absorbido por sus extremidades. Asustada las sacudió e intentó alejarlas pero aquello siguió sus manos como si de un imán se tratase.

Eso era lo que sentía que pinchaba sus manos y pies y que quemaba por dentro. Se agitó, cerró los puños pero nada funcionaba. Lo peor es que entre mas movimiento había de su parte el veneno se incrustaba con más fuerza y rapidez en su cuerpo.

Soltó un grito que le desgarró la garganta debido al intenso dolor que estaba experimentaba. Solo quería morir y que su sufrimiento acabara.

Y de repente todo cesó, hasta que absorbió la última gota.