Death and reunion

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La tarde caía rendida ante la noche. La joven de ojos claros andaba por las calles del pequeño pueblo con una botella de licor en mano. Mañana debería ver cuál sería su destino, pues ser estafadora, una ladrona básicamente para vivir le obligaba a buscar presas nuevos a los cuales cazar.

Vio a un hombre canoso pero de rostro joven que tomaba un poco de vino en un pequeño restaurante. Terminó la botella de whisky de un trago y se dirigió al lugar con una amplia sonrisa. Se acercó a paso seguro a la barra donde éste reposaba cómodamente.

— ¿Está ocupado? —preguntó con voz falsamente tímida.

— No, no, claro que no. —contestó rápidamente encantado visualmente por la chica.

— No se que ordenar. —confesó ella riendo nerviosa.

Era toda una actriz de oficio.

— Tal vez puedas ordenar lo que yo. —ofreció mirando con ojos deseosos el escote de su bella e improvisada acompañante— ¿Quieres... probar? —susurró en su oído tendiendo su plato.

— Si no te causa molestia. —susurró llena de sensualidad en el oído de él a la vez en qué le quitaba el reloj de la muñeca.

— En últimas noticias. El hombre más excéntrico y solitario del mundo murió hoy —inmediatamente su vista se dirigió a la pantalla sobresaliente de uno de los estantes en la barra de alcohol del lugar— El gran señor Sir. Reginal Hargreeves...

Su mente quedó bloqueada.

Su padre había muerto.

— ¿Pasa algo, linda?.

Ella no contestó. Se levantó de la silla, no sin antes tomar la cartera del joven y prosiguió a salir raudamente del lugar.

Él murió...

Pensaba catatónica, sacó por inercia los billetes de la cartera y la tiró a un contenedor de basura que se encontraba en su huida, con agilidad guardó el efectivo en su bolso. Entró al hotel en el que se quedaba y guardo la poca ropa que poseía así como algunas pertenencias. Todo de forma automática. Nada coherente ni claro pasaba en su mente, una leve agitación la sacó de su trance, sombras rodeaban la habitación, si no las controlaba estas se esparcían causando desastres y horrores a su paso.

Respira y controlate.

Se ordeno volviendo a retomar su partida. Al llegar a la estación pidió el primer tren que la llevara a la ciudad en la que creció.

Tendría que volver a ver a todos sus hermanos. A todos, y recordar con más veracidad a los que ya no estaban. Su mejor amigo, y más querido hermano también estaría ahí. Eso lo tenía muy seguro, y eso era lo que más le aterraba, volver a mirarle a los ojos después de tantos años, después de tomar rumbos separados y cortar la cercanía que siempre tenían, la complicidad con la que siempre contaban.

Klaus Hargreeves siempre había sido la persona más unida a ella, quien la seguía por completo y con quién siempre había los mejores momentos. Todo lo hacían juntos. Donde estaba uno estaba el otro. Sin embargo, después de la muerte de Ben ella decidió que tenía que estar sola, sabía que estaba mal y no quería arrastrar a su hermano con ella, pues en esos entonces ella era la más inestable cayendo cada vez más bajo en las drogas de todo tipo. Mismas que hasta hace un par de años empezó a poner a raya no propasándose tan a menudo como hacía desde muy temprana edad.

El sueño comenzó a vencerla, era un largo camino el que seguía por delante. Más la imagen de su padre no se iba de su mente. No podía decir que sentía dolor o intranquilidad, o incluso arrepentimiento porque sería mentir. Su padre había sido un cruel y antipático hombre con ellos. Los entrenamientos individuales son los que más detestaba recordar.

The Witch ¦¦ Klaus HargreevesOù les histoires vivent. Découvrez maintenant