| -Rescate- |

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Cora se encontraba alimentando a Hamish con su biberón matutino tras haberse vestido y seguido a su marido a la sala de estar. Mientras ella hacía eso, el detective de cabello castaño se hallaba al teléfono.

–De acuerdo –replicó a su interlocutor–. Estamos de camino.

Tras decir aquellas palabras, Sherlock colgó la llamada, posando sus ojos azules-verdosos en su mujer e hijo. La pelirroja le dirigió entonces una mirada seria, pues si su marido había encontrado la forma de ayudar a su madrina... Debían actuar pronto.

Déjame adivinar –dijo la maestra–: Molly ha completado el análisis de la tarjeta de memoria perteneciente al secuestrador de la Sra. Hudson.

–Estás en lo cierto, querida –afirmó el detective con una sonrisa.

–Es genial –murmuró la de ojos escarlata tras suspirar.

–Esto no debería llevarnos demasiado tiempo, espero –le indicó su marido, observando cómo ella hacía eructar al bebé–. Podemos llevarnos a Hamish con nosotros.

–Sí, prefiero que esté con nosotros, la verdad –admitió la joven madre, apresurándose en vestir a su hijo con ropa más cómoda, al mismo tiempo que se colocaba un porta-bebés, parecido al que John usaba para llevar a Rosie con él. Una vez lo hizo, colocó a Hamish en él y los tres salieron de Baker Street, en dirección a Barts.

En cuanto llegaron al hospital, rápidamente se dirigieron al lugar de trabajo de Molly, encontrándose con ella a los pocos minutos. Cora y Sherlock llegaban casi sin aliento, en especial la pelirroja, quien tenía que cargar con el infante. Hamish por su parte, parecía divertido con la idea de salir del piso.

–He examinado esta tarjeta de memoria. Hay rastros dentro de dos productos químicos: un aditivo diesel marino y un tratamiento antioxidante utilizado en los barcos –les explicó Molly con un tono sereno, antes de añadir con algo de vergüenza–. Y zumo de manzana, pero eso podría haber sido de mi almuerzo –indicó, lo que hizo que Cora esbozase una sonrisa suave, pues la castaña era una trabajadora ejemplar y muy dedicada–. Así que parece que vuestro secuestrador podría estar en un barco o en un astillero –concluyó.

–Bueno, esto es sin duda de ayuda –recalcó el sociópata de cabello rizado–. Gracias.

–Un placer haber podido ayudaros –replicó Molly, devolviéndoles la tarjeta de memoria a los detectives–. Mucha suerte para encontrar a la Sra. Hudson.

–Gracias, Molly –le dijo Cora, antes de despedirse de ella, saliendo de Barts a paso vivo.

Una vez ambos estuvieron en el exterior del edificio, la madre aproximó un poco a su hijo contra su cuerpo, para así evitar que pasase frío. Por su parte, el detective asesor rodeó los hombros de su mujer con su brazo izquierdo, comenzando a caminar con ella por la calle.

–Sabemos que el secuestrador está en Londres –comenzó a reflexionar–. Lo bastante cerca como para dejar botellas de veneno por la ciudad.

–Pero incluso así, eso aún nos deja con cerca de cien barcos y astilleros que revisar, cariño –le informó su adorada pelirroja, quien acariciaba el pelo castaño y revoltoso de su hijo con dulzura.

Hmm –el detective de cabello castaño se quedó pensativo por unos instantes–. Deberíamos escuchar ese mensaje de voz una vez más. Quizás haya algo que hemos pasado por alto. Algo que nos ayude a reducir su ubicación –propuso.

–No perdemos nada por intentarlo –concordó la joven con una sonrisa, sacando su teléfono móvil e introduciendo la tarjeta de memoria en él. Tras unos segundos, volvió a acceder al mensaje, reproduciéndolo.

Mi Destino Tenías Que Ser Tú (Sherlock)Where stories live. Discover now