A partir del día siguiente...

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A partir del día siguiente hacía todos mis deberes en la casa en las mañanas para tener las tardes libres y visitar a Dean. Me inventaba excusas para mis tíos, decía que iba a pescar, a bañarme en el río o a visitar el pueblo.

No es que me agradase mentir, era sólo que me atraía la idea de mantener un poco el misterio, me gustaba imaginar que durante esas horas el resto del mundo no existía, que sólo nos teníamos el uno al otro y eso era suficiente para vivir.

Él siempre me sorprendía con alguna receta que me enseñaba a preparar y yo las hacía con mis propias manos, yo le llevaba mis libros de poesía y el las leía en voz alta fingiendo tener acento de narrador de radio sólo para hacerme reír.

Me enseñó todo lo que debe saber un pescador de río y como hacer que una huerta produzca sin echar mano de fertilizante alguno. Además escuchábamos música, nos contábamos historias, inventábamos algunas, hacíamos el amor y sólo la noche nos lograba separar hasta el siguiente día.

Todo fue absolutamente perfecto hasta que a mediados de agosto, cuando me faltaba poco mas de una semana para regresar a la ciudad fui a su cabaña dispuesta a convencerlo de qué se fuera conmigo.

Al llegar me lo encontré lijando una madera y decidí lanzarme.

- Cariño mi madre llamó, dice que dentro de 10 días vence el plazo para hacer la rematrícula en la universidad.

- ¿Y eso qué?

- No debes responder ahora, tienes tiempo para pensarlo, yo allá soy independiente tengo mi trabajo y estudio, vivo con mis padres pero podríamos buscar otro lugar.

- No des más vueltas Amalia y dí ya lo que viniste a decir.

- Mi amor yo lo pensé mucho y vine a pedirte que te vengas a la ciudad conmigo, que vivamos juntos.

El parecía no haberme escuchado y tenía la mirada perdida. Se pasó la mano por el pelo respirando hondo y me respondió.

- Va a comenzar a llover.

Yo miré hacia el cielo, no había ni una sola nube.

- ¿Seokjin, escuchaste lo que te acabo de decir?

- Si te escuché pero no puede ser. Yo tengo mi vida aquí y no me puedo marchar.

- ¿Qué te obliga a estar aquí - le pregunté- una cabaña vieja, una huerta de vegetales? Yo pensé que me amabas, que teníamos algo especial, pero veo que me equivoqué.

- No es eso Amalia yo te amo, pero no me puedo ir.

- ¡¿Por qué no?! - le grité perdiendo la paciencia.

- Porque no puedo y ya está. Vete a tu casa que va a llover.
No había acabado de hablar y ya estaban cayendo las primeras gotas del peor aguacero de todo el verano.

- ¿Vas a renunciar a este amor, vas a renunciar a mi, así, como si nada?

- No, simplemente no me puedo ir, eso es todo. Vete ya que te vas a mojar.

- Yo te creía diferente a todos los demás. Pensaba que eras valiente, decidido, pero ya veo que no eres más que un chiquillo asustado.

Para cuando terminé de hablar ya la lluvia se había intensificado y yo estaba empapada.

- Piensa lo que quieras, pero por favor vete - me dijo y me cerró la puerta de la casa en la cara.

El agua estaba tan fría que sentía que me ahogaba, me sentía humillada,decepcionada, abatida, furiosa pero sobretodo profundamente miserable. Regresé a la casa bajo la lluvia, llegué temblando de frío y llena de fango.

Pasé los siguientes cuatro días en cama con fiebre, sin poder distinguir si era de día o de noche, sin apetito y sobreviviendo a base de caldo de pollo que era lo único que lograba retener en el estómago. Un doctor vino a verme, luego de examinarme y mandarme una prueba de sangre, me diagnosticó neumonía. Me recetó varios antibióticos y cinco días después ya me encontraba mejor.

La tarde antes de irme y mientras mi tía me ayudaba a preparar la maleta decidí hablarle de Seokjin.

- Tía, yo quería contarte que en las tardes cuando decía estar en el río en realidad estaba en otro lugar.

- Nosotros lo sabíamos hija, no somos bobos, nadie va tan arreglada y tan feliz a pescar.

- Cómo me conocen ustedes tía, por eso los quiero tanto. En realidad yo iba a encontrarme con un muchacho, teníamos algo pero se acabó. Te lo cuento porque quiero pedirte que mantengas el contacto con él cuando me allá ido y le entregues las cartas que probablemente yo le escriba. El es casi un hermitaño, vive en una cabaña cerca del río, se llama Seokjin.

Mi tía soltó de repente la ropa que estaba doblando, me miró muy seria, tocó mi frente y me preguntó.

- ¿Tienes fiebre aún mi niña?

- ¿Yo, por qué?

- ¿Estas segura de que el muchacho que era tu novio se llamaba Seokjin?

- Si. ¿Por qué lo preguntas?

FIN DE LA TERCERA PARTE

Mi verano en los Álamos (terminada)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن